Redes Sociales

Pbro. Jurcinovic: ‘Los pobres en la evangelización digital’

El vocero episcopal reflexiona sobre las oportunidades de las redes sociales para difundir el Evangelio y cómo influir para desafiar las injusticias y promover un cambio transformador en la sociedad.

(aica.org).-El presbítero Máximo Jurcinovic, director de la Oficina de Comunicación y Prensa de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), titula «Los pobres en la evangelización digital» una reflexión sobre cómo debe ser la tarea evangelizadora en las redes sociales y cómo influir para desafiar las injusticias y promover un cambio transformador en la sociedad.

El sacerdote argentino, que acaba de participar del Encuentro Latinoamericano y Caribeño de responsables de comunicación de conferencias episcopales y organismos eclesiales que organizó el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), considera necesaria la presencia del Magisterio del Papa Francisco sobre las nuevas debilidades del mundo en este espacio de misión.

«La tecnología y las plataformas digitales ofrecen oportunidades sin precedentes para difundir el Evangelio, pero debemos asegurarnos de que en estos avances estén presentes y participen los pobres y marginados, como también las temáticas que aborda Francisco sobre las nuevas fragilidades del mundo actual», subraya en la reflexión.

Texto del artículo de reflexión
El Sínodo es un proceso de escucha, discernimiento y diálogo en la Iglesia. Es una oportunidad para que todos los miembros del pueblo de Dios participen en la toma de decisiones y en la dirección pastoral de la Iglesia. Ya en la primera Asamblea, como en el posterior trabajo se ve como fundamental reconocer y valorar el papel de las tecnologías digitales en la difusión del Evangelio.

Es crucial abordar la Evangelización Digital con una perspectiva de participación de los pobres. La tecnología y las plataformas digitales ofrecen oportunidades sin precedentes para difundir el Evangelio, pero debemos asegurarnos de que en estos avances estén presentes y participen los pobres y marginados, como también las temáticas que aborda Francisco sobre las nuevas fragilidades del mundo de hoy. 

Para compartir estas líneas simplemente me expreso como un trabajador de la comunicación en la Iglesia, un servidor de la noticia del Evangelio en las redes sociales y en Internet.  Pertenezco a esa generación que allá por el 2009, sentimos conmoción ante el llamado del Papa Benedicto XVI a evangelizar el Continente Digital. Desde la Pastoral de la Comunicación y la reflexión de la Iglesia estamos llamados a renovar este proceso. Simplemente quiero sumar un aporte desde el trabajo cotidiano y me quiero preguntar sobre el lugar de los pobres y marginados en la Evangelización Digital, como la llamamos hoy por inspiración del Sínodo y sobre todo del Papa Francisco. Es crucial recordar que nuestra misión no está completa, como la de cualquier acción pastoral, si no incluimos la voz y la presencia de los pobres y marginados en la tarea evangelizadora.

Está claro que uno de los grandes servicios de la Evangelización Digital es darle un apoyo y conexión espiritual a quienes buscan esa necesidad vital en las redes sociales. Hoy es una verdadera y preponderante experiencia de diálogo con el mundo, y los Evangelizadores Digitales realmente animan comunidades virtuosas con hermanos y hermanas que buscan a Dios.

Siguiendo esta propuesta del Sínodo nos podemos preguntar como intervienen los pobres en la Evangelización Digital. Ellos también evangelizan y lo dice el Papa Francisco claramente en el número 198 de EG: «Ellos tienen mucho que enseñarnos. Además de participar del sensus fidei, en sus propios dolores conocen al Cristo sufriente. Es necesario que todos nos dejemos evangelizar por ellos. La nueva evangelización es una invitación a reconocer la fuerza salvífica de sus vidas». La Evangelización Digital como toda acción pastoral es con los pobres, no para ellos solamente.

Mas allá de la experiencia de encuentro y auténtica vida espiritual, de formación en la fe y testimonio de una Iglesia presente por donde pasa la vida hoy en día, no quiero dejar de preguntarme como desde la Evangelización Digital podemos crear conciencia sobre los problemas que enfrentan las personas en situación de pobreza. También como movilizar apoyo y profecía para dar lugar a una Iglesia «hospital de campaña» que busca junto a otros aliviar estas condiciones de vida. Y no solo desde una descripción o visibilización, sino desde un autentico servicio a los más pobres, para que, siguiendo la enseñanza de Francisco, los pobres sean protagonistas.

Los llamados Evangelizadores Digitales, como todo misionero cristiano, entiendo tienen un papel importante en la denuncia profética de la injusticia, actuando como voces contemporáneas que llevan el mensaje del Evangelio a una amplia audiencia. Esta tarea la hacen unidos a la tradición profética de la Iglesia, que siempre ha abogado por la justicia, la equidad y la defensa de los más vulnerables.

¿Cuál es el lugar en la Evangelización Digital de la desigualdad, marginación, exclusión, degradación del Medio Ambiente, infancia en riesgo, adicciones, migrantes, refugiados y trata de personas, y tantas otras realidades que nos propone la visión profunda sobre el dolor del mundo que nos da Francisco?

El diferencial del Evangelizador Digital es justamente la no preocupación exclusiva por aumentar su número de seguidores y evitar molestias en los seguidores por abordar problemas reales y urgentes como los detallados anteriormente.

Todos estamos llamados a abandonar las burbujas de comodidad y privilegio que pueden darnos las redes sociales y que nos impide comprender verdaderamente las luchas diarias de las personas en situación de pobreza. Esta comodidad puede llevar a una falta de empatía y a mensajes que, aunque bien intencionados, pueden parecer condescendientes o desconectados de la realidad. La ausencia de un enfoque en la justicia social y la promoción humana perpetúa la idea de que la pobreza es un problema secundario o inevitable, y donde la mirada de la Iglesia es puesta en una órbita de falso romanticismo o de una tierna compasión superficial. 

Es verdad que todos aquellos que participamos en las redes sociales, vivimos en la tensión de medir la relación con los seguidores. Pero si hablamos del Evangelio, sabemos que habrá que decir cosas que seguramente no se quieren escuchar, y que mucho menos se pueden «atenuar». Pienso en temas como la aporofobia, la discriminación, la violencia contra las mujeres o incluso el ataque a la justicia social o a los Derechos Humanos.

A veces en el Continente Digital queremos evitar la controversia o afectar a los seguidores. Pero me pregunto si la neutralidad aparente no es una forma de evitar el conflicto, lo cual diluye el poder transformador del Evangelio. Se puede terminar sin quererlo en un enfoque superficial, donde se evita hablar de injusticias sociales y se priorizan mensajes más «seguros» y en algunos casos económicamente más viables.

Hablar de justicia y del Evangelio implica cuestionar estructuras de poder y privilegio, lo cual puede ser incómodo tanto para los Evangelizadores como para su audiencia. Las experiencias de presencia de la Iglesia en el mundo digital deben desafiar las injusticias, denunciar el pecado estructural y promover un cambio transformador en la sociedad. Sabemos que existe un contraste entre el consumo y la vida de los pobres y es un escándalo que quienes manejan el poder quieren barrer debajo de la alfombra. Las redes, manejadas por empresas gigantes, participan de esa lógica. Y el Evangelio debe penetrar en esa cultura donde se están diseñando algoritmos para inducir conductas de consumo.

El miedo a hablar del Evangelio cuando compromete y dice aquello que la cultura niega es una realidad que muchos enfrentan en las redes sociales. Sin embargo, el Evangelio de Cristo es intrínsecamente un llamado a la justicia, la compasión y la acción. Y en esto convivimos con redes sociales y quienes muchas veces trabajan detrás de ellas, que asumen aquello que Francisco denuncia: Para sostener el estilo de vida de las sociedades modernas es necesaria una globalización de la indiferencia (EG 54).

Hablar de los pobres puede ser un desafío para quienes estamos en este Continente, ya que puede llevar a la pérdida de seguidores y al aumento de conflictos. Sin embargo, también puede atraer a un público más comprometido y aumentar la relevancia y el impacto positivo del mensaje. La clave está en abordar estos temas con autenticidad, transparencia y un profundo compromiso con los principios del Evangelio.

Es clave el compromiso de estos nuevos caminos de evangelización para luchar en contra del desinterés por los pobres y por los frágiles que se manifiestan claramente en algunas ideologías que defienden la hegemonía del más fuerte, especialmente en las redes sociales. Tenemos que transmitir que el amor cristiano tiene un acento especial hacia los pobres y por otra parte darle espacio a los pobres en este «Continente» para que puedan expresarse.

Si queremos evangelizar en el mundo digital e ignoramos la pobreza, corremos el riesgo de ser faros que no tienen luz. 

Junto a toda la comunidad tenemos que ser evangelizadores que podamos influir en las redes para terminar con toda aporofobia, miedo o rechazo a los pobres.  Es incompatible con el Evangelio. Qué bueno sería que desde cada usuario que evangeliza en las redes y cada plataforma digital cristiana luchemos contra esta injusticia. El desprecio a los pobres es uno de los mayores escándalos de nuestro tiempo. Como evangelizadores, estamos llamados a denunciar y erradicar esta forma de odio.

También en el Continente Digital es hora de alzar la voz y actuar en defensa de los más vulnerables, siguiendo el ejemplo del Evangelio. No se trata de hablar en nombre de los pobres, sino invitar a pensar esta misión digital específica no sólo como denuncia de injusticias, sino creando espacios de contenido con y desde los que sufren esas situaciones.

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