Aquí tienes lo que la ciencia dice sobre la relación de los adolescentes y el tiempo que pasan frente a las pantallas de sus smartphones, y cómo iniciar la conversación con jóvenes de cualquier edad.
(es.wired.com).-Si le das a un menor de edad un smartphone, querrá tener una cuenta en las redes sociales.
La edad promedio a la que una niña o un niño adquiere su primer smartphone es de 10.3 años, según un informe de Influence Central. Al cabo de un año, es probable que un menor haya creado cuatro o cinco cuentas de redes sociales; a los 12 años, el 90% de ellos ya está en alguna de esas plataformas, según una investigación de Linda Charmaraman, investigadora científica que dirige el Laboratorio de Investigación sobre Medios de Comunicación para Jóvenes y el Bienestar en el Wellesley College (Massachusetts, EE UU).
Para madres, padres y tutores, la decisión de permitir que sus hijos se registren en TikTok, Instagram o Snapchat suele ser un acontecimiento desalentador. En mayo, Vivek Murthy, el Cirujano General de EE UU, es decir, el director de Salud, sugirió que las redes sociales contribuyen a una crisis de salud mental entre los jóvenes del país. En todo el mundo, los legisladores han estado presionando a compañías como Meta y TikTok para que restrinjan las características de diseño adictivo a las que se ven sometidos los jóvenes usuarios. Pero las redes sociales también resultan valiosas para ellos. Los espacios digitales pueden ser entornos beneficiosos para que entablen amistades y reciban apoyo social de sus compañeros. Así que si tus hijos comienzan a preguntarte por las redes sociales, o sospechas que ya tienen cuentas secretas, ¿qué deberías hacer?
“Las redes sociales no son como tal ni buenas ni malas”, comenta Charmaraman, cuya investigación se centra en el desarrollo de los adolescentes y las redes sociales. “Se trata sobre todo de saber cómo llega la gente a utilizarlas, de qué manera y de qué tipo de recursos disponen para navegar por ellas de una forma que les resulte adecuada”.
Es totalmente posible que las familias fomenten una relación sana con las redes sociales comprendiendo la ciencia detrás, iniciando conversaciones sobre ellas y la salud mental, y estableciendo límites en la configuración de seguridad y el uso que se les dan. He aquí cómo empezar, tanto si tus hijos tienen 17 años como si se acercan a los 10.3.
¿Qué dicen los estudios sobre las redes sociales y los menores de edad?
Todavía es muy pronto para determinar los efectos a largo plazo de las redes sociales en la salud mental de los jóvenes, señala Charmaraman. Así que anima a los padres a analizar de forma crítica los estudios más difundidos que establecen correlaciones entre su uso por parte de los adolescentes y las consecuencias negativas, como la depresión y la ansiedad. “Si examinamos el valor estadístico que explica el aumento de las tasas de alteraciones de la salud mental debido a las redes sociales o la tecnología, es menos del 1%”, afirma.
Los estudios correlativos también descartan fuerzas mayores que contribuyen a las alteraciones de la salud mental, como el estatus socioeconómico o las relaciones familiares. Por ejemplo, si un menor vive en un hogar donde los padres discuten con frecuencia, es posible que recurra con más frecuencia a las redes sociales en busca de apoyo o distracción. Eso no significa que estas sean el problema. Y más restricciones respecto a dichas plataformas digitales tampoco se asocian a una niña o un niño más feliz, puntualiza Charmaraman.
Además, es importante comprender que gran parte de la investigación actual sobre las redes sociales y el bienestar de los jóvenes se enfoca en las familias blancas de clase media. Aún queda mucho por aprender sobre cómo repercuten en los jóvenes no blancos, LGBTQI+ o neurodivergentes, así como en situación de vivienda inestable.
En otras palabras, no existe una regla única para todas las redes sociales que esté comprobada científicamente. Adapta las siguientes pautas a tu familia y a tus hijos, y prepárate para ajustarlas a medida que crezcan y cambie su situación. No tengas miedo de establecer normas diferentes también para los hermanos: los niños de una misma familia poseen necesidades distintas.
Incorpora a tus hijos a las redes sociales
Quizá debas empezar antes de lo que piensas. “No des por sentado que tus hijos no están ya en las redes sociales”, resalta Charmaraman. Sobre todo si tienen un hermano mayor, o amigos con hermanos mayores, es probable que ya hayan estado en contacto con estas plataformas digitales de alguna manera.
Charmaraman recomienda entablar una conversación sobre las redes cuando los menores estén en los últimos años de la escuela primaria o secundaria, y después “incorporarlos” gradualmente a ellas con mucha estructura, reglas y supervisión al principio. Es más fácil ser proactivo sobre las pautas de su uso que intentar deshacer malos hábitos que se han ido consolidando durante años. “Prepara, en lugar de reparar”, aconseja. Y si tienes un adolescente más grande, no todas las esperanzas están perdidas, pero hablaremos de ello más adelante.
Para incorporar a tus hijos, empieza con el máximo nivel de escrutinio y seguridad sobre el uso que le darán a las redes sociales, y afloja las riendas poco a poco conforme vayan creciendo. Abre la aplicación de la red social que les interese y revisen juntos el menú de configuración. Conversa con ellos sobre cómo funciona la plataforma: ¿qué tipo de ajustes y parámetros de seguridad resultan convenientes en este momento? ¿Quién tiene permitido enviarles mensajes a tus hijos?
Si el menor es más pequeño, considera la posibilidad de que tú también tengas acceso a la contraseña de la cuenta. También puedes configurar los controles parentales internos de una aplicación; de este modo, si tu hijo encuentra contenido violento, sexual o inapropiado, intervendrás con mayor rapidez.
A medida que la niña o el niño crece y se gana más confianza, los padres pueden relajar las restricciones de los ajustes de seguridad. Si el menor demuestra que aún no es capaz de autorregular el tiempo saludable que pasa en las redes sociales, añade más limitaciones.
Chararaman recomienda irles incorporando gradualmente en lugar de prohibirles las redes sociales. Los niños encuentran formas de eludir las prohibiciones y, lo que es más grave, es probable que se contengan o callen si les ocurre algo negativo en internet.
Reconoce las señales del uso no saludable de redes sociales
¿Cómo distinguir entre un uso saludable de las redes sociales y uno que no lo es? Charmaraman indica que no existe un número mágico para los límites de tiempo en pantalla. Algunos niños utilizan sus teléfonos de forma responsable durante varias horas, si están buscando información o interactuando con amigos. Otros tienden a comportamientos más problemáticos, por lo que se beneficiarían de un mayor control de las horas que pasan frente a ellas.
Sarah Domoff, profesora adjunta de la Universidad de Albany-Universidad Estatal de Nueva York, sugiere que, cuando los padres observen el uso que hacen sus hijos de las redes sociales, se fijen en tres grandes categorías:
- El contenido que encuentran: no podrás impedirles ver todas las publicaciones inapropiadas de internet. Por eso es importante saber cómo se comportan ante ellas. ¿Siguen interactuando con material potencialmente dañino, estresante o falso? Si reaccionan de forma poco saludable a lo que ven en las redes sociales, considera la posibilidad de imponerles más restricciones. Si son capaces de reconocer y evitar el contenido inapropiado, podrás darles más independencia.
- Cuándo utilizan las redes sociales: “las investigaciones demuestran que algunos momentos del día son más relevantes que otros”, comenta Domoff. Si las pantallas interfieren con el sueño o las tareas escolares, mantén una conversación con tus hijos sobre la posibilidad de cambiar el horario de uso, para que no afecte a otras actividades que les proporcionan bienestar.
- Vulnerabilidades específicas de tus hijos: algunos jóvenes son más sensibles a determinados tipos de contenidos o interacciones que exacerban las alteraciones de la salud mental.
Utiliza estas tres categorías para guiar las conversaciones que entables con tus hijos sobre las redes sociales. Es importante reconocer que es apropiado para el desarrollo que los adolescentes reciban cierta privacidad de sus padres mientras exploran sus identidades. Si decides vigilar lo que hacen en internet, asegúrate de que son conscientes de ello. Plantea tus acciones con transparencia, resalta Domoff. Intenta decirles: “como me preocupa tu seguridad, voy a revisar tus contenidos” o “entiendo que haya cosas que no quieras que vea. Solo me interesa tu seguridad”.
Habla con tus hijos sobre redes sociales a cualquier edad (y quizá en el auto)
¿Y si tu hijo es un adolescente de más edad con cuentas en redes sociales, lo sepas o no? Nunca es demasiado tarde para iniciar una conversación, destaca Aliza Kopans, estudiante de tercer año de la Universidad Brown y cofundadora de Tech(nically) Politics, una organización que recopila historias de jóvenes sobre las redes sociales y aboga por una reforma legislativa. Señala que es importante que los adultos validen la relevancia de las redes sociales para los adolescentes, que no lo consideren una pérdida de tiempo, y reconozcan que las amistades online son tan valiosas como las que se forjan en la vida real. “Sé curioso”, recomienda Kopans. En lugar de hacer suposiciones, pregúntale a tus hijos adolescentes de qué manera emplean las redes sociales y cómo les hacen sentir, y parte desde ahí.
Domoff aconseja integrar las conversaciones sobre las redes sociales en tus charlas diarias. Maneja el tema de modo tan informal como si les preguntaras cómo les ha ido en la escuela. “Del mismo modo que quieres ser la persona a la que acudan tus hijos cuando se peleen con un amigo, también querrás serlo cuando se trate de interacciones online”, apunta Domoff.
¿Aún te incomoda? Intenta hablar de ellas en el auto, de camino a la escuela o al entrenamiento de basquetbol. A los padres les suele resultar más sencillo mantener conversaciones posiblemente incómodas mientras conducen, observa Charmaraman. Así hay un punto final natural y no tienes que establecer un contacto visual extraño.
Sé un buen ejemplo a seguir en el uso de redes sociales
Tu propio comportamiento como madre, padre o adulto de confianza influye mucho en la actitud de tus hijos ante las redes sociales. “Si estás revisando los emails del trabajo en tu teléfono durante la cena, ¿qué ejemplo les das?”, subraya Kopans.
Procura abrirte con ellos sobre tus propias experiencias y reflexiones respecto a las redes sociales, precisa Domoff. Como madre o padre, puedes servir de modelo en las conversaciones sobre el consentimiento y la privacidad online. Pregúntale a tu hijo: “¿te parece bien que publique esta foto nuestra?”. Y sugiere también que les compartas tus propias actividades cotidianas en línea, como las cuentas que sigues o los memes que te gustan.
Asimismo, aconseja que te sinceres en cuanto a las formas en que las redes sociales afectan tu propia salud mental, preguntándoles a tus hijos algo como “vi este contenido y me puso triste. ¿Tú ves cosas que te deprimen? ¿Qué buscarías en internet para levantarte el ánimo?”. Y aborda los errores que has cometido en las redes sociales y muéstrales a tus hijos adolescentes que ellos también se recuperarán de sus equivocaciones en estas plataformas digitales.
También enséñales cómo mantener un buen nivel de privacidad en internet. Instrúyeles sobre cómo crear y conservar en secreto contraseñas seguras para las cuentas de redes sociales, a configurar la autenticación de dos factores y a implementar una protección básica de sus smartphones.
Por último, deja que cometan algunos errores en las redes sociales, del mismo modo que inevitablemente se equivocarán en sus amistades o en la escuela. “Recuerda que estar en línea es una habilidad que los jóvenes necesitan desarrollar”, puntualiza Charmaraman. Las fricciones o los dramas en las plataformas digitales no significan necesariamente que debas aislarles de ellas. Con el tiempo, tus hijos adolescentes se convertirán en jóvenes adultos que necesitarán saber cómo regular su propia actividad en internet.
En lugar de sacar el martillo de la prohibición inmediatamente, considera las habilidades que estás ayudando a adquirir a tus hijos, observa Charmaraman: “Piensa menos en ‘¿cómo hago que dejen el teléfono?’ y más en ‘¿cómo les doto de la información y el autoconocimiento necesarios que les preparen para un futuro conectado digitalmente?’”.