(genbeta.com).-Cada cierto tiempo se presenta a bombo y platillo una nueva (y, a veces, incluso novedosa) red social que aspira a destronar a Facebook, Twitter, Instagram y compañía. Durante unos días (si hay suerte, semanas) hace crecer la expectación gracias a los titulares de los medios y al interés de los ‘early adopters’…
…y luego nunca más se supo. Años después, quizá descubres que aquel perfil que te creaste sigue existiendo, porque la red en cuestión se las ha apañado para ir sobreviviendo, usualmente con algún cambio de propietario de por medio, pero lo habitual es que estas redes terminen muriendo sin hacer ruido.
Recordemos algunas de ellas:
Beme
Hace cinco años, uno de los youtubers más famosos del momento, Casey Neitstat, anunció que había desarrollado una nueva red social que desafiaba todos los esquemas convencionales de lo que debía ser una red social.
Para ello, hizo que la app móvil de Beme sólo pudiera grabar con la pantalla apagada y animó a sus usuarios a colgarse el smartphone del cuello y a dejar que grabase sus experiencias en primera persona: luego el vídeo se subía solo sin dar la oportunidad al usuario de editarlo.
Puestos a romper esquemas, Beme suprimía incluso los ‘likes’ y ‘dislikes’, permitiendo en su lugar contestar a los vídeos con fotos; Neitstat lo consideraba una forma más «real» de dar feedback.
La primera semana después de su lanzamiento fue un bombazo para Beme (se subieron 1,1 millones de videos a la plataforma), pero las cifras fueron cayendo inexorablemente después de aquello. Pero eso no disuadió a algunos inversores: a finales de 2016 la CNN decidió comprar la red por 25 millones de dólares, mantener a su frente a Neitstat para que ‘le diera una vuelta’ a la idea original.
El objetivo de la CNN era reinventar la forma de acercar la actualidad informativa a la nueva generación millennial y convertir Beme en parte central de su negocio digital…
Pero Beme echaría el cierre en febrero de 2018, sin haber revolucionado ni el mundo de las redes sociales ni el de las noticias online.
Ello
Una red social minimalista sin anuncios y respetuosa de la privacidad del usuario: esos fueron los argumentos enarbolados por Ello para atraer la atención mediática cuando esta red social fue lanzada en 2014.
El hecho de que al principio sólo pudieran sumarse usuarios por invitación, no hizo sino crear un poblado de hipsters que, aburridos de Tumblr, buscaban prados más verdes para exhibir su impecable gusto por los GIFs y las imágenes ‘aesthetic’.
Suma a eso cosas como una interfaz poco clara a la hora de publicar mensajes, una aparente ausencia de modelo de negocio (sin publicidad, la única vía de financiación de Ello era su tienda online de camisetas), etc… y tenemos una red social incapaz de aprovechar el hype post-lanzamiento.
En su defensa hay que decir que, al menos, Ello es una de las redes que sigue existiendo: ahora se vende como «la red de los creadores», tras haberse hecho ‘fuerte’ en el nicho de los artistas y diseñadores gráficos (sobre todo anglosajones) y haber renunciado a llamar la atención del público general.
Peach
Como Beme, Peach también nació en 2016 (de la mano de Don Hoffman, el creador de Vine) y, como Ello, también hablaba de respeto a la privacidad. Y, sí: como el resto de la lista, atrajo rápidamente la atención de los early adopters sobre sí. Nuestros compañeros de Applesfera decían entonces que
«Resulta complicado poner etiquetas a un producto tan versátil como Peach. Lo primero que hay que destacar es que no hay un timeline como tal, es decir, que tendrás que entrar en el perfil de cada usuario para ver qué ha estado haciendo, y precisamente esto es lo que convierte a la red social en algo más íntimo».
Jugó en su contra que, tras su lanzamiento, sólo estuviera disponible en inglés y para iOS, y que funciones como el cotejo de agendas con otros ‘peachers’ para detectar posibles contactos en la vida real sólo funcionara con números de móvil de EE. UU.
Pero ni siquiera en EE. UU. fue capaz de encontrar un hueco diferenciado. Curiosamente, Peach sigue existiendo, pero desde 2016 no ha vuelto a generar titulares en la prensa tecnológica o generalista.
Path
Path nació en 2010, se presentaba como «la red social para tus amigos de verdad» y presumía de ser «un diario inteligente» con el que podíamos llevar un registro de todas nuestras actividades importantes.
Todo ello posicionándose (¿lo adivináis?) como una red social pro-privacidad… aunque un tiempo después terminaría protagonizando alguna que otra polémica por envíos masivos de SMS a los contactos de la agenda de sus usuarios.
En poco tiempo, llegó a acumular 15 millones de usuarios… pero a los tres años empezaron los problemas: varios empleados clave de la compañía abandonaron, y comenzaron los problemas de financiación.
Así, en 2015 fue comprada por la compañía surcoreana Kakao, que pretendía explotar el hecho de que, pese a su decadencia, Path había logrado hacerse fuerte en el mercado indonesio. Pero ni eso fue suficiente para levantar el vuelo, y Path terminó cerrando sus puertas en 2018.
Quitter
Rara vez una red social emergente ha dejado tan claro desde el primer momento en qué red se inspiraba y a cuál pretendía desbancar como en el caso de Quitter: la alternativa descentralizada y «anticapitalista» a Twitter.
Esta red de microblogging (no dependiente de un único servidor, sino de varios interconectados: quitter.se, quitter.no, quitter.is…) copiaba desde el nombre a la gama de colores de Twitter, y buscaba aventajarla en aspectos como el límite de caracteres (variable según el servidor, pero que podía llegar hasta los 1000) y la existencia de grupos (a imagen y semejanza de los de Facebook y Google+).
En España, pese a algunos intentos de activistas políticos influyentes en Twitter de liderar un abandono de esta última para desembarcar masivamente en Quitter, rápidamente las aguas volvieron a su cauce y los servidores de Quitter fueron cerrando sin hacer ruido. Hoy en día, su heredero tanto a nivel técnico como filosófico es el igualmente descentralizado Mastodon.