Los Dicasterios de la Santa Sede contados desde dentro: historia, objetivos y el «presupuesto de misión», cómo funcionan las estructuras que apoyan el ministerio del Papa. El arzobispo Rino Fisichella, presidente de este organismo, describe las labores que realizan.
(www.vaticannews.va).-Es una estructura dedicada al anuncio, misionera en sus raíces por voluntad de los Papas. Nacido con Benedicto XVI y ampliado en sus responsabilidades por Francisco. El Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización en una década de vida ha tomado diferentes caminos para llevar el Evangelio a los centros y periferias de la humanidad de forma novedosa. El Domingo de la Palabra de Dios, el Jubileo de la Misericordia, la Jornada Mundial de los Pobres son solo la punta de un “iceberg apostólico” que se apoya en un grupo de trabajo compacto y en un presupuesto de misión que, en los datos oficiales de 2021 de la Santa Sede, forma parte de los 21 millones de euros asignados en total a treinta dicasterios e instituciones vaticanas. El Presidente del Pontificio Consejo, Monseñor Rino Fisichella, que lo dirige desde su creación, explica cómo funciona y qué hacen.
El Presidente del Pontificio Consejo, Monseñor Rino Fisichella
Creado por Benedicto XVI en septiembre de 2010, el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización es uno de los dicasterios más jóvenes de la Curia Romana. ¿Cuál es el resultado de su primera década y cuáles son las prioridades para el futuro inmediato?
Como se anunció en el motu proprio fundacional de Benedicto XVI, Ubicumque et semper, las prioridades del Pontificio Consejo son apoyar la reflexión sobre los temas de la nueva evangelización y, sobre todo, identificar y promover las vías y los medios para realizarla. Con la elección del Papa Francisco, el Dicasterio ha asumido y hecho suyos los nuevos retos anunciados por su Exhortación Apostólica Evangelii gaudium.
A lo largo de su primera década de vida, el Pontificio Consejo ha recibido diversas competencias adicionales que han especificado su acción. En particular, en 2013 con el motu proprio Fides per doctrinam recibió la competencia sobre la catequesis y en 2017 con el motu proprio Sanctuarium in ecclesia, la de los santuarios. Asimismo, al Pontificio Consejo se le ha encomendado una serie de iniciativas que se han hecho habituales en toda la Iglesia universal, como las 24 horas para el Señor, la Jornada Mundial de los Pobres y el Domingo de la Palabra de Dios. Por último, durante estos 10 años, a este Dicasterio se le ha encomendado la organización del Año de la Fe (2012-2013) y del Jubileo Extraordinario de la Misericordia (2015-2016).
Estas competencias, así como los eventos, han definido aún más los desafíos y la atención de la Iglesia en lo que respecta a la nueva evangelización y, por lo tanto, del Dicasterio, que busca animar cada vez más en primer lugar a la comunidad cristiana para que tome conciencia de la obra de evangelización, pero sin olvidar el contexto cultural especialmente en Occidente que está experimentando un profundo cambio de época con consecuencias también para la fe.
El logo del Jubileo de la Misericordia
Las limitaciones impuestas por la pandemia también están cambiando la forma de proclamar el mensaje del Evangelio. ¿Cómo afecta esta situación de emergencia al trabajo del dicasterio? ¿Qué papel pueden desempeñar los nuevos medios de comunicación y las plataformas sociales en este sentido?
Durante este último año, las iniciativas y actividades del Dicasterio han tenido que hacer frente a la pandemia en curso. El Dicasterio ha podido constatar la voluntad de hacer aún más eficaz el anuncio del Evangelio, y realmente hemos visto muchas iniciativas de nueva evangelización compatibles con la normativa sanitaria. Las redes sociales y las diversas plataformas que han hecho posible la celebración de reuniones y conferencias en línea han desempeñado un papel importante. Somos muy conscientes de que el anuncio del Evangelio no puede ni debe separarse de los encuentros personales, pero no podemos dejar de reconocer que el desafío digital es uno de los mayores retos de la nueva evangelización en la actualidad, y este periodo ha acelerado su inevitable evolución. Personalmente, he podido intervenir en muchas conferencias online, organizadas en todo el mundo, a las que han asistido muchas personas (en algunos encuentros más de mil) y que han conseguido un gran número de visualizaciones posteriores, algo que quizá no hubiera ocurrido de modo presencial.
Reunión del personal del Dicasterio
Saber hablar de Dios a la gente en la era digital es uno de los retos más urgentes para la Iglesia de hoy. ¿Qué indicaciones a este respecto dio el Directorio para la Catequesis publicado el año pasado por el dicasterio?
El Directorio para la Catequesis dedica varios números a la relación con la cultura digital (359-372). Para comprender plenamente este reto hay que entender, en primer lugar, que es mucho más complejo que la mera presencia de la Iglesia en Internet. Pensar que estamos al día solo porque todas las diócesis y parroquias tienen su propia página web es una ilusión de la que deberíamos alejarnos. La presencia en Internet es sin duda un hecho positivo, pero la cultura digital va mucho más allá. Toca la raíz de la cuestión antropológica decisiva en todo contexto educativo, la de la verdad y la libertad. La cuestión que se plantea el Directorio a este respecto no es cómo utilizar las nuevas tecnologías para evangelizar, sino cómo convertirse en una presencia evangelizadora en el continente digital. De hecho, la catequesis necesita ciertamente conocer el poder del medio y utilizar todo su potencial y sus aspectos positivos, con la conciencia, sin embargo, de que no se hace catequesis solo utilizando las herramientas digitales, sino ofreciendo espacios eficaces para las experiencias de fe. En este nuevo contexto, por tanto, la tarea de la catequesis es favorecer el acompañamiento y la experiencia de Dios para ofrecer un sentido a la existencia. De hecho, la transmisión de la fe se basa en experiencias auténticas que se transforman en testimonio para dar sentido a la vida.
Los pasillos del Dicasterio
¿Cuál es la estructura actual del Pontificio Consejo y cómo está organizado su servicio? ¿Qué gastos tiene y en qué medida el presupuesto económico corresponde al «presupuesto de la misión” encomendada al dicasterio?
El Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización está dirigido por un Presidente, asistido por un Secretario. También hay un Subsecretario y un Jefe de Oficina, así como funcionarios a los que, por idioma y competencia, se les confían las áreas del Dicasterio. La sección de catequesis cuenta con un delegado especial, mientras que el resto del personal está asignado a la secretaría técnica. Es evidente que el presupuesto del Dicasterio cubre las necesidades más inmediatas, mientras que la gran generosidad de los benefactores permite llevar a cabo las diversas iniciativas que se desarrollan, especialmente las orientadas a la Semana para celebrar la Jornada Mundial de los Pobres.
Balance de la Santa Sede 2021
«La ignorancia de las Escrituras es la ignorancia de Cristo», escribió san Jerónimo. A la luz de esta advertencia, ¿puede la celebración del Domingo de la Palabra -instituida hace dos años por el Papa Francisco y encomendada al Pontificio Consejo – ayudar a fomentar una mayor familiaridad con los textos sagrados en el Pueblo de Dios?
Con el motu proprio Aperuit illis de 2019, el Papa Francisco quiso instituir el Domingo de la Palabra de Dios, que se celebra el tercer domingo del Tiempo Ordinario, precisamente para que la comunidad cristiana se centre en el gran valor que la Palabra de Dios ocupa en su existencia cotidiana. Con esta institución, el Papa quiso responder a las numerosas peticiones llegadas del Pueblo de Dios, para que este domingo de la Palabra de Dios se celebrara en toda la Iglesia con un giro que puede ser análogo a la fiesta del Corpus Christi dedicada a la Eucaristía. El domingo de la Palabra de Dios, por tanto, se considera una iniciativa pastoral de nueva evangelización, con el fin de reavivar la responsabilidad que los creyentes tienen en el conocimiento de la Sagrada Escritura y en mantenerla viva mediante una labor de transmisión y comprensión permanente, capaz de dar sentido a la vida de la Iglesia en las diferentes condiciones en que se encuentra. Este domingo, por tanto, puede ser una oportunidad para reflexionar y tratar de encarnar la Biblia en la vida cotidiana. Cada comunidad cristiana ha encontrado las formas más adecuadas de hacerlo a través de iniciativas dedicadas a ello, desde una atención especial en la liturgia, hasta la lectio divina, pasando por diversas iniciativas para profundizar en la Sagrada Escritura y muchas otras. El Dicasterio se compromete ahora de forma más concreta a apoyar a las Conferencias Episcopales para que la innovación deseada por el Papa Francisco sobre el ministerio del lector encuentre mayor respuesta y atención.
Uno de los subsidios elaborados por el Dicasterio
De las palabras a los hechos: Cada año, desde 2017, la Jornada Mundial de los Pobres nos invita a partir el pan de la Palabra y de la caridad, especialmente con quienes son víctimas de la «cultura del descarte». ¿Cuánto falta para lograr la «Iglesia pobre para los pobres» que el Papa Francisco pidió al día siguiente de su elección?
El Papa Francisco en su Carta Misericordia et misera al concluir el Jubileo Extraordinario de la Misericordia afirmó: «He intuido que, como un signo concreto más de este Año Santo extraordinario, la Jornada Mundial de los Pobres debe celebrarse en toda la Iglesia con ocasión del XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario. Será la preparación más digna para vivir la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, que se identificó con los pequeños y los pobres y que nos juzgará por las obras de misericordia». Es una jornada que ayuda a las comunidades y a cada bautizado a comprometerse porque, mientras Lázaro esté a la puerta de nuestra casa, no puede haber justicia ni paz social. Esta Jornada constituye también una auténtica forma de nueva evangelización que renueva el rostro de la Iglesia en su perenne labor de conversión pastoral para ser testigo de la misericordia.
El próximo mes de noviembre será la quinta Jornada Mundial de los Pobres, que se celebrará con muchas iniciativas en todo el mundo, pero sobre todo con una renovada conciencia de atención a estas personas que con demasiada frecuencia son víctimas de la «cultura del descarte», junto con la comprensión de que son ellos, los pobres, los que nos evangelizan. Esta dimensión de reciprocidad se refleja en el logotipo elegido para esta jornada: una puerta abierta con dos personas en el borde. Ambos extienden la mano, uno porque pide ayuda, el otro porque quiere ofrecerla. De hecho, es difícil entender cuál de los dos es realmente pobre. O mejor dicho, ambos son pobres. El que tiende la mano para entrar pide compartir; el que tiende la mano para ayudar es invitado a salir y compartir. Son dos manos extendidas que se encuentran donde cada una ofrece algo. Dos brazos que expresan la solidaridad y que provocan que uno no se quede en el umbral, sino que salga al encuentro del otro. Por supuesto, siempre queda un largo camino por recorrer, pero seguramente la Jornada está ayudando a que la Iglesia avance en esta dirección.
El momento de la oración del Ángelus
Hace seis años, al anunciar el Jubileo extraordinario con la bula Misericordiae vultus, el Papa estableció la figura de los «misioneros de la misericordia». ¿Qué función tienen y qué tareas realizan actualmente?
Con motivo del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, el Papa Francisco en su bula Misericordiae vultus instituyó los Misioneros de la Misericordia. Son sacerdotes a los que el Papa ha dado la autoridad de perdonar aquellos pecados que están reservados al Sumo Pontífice, para que quede claro el alcance de su mandato. Sobre todo, los Misioneros son el signo vivo de cómo el Padre acoge a los que buscan su perdón. El mandato de los Misioneros de la Misericordia también se ha extendido más allá del Jubileo. El Papa quiso entender que su acción pastoral pone de manifiesto que Dios no pone límites a quienes le buscan con un corazón arrepentido, porque llega a todos como un Padre, especialmente en el sacramento de la Reconciliación. En la actualidad, hay unos mil misioneros, sacerdotes y religiosos de todo el mundo que, en sus respectivos contextos, a través del ministerio de la confesión, los encuentros espirituales y la predicación, promueven y permiten a las personas experimentar la gran misericordia de Dios. Casi a diario, el Consejo Pontificio recibe cartas de los Misioneros en las que comparten con nosotros su trabajo y cómo muchas personas y sacerdotes necesitan realmente experimentar el perdón de Dios en sus vidas.
La campana del Jubileo de la misericordia