En el año dedicado a la oración por el papa Francisco proliferan las meditaciones audiovisuales para rezar, un medio en el teléfono móvil que nos ayuda a parar entre las incesantes carreras de nuestro mundo
(revistaecclesia.es).-Durante la pasada edición de la Super Bowl de fútbol americano, un anuncio sorprendió a propios y extraños en pleno show del descanso. Y no hablamos de una audiencia que, precisamente, se deje escandalizar fácilmente, pues el coste por una inserción de medio minuto asciende a siete millones de dólares, con lo que no es difícil imaginar las vueltas y quiebros de las compañías para captar la atención del espectador, en un mundo ya de por sí saturado de creativos y tormentas de ideas. Sin embargo, «por primera vez en la historia de este evento deportivo de primer nivel internacional se han dedicado 30 segundos del espacio publicitario para dar gracias a Dios». Son palabras de Alex Jones, cofundador de Hallow, la aplicación de oración católica que se encuentra detrás de este spot, protagonizado por el prestigioso actor de Hollywood Mark Wahlberg —católico ferviente— y Jonathan Roumie, quien interpreta el papel de Cristo en la celebrada serie The Chosen.
Ante una audiencia media de 123,5 millones de telespectadores en todo el mundo, Wahlberg nos invita en este anuncio a «dedicar un momento a Dios y dar gracias porque estamos juntos como una familia y como buenos amigos. Ayúdanos, Señor, especialmente en esta Cuaresma, a acercarnos más a ti». Después de su emisión, «se produjo el mayor volumen de descargas en internet que jamás hayamos visto», ha reconocido Jones, situándose por delante de gigantes como Netflix en las tiendas y listas de aplicaciones más utilizadas. «Estamos impresionados por las respuestas que ha tenido el anuncio. Nos han llegado testimonios de muchas personas que se sintieron movidas a unirse a nosotros e intentar rezar por primera vez en mucho tiempo en esta Cuaresma», ha añadido.
Hallow —nombre cuya traducción al español sería santificar— se presenta a sí misma como «la aplicación católica número uno en el mundo». En la tienda de Google, supera los cinco millones de descargas, con más de 83.000 reseñas que le otorgan una valoración media de 4,6 sobre un máximo de 5 puntos. Al margen de las cifras, «nuestro objetivo en Hallow es ayudar a la mayor cantidad de personas posible, especialmente a aquellos que más se han alejado, a orar y construir una relación real con Dios», en palabras del propio Alex Jones. Creada en 2018 en Estados Unidos y disponible en español desde 2021, ofrece meditaciones guiadas por audio «para ayudarnos a crecer en nuestra fe y vida espiritual, y encontrar la paz en Dios». Dispone en su repertorio de más de mil sesiones diferentes entre oraciones contemplativas, meditaciones, lecturas bíblicas y música cristiana. Como consecuencia de su compromiso con la Iglesia, todos sus contenidos han sido desarrollados y supervisados por expertos católicos en teología y espiritualidad, y están basados en una traducción de la Biblia aprobada por el Vaticano.
«En el mundo de hoy, vivimos estresados, ansiosos, distraídos… incluso algunos no podemos dormir. Al mismo tiempo, buscamos propósitos, relaciones y significados más profundos. En Hallow creemos que estos dos desafíos se pueden resolver a partir de una misma solución: la paz de Jesús. Después de todo, el objetivo es que aparezca un halo en el cielo», explican desde el proyecto.
Más allá de esa lógica de éxitos y fracasos, el caso de Hallow es un paradigma sobre las nuevas formas de estar y orar en un mundo que va a la carrera, de hacer presente la buena noticia del Evangelio en unas redes sociales varadas en la superficialidad y de poner la tecnología al servicio de un Jesús que hace nuevas todas las cosas. En España, la iniciativa pionera para hacer oración en audio y mp3 es Rezandovoy, de la Compañía de Jesús, presente en nuestro país desde el año 2011. «La acogida fue muy buena, porque este proyecto da perspectiva y es, de golpe, una relectura creyente de la propia vida del mundo. Te avisa de que frenes y te tomes un momento, de que pongas nombre a las cosas, te dice “cae en la cuenta, haz un alto en el camino”. Cuando empezamos, no existía el pódcast, había pocas propuestas similares, y queríamos ofrecer 12-15 minutos de oración en medio de la vida diaria», explica a ECCLESIA José María Rodríguez Olaizola, SJ, fundador y responsable del proyecto. «Unos meses antes habíamos conocido la iniciativa Pray as you go, de los jesuitas ingleses, y fuimos a verla, porque era algo diferente», agrega.
«Al principio estábamos dos personas, Sinclair —Félix Cuadrado— y yo —recuerda Olaizola—, y poco a poco fuimos constituyendo una oficina digital para producir todo el contenido y la parte informática. Empezamos con meditaciones a partir de los Evangelios de lunes a viernes, aunque, debido a la demanda, primero ampliamos a los domingos, luego nos volcamos con los contenidos infantiles, para peregrinaciones, las oraciones especiales, como cuando llega la enfermedad… Hasta que hace año y medio completamos el calendario con los sábados. Ahora, estamos en un momento de mantenerlo todo bien engrasado y tratando de ampliar las temáticas. Por ejemplo, en estos momentos estamos trabajando en una serie especial en torno a los sacramentos».
Con el desarrollo de la tecnología pódcast y la aparición de nuevas plataformas, como Spotify o iTunes, las guías sonoras para ponerse en presencia de Dios de manera cotidiana han proliferado y se han multiplicado exponencialmente. La revolución de internet es implacable y parece dejar muy atrás los blogs y contenidos escritos a la luz de la Palabra. Al inicio del nuevo siglo —2002, concretamente— los jesuitas también llegaron primero, con su proyecto Pastoral SJ, que hoy en día sigue funcionando con un impacto estimable en las redes sociales. Rodríguez Olaizola también estaba allí: «Hay una renovación muy fuerte en internet, el medio y los proyectos se van volviendo más complejos y es un reto constante», asegura. Actualmente, Rezandovoy cuenta con una red muy grande de voluntarios, que se encargan de escribir las oraciones y poemas, han constituido grupos de locución con paridad entre hombres y mujeres —y niños para los contenidos infantiles—, desarrollado estrategias de marketing online para mover los contenidos en redes sociales, etc.
Físicamente, Rezandovoy se graba en Valladolid, en la Oficina SJ Digital, donde, además de producir el pódcast de referencia para la oración en español, se da soporte técnico a las versiones de Pray as you go para Portugal, Francia, Holanda o Alemania, e incluso una versión en árabe. Ante la avalancha de oferta de estas aplicaciones, el usuario puede echar mano de criterios cualitativos de discernimiento, como las personas o congregaciones que están detrás de estos productos —es el caso del maravilloso pódcast Dabar, donde los Discípulos de los Corazones de Jesús y María recorren y desentrañan el Antiguo Testamento; o la aplicación de la Conferencia Episcopal Liturgia de las Horas CEE— o del siempre insoslayable criterio cuantitativo: datos sobre descargas, número de reproducciones, cantidad de valoraciones hechas por los usuarios… En este sentido, Rezandovoy ha dejado de medir las cifras, «porque vimos que muchísimas personas disfrutaban del contenido a través de WhatsApp y eso no quedaba cuantificado», explica Olaizola.
Durante un tiempo, se suprimió el acceso a Rezandovoy a través de mensajería móvil, con el objetivo de tener un conocimiento más cierto sobre la salud del proyecto. Sin embargo, la lógica de los números y de la competencia no es aplicable a este campo: «Finalmente, dimos marcha atrás y volvimos a moverlo por WhatsApp, porque la gente nos lo pedía. No se trata tanto de cifras como de que llegue al mayor número de personas posible», explica Olaizola, quien puntualiza que «cuando dejamos de medir, estábamos en unas 300.000 descargas diarias, aunque la realidad es que son muchísimas más», debido, precisamente, a todas esas personas que entran al contenido a través de los grupos de WhatsApp y de los mensajes personales. «Otro indicador muy fiable es que los donativos de nuestros usuarios crecen año tras año», indica Olaizola. Cada cierto tiempo, Rezandovoy lanza una campaña de apoyo a la aplicación, ya sea mediante oraciones o a través de pequeñas aportaciones económicas que se revierten exclusivamente sobre el proyecto. «Una marca clara de Rezandovoy es su gratuidad. La única condición para replicar o alojar nuestro podcast en cualquier sitio web es que no se asocie a publicidad ni rendimiento económico alguno», agrega.
En la tienda de Google, Rezandovoy acredita más de 100.000 descargas de la aplicación, con más de 8.000 reseñas que le otorgan una valoración media de 4,9 puntos sobre un máximo de 5. Estas cifras están en la línea de las de 10 minutos con Jesús, otro de los pódcast de referencia en el panorama de la oración audible, con 150.000 usuarios, presencia en 75 países de todo el mundo y versiones en español, inglés, francés y portugués.
En junio de 2018, María Feria, madre y profesora de un colegio gallego, sugirió al capellán del centro que grabara breves charlas espirituales para compartir durante el verano con la gente joven de su entorno. «Sus hijos estaban acabando el colegio, iban a ir a la universidad y ella temía que no estuvieran rezando bien, o rezando lo suficiente», explica Javier Sánchez-Cervera, uno de los sacerdotes que elabora las meditaciones. «En un primer momento, el capellán —padre José María, incardinado en la Prelatura del Opus Dei— le dijo que, con todo el trabajo que tenía, no podía ser, pero ella, como buena madre, insistió como ante el juez injusto de la parábola, hasta que lo consiguió», agrega.
Finalmente, y movido por la tenacidad de la madre, el padre José María contactó con otros sacerdotes amigos suyos —entre ellos, el padre Mariano y el propio Javier— para que se unieran a la iniciativa. Meses después, se creaba el primer grupo de WhatsApp, al que se sumaban en calidad de oyentes personas de todas partes del mundo. Para finales de verano ya eran miles de personas las que recibían diariamente estos audios, bautizados como 10 minutos con Jesús, «un grupo de sacerdotes amigos a los que, además de la amistad con Jesús, nos une el deseo y la ilusión de trasmitir a los jóvenes —de todas las edades— el arte de amarle y de hablar con Él».
Llegar a los jóvenes es una preocupación compartida con Rezandovoy, cuya asignatura pendiente es, en palabras de Rodríguez Olaizola, «llegar a los adolescentes». «Con los niños no hay tanto problema, puesto que con nuestra oración también se reza en familia», reconoce. María Jesús, usuaria y madre, coincide: «Les decimos: “Vamos a escuchar un ratito Rezandovoy para niños”. Para ellos, es un descubrimiento que ligar a los conocimientos y cosas que les cuentan en el cole. A veces, nosotros intentamos explicarles el Evangelio, pero no sabes bien qué lenguaje utilizar, y ellos lo hacen muy sencillo, muy agradable para los niños. No solo está locutado por niños, es que está rezado por niños».
¿Y qué pasa con los mayores?
Aunque este mundo parezca muy moderno, muy tecnológico, es muy sencillo —señala Mariló, usuaria de Rezandovoy que metió el gusanillo a su madre—. Ella, con 85 años, lo escucha todos los días: se pone su tablet y allí lo tiene.
A Félix Cuadrado, Sinclair, el otro fundador del proyecto, le consta «que hay gente que a través de Rezandovoy se ha reconciliado con Dios, con la Iglesia, con sus propias creencias… Gente que había abandonado toda relación con Dios y que, por lo que sea, se ha puesto a hacer la oración y de pronto ha retomado cosas que tenía aparcadas». «Lo más importante es la cantidad de mensajes y testimonios que nos llegan de gente que nos cuenta cómo les ha ayudado en su vida, cómo se ha convertido en parte de su rutina… Hay otras cosas que viven de la viralidad, de esa espectacularidad que dura lo que un fuego de artificio… Pero esto lo que tiene de especial es que es todos los días, es muy constante», afirma Olaizola.
Para Xjoylin, que comenzó como usuaria y ha acabado de voluntaria en el proyecto, «se me abrió una puerta muy grande por poder rezar acompañada en cualquier parte, a cualquier hora del día. Esto te abre un sinfín de posibilidades, porque puedes hacerlo desayunando, comiendo, caminando, yendo a trabajar… Con pautas muy sencillas y agradables, me supuso encontrar un momento del día para mí, para estar con Dios y al mismo tiempo sentirme en comunidad». La experiencia de universalidad es algo que también destaca Eduardo —«Rezar así te da una sensación de estar con la Iglesia en general»— y que corrobora el propio Rodríguez Olaizola: «He comprobado en primera persona cuando he estado en México, en Argentina… que me iba encontrando con personas que se sienten vinculadas a esta gran comunidad de gente que reza de la misma manera. Lo vemos mucho en las redes sociales, en los ecos de la gente: no es una experiencia individual, es una experiencia eclesial de un apostolado digital que es muy bonito». Y ello, sin olvidarse nunca de los peligros del éxito: «Debemos estar vigilantes para que esto no se convierta en una rutina. Queremos que sea una muleta para que el usuario se familiarice con la oración, con la contemplación, acercarle el Evangelio y que pueda llegar a rezar sin la aplicación. Por ahora, cuando nos examinamos, vemos que no nos hemos perdido. Estamos atentos, tenemos ilusión, ganas de renovar… Y siempre lo decimos: no hay que asumir que esto es eterno».