En el Diccionario de la Doctrina Social de la Iglesia, Alessandra Carenzio y Marco Rondonotti subrayan la necesidad de pensar en los medios de comunicación como recursos para la formación de personas y comunidades a través de la activación de procesos socioeducativos.
(vaticannews.va/it).-Los medios de comunicación viven con nosotros, en las prácticas diarias, en las elecciones profesionales, en las relaciones y los intercambios emocionales. No se trata de aceptar pasivamente la nueva situación con actitud de entrega, sino de trabajar para que esta condición pueda generar procesos socioeducativos en una perspectiva con contornos inéditos y fructíferos. Esto es concebible gracias a dos órdenes de razones: la primera tiene que ver con la propagación de los medios además de los lugares habituales, hasta el punto de constituir parte del tejido conectivo que nos une entre nosotros; El segundo es el punto de inflexión de la atención educativa que ya no se pone en el conocimiento de los alfabetos digitales, sino en la responsabilidad que debe expresarse en términos de participación seria en la vida de la comunidad.
La educación mediática es una «postura» y es imposible pensar en medios sin educación, ni en educación sin medios. Se puede definir como «aquel campo de las ciencias de la educación, las ciencias de la comunicación y el trabajo educativo que considera a los medios de comunicación como recursos integrales para la intervención formativa». Con estas premisas, el compromiso de la pastoral en términos del acompañamiento de la comunidad no puede dejar de considerar a los medios de comunicación como uno de los nodos centrales. Esta necesidad también fue asumida por los obispos en el reciente Sínodo de 2018 dedicado a «Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional»; En el documento final del período de dos años dedicado al tema, por primera vez la Iglesia se expresa haciendo referencia explícita a la evangelización digital para un renovado impulso misionero.
La conciencia de la necesidad de una formación adecuada para abordar eficazmente la producción cultural contemporánea está quizás aún más presente después de lo vivido debido a la emergencia sanitaria por la pandemia del Covid-19. También encontramos rastros de esto en el Directorio para la Catequesis cuando afirma que «el lenguaje que tiene el mayor control sobre la generación digital es el de la historia, más que el de la argumentación»; Se reconoce así lo importante que es adquirir las habilidades necesarias para explotar las narrativas digitales en el cuidado de la calidad de las relaciones personales, en la comunidad y fuera de ella. Como dijo el Papa Francisco con ocasión del 54º Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, participar en la gran narrativa de nuestro tiempo significa «recordar lo que somos a los ojos de Dios, de testimoniar que el Espíritu escribe en los corazones, revelando a cada uno que su historia contiene maravillas maravillosas».
*Profesor de Didáctica en la Universidad Católica del Sagrado Corazón y miembro del Centro de Investigación CREMIT
**Miembro del Centro de Investigación CREMIT de la Università Cattolica del Sacro Cuore
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