“Querida Amazonía”, pinceladas de la exhortación apostólica pos sinodal
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(vaticannews.va).- Publicada la Exhortación post-sinodal sobre la Amazonia. El documento traza nuevos caminos de evangelización y cuidado del ambiente y de los pobres. Francisco desea un nuevo impulso misionero y alienta el papel de los laicos en las comunidades eclesiales.
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Alessandro Gisotti – Ciudad del Vaticano
“La querida Amazonia se muestra ante el mundo con todo su esplendor, su drama, su misterio”. Así comienza la Exhortación apostólica post-sinodal, Querida Amazonia. El Pontífice, en los primeros puntos (2-4) explica “el sentido de esta Exhortación” llena de referencias a documentos de las Conferencias Episcopales de los países amazónicos, pero también a poemas de autores relacionados con la Amazonia. Hace hincapié en que desea “expresar las resonancias” que el Sínodo ha provocado en él. Y precisa que no pretende sustituir ni repetir el Documento Final que nos invita a leer “íntegramente”, esperando que toda la Iglesia se deje “enriquecer e interpelar” por él y que la Iglesia de la Amazonia se comprometa “en su aplicación”. Francisco comparte sus “Sueños para la Amazonia” (5-7), cuyo destino debe preocupar a todos, porque esta tierra también es “nuestra”. Formula “cuatro grandes sueños”: que la Amazonia “luche por los derechos de los más pobres”, “preserve la riqueza cultural”, “custodie celosamente la abrumadora hermosura natural” y, por último, que las comunidades cristianas sean “capaces de entregarse y encarnarse en la Amazonia”.
El sueño social: Que la Iglesia esté al lado de los oprimidos
El primer capítulo de Querida Amazonia se centra en el “Sueño social” (8). Destaca que “un verdadero planteo ecológico” es también un “planteo social” y, si bien aprecia el “buen vivir” de los indígenas, advierte contra el “conservacionismo” que solo se preocupa por el medioambiente. En tonos vibrantes, habla de “injusticia y crimen” (9-14). Recuerda que Benedicto XVI ya había denunciado “la devastación ambiental de la Amazonia”. Los pueblos originarios, advierte, sufren el “sometimiento” tanto de los poderes locales como de los externos. Para el Papa las operaciones económicas que alimentan la devastación, los asesinatos, la corrupción, merecen el nombre de “injusticia y crimen”. Y con Juan Pablo II reitera que la globalización no debe convertirse en un nuevo colonialismo.
Que los pobres sean escuchados sobre el futuro de la Amazonia
Ante tal injusticia, el Pontífice pide “indignarse y pedir perdón” (15-19). Para Francisco son necesarias “redes de solidaridad y desarrollo” y llama al compromiso de todos, incluyendo a los líderes políticos. A partir de aquí, el Papa se detiene en el tema del “sentido comunitario” (20-22). Recuerda que para los pueblos amazónicos las relaciones humanas “están impregnadas por la naturaleza circundante”. Por esta razón, escribe, viven como un verdadero “desarraigo” cuando son “obligados a emigrar a la ciudad”. La última parte del primer capítulo está dedicada a las “Instituciones dañadas” (23-25) y al “Diálogo social” (26-27). El Papa denuncia el mal de la corrupción que envenena al Estado y sus instituciones. Y espera que la Amazonia se convierta en “un lugar de diálogo social”, en primer lugar, “con los últimos”. La de los pobres, advierte, ha de ser “la voz más potente” en la Amazonia.
El sueño cultural: cuidar el poliedro amazónico
El segundo capítulo está dedicado al “Sueño cultural”. Francisco inmediatamente deja claro que “promover la Amazonia” no significa “colonizarla culturalmente” (28). Así, utiliza una imagen que le es muy querida: “el poliedro amazónico” (29-32). Es necesario luchar contra la “colonización postmoderna”. Para Francisco es urgente “cuidar las raíces” (33-35). Citando a Laudato si’ y Christus vivit, subraya que la “visión consumista del ser humano” tiende a “homogeneizar las culturas” y esto repercute especialmente en los jóvenes. A ellos, el Papa les pide “hacerse cargo de las raíces”, que “recuperen la memoria dañada”.
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No a un indigenismo cerrado, sino a un encuentro intercultural
La Exhortación se centra entonces en el “encuentro intercultural” (36-38). Incluso las “culturas supuestamente más evolucionadas”, observa, pueden aprender de los pueblos que “desarrollaron un tesoro cultural estando enlazadas con la naturaleza”. La diversidad, por lo tanto, no es “una frontera”, sino “un puente”, y dice no a un “indigenismo completamente cerrado”. La última parte del capítulo II está dedicada al tema “culturas amenazadas, pueblos en riesgo” (39-40). En cualquier proyecto para la Amazonia, es su recomendación, “hace falta incorporar la perspectiva de los derechos de los pueblos”. Estos, añade, difícilmente podrán “quedar indemnes” si el entorno en el que nacieron y se desarrollaron “se daña”.
El sueño ecológico: Unir el cuidado del ambiente y el de las personas
El tercer capítulo, “Un Sueño Ecológico”, es el que se relaciona más inmediatamente con la Encíclica Laudato si’. En la introducción (41-42) se destaca que en la Amazonia existe una estrecha relación del ser humano con la naturaleza. El cuidado de nuestros hermanos como el Señor nos cuida, reitera, “es la primera ecología que necesitamos”. El cuidado del medioambiente y el cuidado de los pobres son “inseparables”. Francisco, entonces, vuelca su atención al “sueño hecho de agua” (43-46). Cita a Pablo Neruda y a otros poetas locales sobre la fuerza y la belleza del río Amazonas. Con sus poemas, escribe, “nos ayudan a liberarnos del paradigma tecnocrático y consumista que destroza la naturaleza”.
Escuchar el grito del Amazonas, que el desarrollo sea sostenible
Para el Papa, es urgente escuchar “el grito de la Amazonia” (47-52). Recuerda que el equilibrio planetario depende de su salud. Hay, escribe, fuertes intereses no solo locales, sino también internacionales. La solución, por lo tanto, no es la “internacionalización” de la Amazonia, sino que debe crecer “la responsabilidad de los gobiernos nacionales”. El desarrollo sostenible, continúa, requiere que los habitantes estén siempre informados sobre los proyectos que les conciernen y espera la creación de “un sistema normativo” con “límites infranqueables”. Así, invita a la “Profecía de la contemplación” (53-57). Escuchando a los pueblos originarios, subraya, podemos amar a la Amazonia “y no solo utilizarla”; podemos encontrar en ella “un lugar teológico, un espacio donde Dios mismo se muestra y convoca a sus hijos”. La última parte del capítulo III se centra en la “Educación y los hábitos ecológicos” (58-60). El Papa señala que la ecología no es una cuestión técnica, sino que siempre incluye “un aspecto educativo”.
El sueño eclesial: Desarrollar una Iglesia con rostro amazónico
El último capítulo, el más contundente, está dedicado “más directamente” a los pastores y fieles católicos y se centra en el “Sueño eclesial”. El Papa invita a “desarrollar una Iglesia con rostro amazónico” a través de un “gran anuncio misionero” (61), un “anuncio indispensable en la Amazonia” (62-65). Para el Papa no basta con llevar un “mensaje social”. Estos pueblos tienen “derecho al anuncio del Evangelio”, de lo contrario “cada estructura eclesial se convertirá” en una ONG. Una parte sustancial se dedica entonces a la inculturación. Retomando la Gaudium et Spes, habla de la “inculturación” (66-69) como un proceso que lleva “a la plenitud a la luz del Evangelio” lo bueno que existe en las culturas amazónicas.
Una renovada inculturación del Evangelio en la Amazonia
El Papa mira más profundamente, señalando los “Caminos de inculturación en la Amazonia” (70-74). Los valores presentes en las comunidades originarias, escribe, deben ser “recogidos en la evangelización”. Y en los dos párrafos siguientes se centra en la “inculturación social y espiritual” (75-76). El Papa señala que, dada la pobreza de tantos habitantes de la Amazonia, la inculturación debe tener un “perfume marcadamente social”. Al mismo tiempo, sin embargo, la dimensión social debe integrarse con la dimensión “espiritual”.
Sacramentos accesibles a todos, especialmente a los pobres
La Exhortación indica entonces los “puntos de partida para una santidad amazónica” (77-80) que no deben copiar “modelos de otros lugares”. Destaca que “es posible recoger de alguna manera un símbolo indígena sin calificarlo necesariamente de idolatría”. Se puede valorar, añade, un mito “cargado de sentido espiritual” sin considerarlo necesariamente “un error pagano”. Lo mismo se aplica a algunas fiestas religiosas que, aunque requieren un “proceso de purificación”, “contienen un significado sagrado”.
Otro pasaje significativo de Querida Amazonia es sobre la inculturación de la liturgia (81-84). El Pontífice constata que el Concilio Vaticano II había pedido un esfuerzo de “inculturación de la liturgia en los pueblos indígenas”. También recuerda, en una nota al texto, que en el Sínodo “surgió la propuesta de elaborar un rito amazónico”. Los sacramentos, exhorta, “deben ser accesibles, sobre todo para los pobres”. La Iglesia, enfatiza recordando a Amoris laetitia, no puede convertirse en una “aduana”.
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Que los obispos latinoamericanos envíen misioneros a la Amazonia
Vinculado a esto está el tema de “la inculturación de la ministerialidad” (85-90) al que la Iglesia debe dar una respuesta “valiente”. Para el Papa debe garantizarse “una mayor frecuencia de la celebración de la Eucaristía”. A este respecto, reitera, es importante “determinar qué es lo más específico del sacerdote”. La respuesta, se lee, está en el sacramento del Orden que habilita solo al sacerdote para presidir la Eucaristía. ¿Cómo, entonces, “asegurar ese ministerio sacerdotal” en áreas remotas? Francisco exhorta a todos los obispos, especialmente a los latinoamericanos, “a ser más generosos”, orientando a aquellos que “muestran vocación misionera” a elegir la Amazonia y los invita a revisar la formación de los sacerdotes.
Favorecer un protagonismo de los laicos en la comunidad
Después de los sacramentos, Querida Amazonia se detiene en las “comunidades repletas de vida” (91-98) en las que los laicos deben asumir “responsabilidades importantes”. Para el Papa, de hecho, no se trata “solo de facilitar una mayor presencia de ministros ordenados”, un objetivo “limitado” si no se suscita “nueva vida en las comunidades”. Por lo tanto, se necesitan nuevos “servicios laicales”. Solo a través de un “contundente protagonismo de los laicos”, reitera, la Iglesia podrá responder a los “desafíos de la Amazonia”. Para el Pontífice, las personas consagradas ocupan también un lugar especial, al tiempo que recuerda el papel de las comunidades de base que han defendido los derechos sociales y alienta en particular la actividad de la REPAM y de los “equipos misioneros itinerantes”.
Nuevos espacios para las mujeres, pero sin “clericalizaciones”
El Papa dedica un espacio propio a la fuerza y al don de las mujeres (99-103). Reconoce que en la Amazonia algunas comunidades se han mantenido solo “gracias a la presencia de mujeres fuertes y generosas”. Sin embargo, advierte que no se debe reducir “la Iglesia a estructuras funcionales”. Si este fuera el caso, de hecho, solo se les daría un papel si tuvieran acceso al Orden Sagrado. Para el Papa la clericalización de la mujer debe ser rechazada, aceptando en cambio la contribución según el modo femenino que prolonga “la fuerza y la ternura de María”. Él alienta el surgimiento de nuevos servicios femeninos, que – con el reconocimiento público de los obispos – incidan en las decisiones de las comunidades.
Que los cristianos luchen unidos para defender a los pobres de la Amazonia
Para el Papa es necesario “ampliar horizontes más allá de los conflictos” (104-105) y dejarnos desafiar por la Amazonia para “superar perspectivas limitadas” que “se quedan clausuradas en aspectos parciales”. El capítulo IV termina con el tema de la “Convivencia ecuménica e interreligiosa” (106-110). El Papa invita a los creyentes a “encontrar espacios para conversar y para actuar juntos por el bien común”. “¿Cómo no luchar juntos? – pregunta Francisco- ¿Cómo no orar juntos y trabajar codo con codo para defender a los pobres de la Amazonia?”
Confiemos la Amazonia y sus pueblos a María
Francisco concluye Querida Amazonia con una oración a la Madre de la Amazonia (111). “Madre, mira a los pobres de la Amazonia”, recita un pasaje de su oración, “porque su hogar está siendo destruido por intereses mezquinos (…) Toca la sensibilidad de los poderosos, porque aunque sentimos que ya es tarde nos llamas a salvar lo que todavía vive”.
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Sitio Web oficial: www.sinodoamazonico.va
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Amazonía: Nuevos Caminos para la Iglesia y para una Ecología Integral
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12/02/2020
SUEÑOS PARA LA AMAZONÍA
Capítulo 1: Un sueño social ante el clamor de la tierra y el grito de los pobres
“Sueño con una Amazonía que luche por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, donde su voz sea escuchada y su dignidad sea promovida”
(Querida Amazonía, n. 7)
El Papa Francisco ha confirmado, una vez más, “la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado” (LS, 16). Frente a una única crisis social y ambiental, como la que viene experimentando la región de Amazonía, cada vez es más evidente que “un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres” (LS, 49).
Ante la voraz depredación de quienes se han apropiado de los bienes de la tierra, incluso del agua, en la Amazonía, por medio de mega-proyectos mortíferos, tales como empresas hidroeléctricas de energía, industrias extractivistas de petróleo y minerales, monocultivos, construcción de carreteras, hidrovías y ferrocarriles, entre otros, el sueño del Papa Francisco es un eco del grito del hermano que resuena a lo largo de la historia de la humanidad: «sueño con una Amazonía que luche por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, donde su voz sea escuchada y su dignidad sea promovida”.
Contenidos:
- Injusticia y Crimen
- Indignarse y pedir perdón
- Sentido Comunitario
- Instituciones Dañadas
- Diálogo social
Capítulo 2: Un sueño cultural, por la conversión cultural
“Sueño con una Amazonía que preserve esa riqueza cultural que la destaca, donde brilla de modos tan diversos la belleza humana”
(Querida Amazonía, n. 7)
La diversidad cultural de los pueblos de la Amazonía apunta a la posibilidad de una convivencia fraterna fundamentada en la reciprocidad, en la solidaridad, en un sentido de comunidad, de igualdad de derechos y de participación, reconociendo que «todo está interconectado en esta casa común«. Apunta también a una Iglesia inculturada que asume la defensa de la vida, de la comunidad, de la tierra y de los derechos de su gente, en una actitud permanente de escucha y contemplación que orienta nuestra misión y nuestra acción socio-transformadora.
La Exhortación «Querida Amazonía» considera que la inculturación y la interculturalidad son instrumentos importantes para lograr la conversión cultural. En esta perspectiva, la Iglesia se compromete a ser un aliado de las poblaciones indígenas, a denunciar los ataques contra sus vidas, los proyectos de desarrollo depredadores etnocidas y ecocidas, y la criminalización de los movimientos sociales y sus líderes.
Contenidos:
- El poliedro amazónico
- Cuidar las raíces
- Encuentro intercultural
- Culturas amenazadas y pueblos en riesgo
Capítulo 3: Un sueño ecológico, con esperanza de conversión ecológica
“Sueño con una Amazonía que custodie celosamente la abrumadora hermosura natural que la engalana, la vida desbordante que llena sus ríos y sus selvas”
(Querida Amazonía, n. 7)
En la encíclica Laudato Si’, el Papa Francisco difundió la idea de una perspectiva ecológica amplia, una «ecología integral», que nos recuerda el vínculo estrecho que existe entre todas las dimensiones y expresiones de la vida y el espacio geográfico en el que ella de despliega, reconociendo y legitimando la diversidad. Es en la Amazonía donde el concepto de ecología integral nos desafía a tomar acciones urgentes frente a los problemas ambientales que pesan, sobre todo, en las poblaciones indígenas.
Una conversión ecológica a una vida más sobria es indispensable, lo que ciertamente implicará cambios en la mentalidad, el estilo de vida y los modos de producción y consumo, teniendo en cuenta los intereses individuales y colectivos que rodean la apropiación de los bienes de la tierra.
Los caminos apuntan a un modelo de desarrollo integral humano más justo y solidario que respete la diversidad del ambiente y de los pueblos que habitan una geografía.
La exhortación apostólica del Papa Francisco, «Querida Amazonía», da un nuevo impulso a una Iglesia en salida y generosa, que aprende junto a las sociedades el camino hacia una verdadera conversión integral, comprometida a relacionarse armoniosamente con la Casa Común.
“Si el cuidado de las personas y el cuidado de los ecosistemas son inseparables, esto se vuelve particularmente significativo allí donde «la selva no es un recurso para explotar, es un ser, o varios seres con quienes relacionarse» (Querida Amazonía, 42).
“En la Amazonia el agua es la reina, los ríos y arroyos son como venas, y toda forma de vida está determinada por ella”, Querida Amazonía 43).
Contenidos:
- Este sueño hecho de agua
- El grito de la Amazonía
- La profecía de la contemplación
- Educación y hábitos ecológicos
Capítulo 4: Un sueño eclesial, pasar de ser una Iglesia de visita a una Iglesia de presencia.
“Sueño con comunidades cristianas capaces de entregarse y de encarnarse en la Amazonía, hasta el punto de regalar a la Iglesia nuevos rostros con rasgos amazónicos”
(Querida Amazonía, n. 7)
En el Documento Final del Sínodo de la Amazonía, reafirmamos que la misión no es algo optativo, sino algo propio de la naturaleza eclesial, de todo el pueblo de Dios, más allá del ministerio que se ejerza, ordenado o laical. Para ello es urgente abrirnos a los dones carismáticos que el Espíritu Santo otorga a la Iglesia para que tenga vida y anuncie la Buena Noticia, inculturada en la realidad múltiple de la Amazonía, “para comprender desde dentro la sensibilidad y las culturas amazónicas” (Querida Amazonía, 86).
Por eso el Papa sostiene que “en las circunstancias específicas de la Amazonia, de manera especial en sus selvas y lugares más remotos, hay que encontrar un modo de asegurar ese ministerio sacerdotal. Los laicos podrán anunciar la Palabra, enseñar, organizar sus comunidades, celebrar algunos sacramentos, buscar distintos cauces para la piedad popular y desarrollar la multitud de dones que el Espíritu derrama en ellos…” (Querida Amazonía 89).
Debemos animarnos a ser Iglesia en salida, Pueblo de Dios, que asume integralmente la evangelización. Así,
“Una Iglesia con rostros amazónicos requiere la presencia estable de líderes laicos maduros y dotados de autoridad, que conozcan las lenguas, las culturas, la experiencia espiritual y el modo de vivir en comunidad de cada lugar, al mismo tiempo que dejan espacio a la multiplicidad de dones que el Espíritu Santo siembra en todos. Porque allí donde hay una necesidad peculiar, Él ya ha derramado carismas que permitan darle una respuesta. Ello supone en la Iglesia una capacidad para dar lugar a la audacia del Espíritu, para confiar y concretamente para permitir el desarrollo de una cultura eclesial propia, marcadamente laical. Los desafíos de la Amazonia exigen a la Iglesia un esfuerzo especial por lograr una presencia capilar que sólo es posible con un contundente protagonismo de los laicos.” (Querida Amazonía, 94).
Por otra parte, no podemos ser Iglesia si nos quedamos encerrados en nuestras seguridades, en las sacristías, multiplicando la mentalidad clerical, meramente jerarcológica, sin entender la ministerialidad de los sacramentos. Es decir, no podemos ser Iglesia si no estamos dispuestos a llenarnos los pies de barro para llegar a los que muchos consideran personas desechables, o estar donde otros no quieren estar, y estar con quien nadie quiere estar.
En este marco ha de comprenderse la necesidad de vocaciones específicas al ministerio ordenado sacerdotal junto a otros ministerios. Por ello ante la acuciante necesidad de celebrar la Eucaristía en los lugares remotos de la Amazonia, el Papa exhorta a todos los Obispos a
“no sólo a promover la oración por las vocaciones sacerdotales, sino también a ser más generosos, orientando a los que muestran vocación misionera para que opten por la Amazonia. Al mismo tiempo conviene revisar a fondo la estructura y el contenido tanto de la formación inicial como de la formación permanente de los presbíteros, para que adquieran las actitudes y capacidades que requiere el diálogo con las culturas amazónicas. Esta formación debe ser eminentemente pastoral y favorecer el desarrollo de la misericordia sacerdotal.” (Querida Amazonía 90).
En esta tónica, el Papa sostiene que:
“… la Eucaristía, como fuente y culmen, reclama el desarrollo de esa multiforme riqueza. Se necesitan sacerdotes, pero esto no excluye que ordinariamente los diáconos permanentes –que deberían ser muchos más en la Amazonia–, las religiosas y los mismos laicos asuman responsabilidades importantes para el crecimiento de las comunidades y que maduren en el ejercicio de esas funciones gracias a un acompañamiento adecuado. Entonces no se trata sólo de facilitar una mayor presencia de ministros ordenados que puedan celebrar la Eucaristía. Este sería un objetivo muy limitado si no intentamos también provocar una nueva vida en las comunidades. Necesitamos promover el encuentro con la Palabra y la maduración en la santidad a través de variados servicios laicales, que suponen un proceso de preparación –bíblica, doctrinal, espiritual y práctica– y diversos caminos de formación permanente.” (Querida Amazonía 92-93)
Finalmente, el camino de la evangelización en la Amazonía debe estar marcado, irrenunciablemente, por el diálogo ecuménico, interreligioso e intercultural, por un caminar y luchar juntos. El sueño es alcanzar la comunión, que tiene que manifestarse en gestos concretos, teniendo la Palabra de Dios como punto de partida, buscando cada vez conocer lo diferente. Pues es en la diversidad donde podemos encontrar aquellos nuevos caminos que anhelamos y que hacen realidad el buen vivir de nuestros pueblos:
“En este contexto, los pueblos indígenas amazónicos expresan la auténtica calidad de vida como un “buen vivir” que implica una armonía personal, familiar, comunitaria y cósmica, y que se expresa en su modo comunitario de pensar la existencia, en la capacidad de encontrar gozo y plenitud en medio de una vida austera y sencilla, así como en el cuidado responsable de la naturaleza que preserva los recursos para las siguientes generaciones. Los pueblos aborígenes podrían ayudarnos a percibir lo que es una feliz sobriedad y en este sentido «tienen mucho que enseñarnos». Ellos saben ser felices con poco, disfrutan los pequeños dones de Dios sin acumular tantas cosas, no destruyen sin necesidad, cuidan los ecosistemas y reconocen que la tierra, al mismo tiempo que se ofrece para sostener su vida, como una fuente generosa, tiene un sentido materno que despierta respetuosa ternura. Todo eso debe ser valorado y recogido en la evangelización.” (Querida Amazonía 71)
Contenidos:
- El anuncio indispensable en la Amazonía
- La inculturación
- Caminos de inculturación en la Amazonía
- Inculturación social y espiritual
- Puntos de partida para una santidad amazónica
- La inculturación de la liturgia
- La inculturación de la ministerialidad.
- Comunidades repletas de vida
- La fuerza y el don de las mujeres
- Ampliar horizontes más allá de los conflictos
- La convivencia ecuménica e interreligiosa
Puede descargar la Exhortación aquí