La estructura informal en las organizaciones tiene siempre una doble dimensión: por una parte, se trata de los lazos humanos naturales que se hacen más fuertes con el trato diario, el compartir metas, esforzarse juntos, etc. Un valor importante. Aunque también pueden surgir rivalidades, enemistades, desavenencias. Esto también es normal.
¿Cómo hacer que esto no se convierta en «mafia» o en amiguísimo? Pues teniendo claro que en la institución se está al servicio de unas metas, de unos objetivos. Y no podemos poner por encima de estos objetivos nuestras relaciones de amistad. Ni nuestras enemistades. Hay que «centrarse en la tarea», hay que «objetivar» las cosas; respetar básicamente las normas de la institución, que fueron creadas justamente para evitar que los vaivenes emocionales de las personas vayan en detrimento de los objetivos de los fundadores.