(adn.celam.org).-Cáritas Venezuela, junto con Fe y Alegría y la Asociación Venezolana de Servicios de Salud de Orientación Cristiana (AVESOCC), han iniciado los pasos para crear un sistema compartido de gestión de información automatizada y de geolocalización para monitorear las necesidades humanitarias de la población que atienden.
Janeth Márquez, directora ejecutiva de Cáritas, explicó que esta iniciativa surge en 2016, momento cuando “no había data sobre el sufrimiento de la población. La situación era visible, pero no había datos. Cáritas decidió levantar información que proporcionara criterios para el uso eficiente del recurso financiero. Comenzamos de forma manual, casi artesanal, con cuatro lugares. Ahora son más de 127”.
Aclaró que “Cáritas no es una organización con un mandato de generar estadísticas, pero sí con la responsabilidad de ser la voz de los sin voz, y ser la caricia de la Iglesia a los más vulnerables”, por ello, a partir del ‘Taller de Cierre de la Fase Piloto de Validación del Sistema de Información sobre Nutrición, Seguridad Alimentaria y Salud (SISAL)’ han decidido crear este sistema compartido.
¿Venezuela se arregló?
Justamente Susana Rafalli, asesora de Cáritas y experta en ayuda humanitaria, ha explicado que “existe el gran relato de que Venezuela se arregló, y la principal imagen que se está vendiendo del país es la de los estadios, la de la Serie del Caribe, la de los bodegones, la de la opulencia y la suntuosidad”.
Bajo esta motivación, las tres organizaciones han unido esfuerzos para visibilizar a esa otra Venezuela, de hecho, “nosotros tenemos registros desde el terreno de que, por la situación de desigualdad, hay mucha gente pasando necesidades muy urgentes”.
Luego de siete años del lanzamiento del Sistema de Alerta, Monitoreo y Atención Nutricional, SAMÁN, Cáritas da otro paso con la incorporación de tecnología de información geográfica, la estandarización con escalas de uso internacional y el llamado a un trabajo conjunto de tres grandes organizaciones de acción social de Venezuela.
Al respecto, Yaika Weber, responsable de la unidad de servicios de Fe y Alegría, destacó la importancia de esta coalición puesto que “configura un sistema que permite ver técnicamente cuáles serían los sectores donde debemos priorizar nuestras atenciones, por lo cual esta alianza es estratégica para poder hacer un trabajo más direccionado y con mejores herramientas”.
Proceso tecnológico desarrollado
Por supuesto, el objetivo de las organizaciones – precisan – no es generar información representativa del país, sino reflejar la situación de quienes están más necesitados y son los que acuden a los servicios sociales de la Iglesia católica.
“Al conocer la tendencia a la mejora o a empeorar es que podremos pronunciarnos sobre la realidad en parroquias y municipios específicos y actuar en consecuencia”, apunta Rafalli.
Se trata de una iniciativa que ofrece ventajas estratégicas al localizar geográficamente a la población para focalizar las ayudas en los más vulnerables, explica Mariana Estupiñán, Jefe de Proyectos y representante de AVESSOC.
Para ello, han validado el sistema en cinco ciudades: Cumaná, Ciudad Bolívar, Maracaibo, Táriba y Puerto La Cruz en las que la información no estaba automatizada ni digitalizada y donde estaban presentes las tres organizaciones.
Asimismo han podido comprobar su versatilidad y recursividad al permitir la selección y análisis diferenciado de variables simples o por cruce de datos, mediante tableros que ya usan las organizaciones de la RASI (Red de Acción Social de la Iglesia) por lo que el proceso de adaptación será más rápido. Que quienes trabajan en este proceso puedan ver los resultados del esfuerzo, es otra fortaleza.
Familias vulnerables
En la fase piloto de este proyecto han realizado 400 entrevistas con 2300 personas, entre estos, unos 200 niños y niñas, que fueron tamizados para su evaluación nutricional. Los datos preliminares han revelado que si el índice de seguridad alimentaria no es crítico como en años anteriores, han podido comprobar que el poder adquisitivo de las familias ha mermado considerablemente.
“Las familias tienen un elevado costo patrimonial y, además de minar sus posibilidades para tomar la ruta del desarrollo humano, les colocan en un estado de altísima vulnerabilidad: cualquier amenaza del entorno les llevaría al colapso”, señala Raffalli al tiempo que añade: “Se van o se mueren”.
Por ahora, las tres organizaciones tienen “el desafío de gestionar recursos para operar consolidando protocolos más rigurosos de captación de información, ampliando los puntos de colecta de información, venciendo las dificultades logísticas y el cansancio después de tantos años de trabajo en respuesta a la crisis”.
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