(elobservadorenlinea.com).-Hemos escuchado al Papa Francisco acerca de dos vicios presentes en la Iglesia: el clericalismo y la autorreferencialidad, vicios presentes también entre los comunicadores católicos.
Estamos ante un momento histórico de cambios que exige mirar hacia un horizonte más amplio y, en ese sentido, el Papa nos ha pedido a los comunicadores hacer un viaje “de ida”, cambiando de actitud y mentalidad si es necesario.
Un llamado iniciado en el Concilio Vaticano II y que tuvo su primer ejemplo con el apóstol Pablo, el gran comunicador que utilizó las herramientas de la comunicación en pro de la evangelización. Francisco ha hecho un claro llamado a ser una Iglesia en salida y esa instrucción también incluye a los medios de comunicación católicos.
Para reflexionar este punto, me gustaría dejar sobre la mesa algunas interrogantes para los comunicadores católicos en aras de tener un papel más activo en la nueva evangelización: ¿Nuestros contenidos están yendo a las periferias físicas y existenciales? ¿Hablamos en un lenguaje amigable para todos? ¿Estamos construyendo contenidos para niños y jóvenes alejados, o solo para los que están en la catequesis?
¿Nos estamos actualizando en el uso de nuevas tecnologías para poder crear estrategias que nos permitan utilizar las herramientas que nos ofrecen las plataformas digitales para nuestra tarea? ¿Generamos contenidos de acuerdo a las distintas plataformas y redes sociales o solo repetimos el mismo contenido? ¿Generamos contenidos para los alejados o solo para los que ya pertenecen a la Iglesia?
DAR RESPUESTA DESDE NUEVOS-VIEJOS CAMINOS
Jesús dijo a los escribas: “No necesitan médico los sanos, sino los enfermos” (Marcos 2, 13-17). ¿Estamos escribiendo para los enfermos o solo para los sanos? Hace unos días, en una reunión me hacían esta pregunta: ¿identificas interés de los jóvenes y los niños en conocer a la Iglesia? La respuesta era complicada: si hablamos de los niños y jóvenes que han llevado un proceso catequético (cada vez menos) la respuesta es sí, pero si hablamos de jóvenes y niños que no han sido criados en la fe, la respuesta es no.
Sin embargo, sí existe interés entre jóvenes y niños (alejados o no) por preguntas para las que la Iglesia tiene una respuesta: ¿Qué es la muerte? ¿A dónde vamos después de morir? ¿Por qué estamos aquí? ¿Qué es el amor? y muchas más, a las que buscan respuesta en plataformas como Google, YouTube o Tik Tok. El desafío es encontrar los caminos para responder a esas preguntas. Si respondemos queriendo adoctrinar, seguramente no lograremos un gran avance, pero si respondemos con nuevos métodos y nuevos lenguajes de comunicación, probablemente tendremos un mejor resultado.
Quienes nos dedicamos a la comunicación católica tenemos un deber con nuestras audiencias católicas. Somos un puente entre el trabajo pastoral y el fiel laico, también debemos hacer eco a la voz del Papa y de nuestros pastores.
Tenemos una tarea relevante brindando herramientas formativas y catequéticas. Pero también nos toca ser un primer punto de contacto con los alejados; nos toca dar respuestas a las inquietudes de los jóvenes a través de nuestros contenidos, y nos toca interpretar el mensaje del Evangelio de acuerdo a los nuevos lenguajes y en las nuevas plataformas.
CONVERSIÓN Y COMUNIÓN
El Papa Francisco nos ha dicho que para cumplir nuestra misión debemos partir desde la conversión del corazón, pues del corazón brotan las palabras capaces de disipar las sombras de un mundo cerrado y dividido. Para hablarle a todas las audiencias que hoy exige la misión evangelizadora, es primordial esa conversión del corazón, pues de otra manera, caeremos en el clericalismo y la autorreferencialidad.