Un comentario entusiasta sobre el Mensaje del Papa para las Comunicaciones Sociales proviene del periodista Paolo Borrometi, que lleva siete años bajo escolta. En nuestra entrevista, acoge las palabras de Francisco como un estímulo para hacer cada vez mejor, denuncia la distorsión generalizada en cierto periodismo que ha pasado de ser «perro guardián de la democracia» a «perro de compañia», y menciona el maxi-juicio de la ‘ndrangheta calabresa y la forma de (no) documentarlo.
(vaticannews.va).-El tema del Mensaje del Papa para las Comunicaciones Sociales está tocando la sensibilidad de muchos operadores del sector, al haber puesto bajo la lupa los riesgos de una información achatada, no valiente y prefabricada. Las palabras de Francesco llegan como un bálsamo y son acogidas como una invitación a una mayor solicitud para un periodista como Paolo Borrometi, actualmente subdirector de Agi y parte del equipo de Tv2000. Tiene numerosas investigaciones en su haber, se ha ocupado mucho de mafia y vive con escolta desde 2014.
R. – Una vez más quiero agradecer al Santo Padre, que es uno de los verdaderos revolucionarios de nuestro tiempo, también por el estímulo que siempre nos da para continuar y hacer más. Este es el leitmotiv que veo en este Mensaje: no resignarse a una forma de informar, sino ir siempre más allá, poner el corazón más allá del obstáculo, intentar hacerlo mejor. Eso sí, intentar hacerlo mejor no es un intento de ser arrogante, pero sí de luchar contra nuestros límites. Cuando decimos «desgastar las suelas de los zapatos» -que es lo que debe hacer todo reportero- significa «no sentarse», ir a relatar sobre los últimos, la voz de los sin voz. Es una hermosa llamada que nos consuela y me invita, nos invita a hacer más.
El Papa advierte del riesgo de una comunicación siempre igual, que nunca sale a la calle para encontrarse con la gente y verificar las noticias. Por desgracia, también hay un periodismo que tiene que rendirse a este estilo por falta de recursos y de valor editorial. ¿Qué opina al respecto?
R. – Sí, el Papa denuncia el riesgo de periódicos fotocopias, en los que el género de la investigación y el reportaje pierde espacio y calidad, en beneficio de la información preconfeccionada. Creo que este es el verdadero problema de la información actual, una información cada vez más acelerada y en la que el competidor, sobre todo para compartir en las redes sociales, ya no es la calidad, sino el tiempo. Es un gran problema. Lo digo tanto desde el punto de vista de los que han intentado en su experiencia periodística hacer investigación – un grupo en el que entramos muy pocos, hoy en día, por muchas razones: no hay más posibilidades económicas, los editores invierten muy poco, la investigación cuesta mucho esfuerzo y luego no garantiza el aterrizaje; no siempre el trabajo de investigación te lleva a una publicación -y como subdirector de una agencia de noticias eso siempre choca con la necesidad de dar la noticia, pero con la conditio sine qua non fundamental, no sólo de verificarla, sino de profundizarla y, precisamente, de no achatarla. Ir más allá, por tanto, para ver donde tantos otros no quieren ver por conveniencia, culpa o dolo. Este es un aspecto que el Santo Padre, en mi opinión, perfila de manera extraordinaria.
El Papa elogia a los periodistas, camarógrafos y editores que a menudo se arriesgan en su trabajo. ¿Cuánto alto es este precio para ti que vives bajo escolta? ¿Cómo lo acepta?
R. – En este momento tengo 47 juicios por amenazas de muerte. Algunos ya han terminado en primera instancia, otros están en segunda instancia, otros en el Tribunal Supremo. El precio es alto. Pero siempre intento recordarme a mí mismo que no somos la noticia, que debemos seguir escribiendo noticias. Es algo muy diferente. En mi vida he soñado con ser periodista y trato de serlo cada día. Estas palabras del Santo Padre me traen a la memoria aquella conversación privada de cuarenta minutos extraordinarios que mantuve con él pocos días después de que la Fiscalía de Catania hiciera pública aquella «sensacional acción delictiva» en la que yo debía morir. Escuché la enésima llamada de esa voz de la conciencia que muchas veces llevo a casa por la noche muy cansado, agotado, lejos de mis seres queridos, lejos de mi familia, pero que me da ganas de seguir simplemente cumpliendo con mi deber. No debemos compadecernos de nosotros mismos. Debemos ser periodistas. Por otro lado, si, tras las numerosas amenazas, hubiera dejado de ser periodista, no sólo habría perdido yo, sino toda la gente, poca o mucha, que, gracias a mí y a muchos colegas, encuentra la forma de relatar hechos que casi nadie o poca gente cuenta. Creo que las palabras del Santo Padre se dirigen con mayor razón a los numerosos colegas que relatan esas periferias del mundo, que deben ser iluminadas de día.
Paolo Borrometi
¿Tiene solución el fenómeno de las fake news?
R. – Será solucionable cuando se haga un pacto de honor, especialmente con los llamados líderes de opinión. Las noticias falsas no se pueden frenar sólo con el compromiso -que debe haber y que considero casi asumido- de los periodistas, sino también con un pacto de honor que debe haber entre los periodistas, los que tienen responsabilidades públicas, las redes sociales.
Hablar de la pandemia sólo a través de los ojos de los países más ricos es otra distorsión destacada en el Mensaje del Papa…
R. – Cada día me esfuerzo con mis colegas encargados de las noticias internacionales de profundizar acerca de los países de los que menos hablamos. El tema de las vacunas… ni siquiera sabemos cuántos son los contagios. Dar voz a los países desfavorecidos económicamente, donde se sigue muriendo y donde morir no es noticia. Es una locura. Penemos en el Santo Padre que se refirió ayer al sintecho muerto… Tenemos que construir puentes. Debemos dar a estas personas sus nombres y apellidos. Hemos llegado a un momento en el que la gente sigue muriendo en el Mediterráneo y esto no es cubierto por los periódicos. Me parece aberrante.
El primer gran juicio a la ‘ndrangheta calabresa comenzó a mediados de enero. ¿Cómo ve esta operación judicial? ¿Tiene la impresión de que está teniendo una buena cobertura mediática?
R. – El día en que comenzó el maxi juicio fue el día de la crisis de gobierno en Italia. No estoy pidiendo que no se aborde la crisis, por supuesto que no. Pero no es posible que exista este fuerte desequilibrio. De hecho, hemos oscurecido por completo un juicio que es histórico, no sólo desde el punto de vista de la acusación, sino también en cuanto al derecho de defensa. Veo una escasa cobertura. También diré otra cosa: si queremos explicar a los jóvenes el maxi-juicio de Cosa Nostra, recurramos a las Teche de la Rai donde están archivadas las imágenes. En el maxi juicio contra la ‘ndrangheta, el Tribunal no dio a las cámaras la posibilidad de documentar el juicio. Se algo gravísimo, que en otra época histórica habría ocupado las portadas de los periódicos, pero en cambio, en esta época histórica, no encuentra espacio ni siquiera para un breve artículo.