La Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales servirá para advertir frente al uso de la IA en «guerras paralelas» y sobre otros mecanismos que alimentan la polarización en las redes sociales
(alfayomega.es/).-El carismático robot que encabeza este artículo, por muy realista que les parezca, no existe. Fue generado por nuestra documentalista, junto a otras varias decenas de imágenes, en décimas de segundo gracias a una herramienta de inteligencia artificial al alcance de cualquiera que abone una suscripción. Y aunque nosotros hemos tenido la delicadeza de señalárselo, la división de Inteligencia de cualquier Ejército podría ocultárselo al utilizar el mismo programa para fabricar las pruebas de un ataque que nunca sucedió o poner en boca de un líder una rendición. Es un uso torticero de la información que al Papa Francisco le preocupa y que ya calificó como «guerra paralela» en el mensaje publicado el pasado enero para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que se celebra este 12 de mayo.
En conversación con Alfa y Omega, María Rey, presidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), reconoce que «la inteligencia artificial puede ser una herramienta extraordinaria». Pero advierte de que «permite difundir bulos a gran velocidad». Para contrarrestar este potencial, celebra la aprobación en la UE del Reglamento sobre IA, que entrará en vigor en 2025, y espera que su impacto se contagie a otros países. Aunque lamenta que «es muy difícil ponerle puertas al campo». Ante los riesgos de imágenes virales que trampean la realidad, la presentadora de Telemadrid considera que «lo único que funciona es el periodismo de toda la vida, con honestidad, documentándose y narrando los hechos como los observas».
Rey señala un peligro que se suma al de la creación de imágenes, que no requiere el empleo de la IA, pero coloca al hombre igualmente bajo una maquinaria ajena a su control: cuando las redes sociales recompensan mediante su algoritmo los contenidos engañosos o polémicos sobre el resto, para aumentar las interacciones, con el consiguiente riesgo de superficialidad y polarización. Juan Benavides, catedrático emérito de Comunicación en la Universidad Complutense de Madrid, afirma que este ciclo está alimentado por los parlamentarios y que los profesionales se deben resistir aunque «estén tentados». «El populismo político es un gran productor del corto plazo», le reconoce, pero solo lleva a «la quiebra institucional y la pérdida de sentido».
Denuncia «una crisis de la verdad en la que esta tecnología ha llegado como la tormenta perfecta». Para mantenerse a flote, propone superar el modelo periodístico «puramente americano» y dominado por la mercadotecnia. Invita a recuperar la auténtica vocación periodística, que es perseguir la verdad en vez de dar cualquier noticia, verdadera o no, el primero. Exhorta asimismo a restaurar cuanto antes «la pérdida absoluta de la credibilidad de la información pública», con medios más rigurosos, para que cualquier bulo que ronde las redes sea ridículo en comparación.
Ocasión y riesgo
«Toda comunicación es, de manera especial en ese tiempo, uno de los elementos claves para la fortaleza de las democracias», señala la Comisión para las Comunicaciones Sociales de la CEE. Piden proteger este derecho constitucional.
«A veces definimos este momento como tiempos líquidos, una etapa en que la realidad cambia y se escurre entre las manos», diagnostica Rey. Frente a los cantos de sirena que prometen repercusión publicando rumorología, recuerda que «tenemos que seguir contando lo que pasa en el mundo». Incluso las injusticias en lugares lejanos, pues son de la incumbencia de «una sociedad que quiere ser cada vez más justa, democrática y solidaria». En defensa del oficio, la presidenta de la APM recuerda que «un periodista puede tener una ideología o el medio una línea editorial, pero eso no está reñido con contar los hechos con distancia». Finalmente, Benavides advierte de que el consumo de datos a toda velocidad «puede ser un problema en el futuro para pensar», pues recuerda que «la ética requiere tiempo». Y pide controlar la IA porque, aunque pinte robots en tiempo récord, «ser inteligente no significa dejar de ser estúpido»