Todos conocemos ya la famosa función de autocompletar de Google.
(genbeta.com).- Todos sabemos que cuando empiezas a teclear una palabra o una serie de palabras para realizar una búsqueda generalmente el buscador lo completa por ti. Esto nos ha llevado a encontrar o bien justamente lo que andábamos buscando, o bien otras construcciones y términos mucho más rocambolescos que merecen análisis.
Pongamos por caso que tecleas algo como «h-i-t-l-e-r». Una de las sugerencias que se ofrecen al usuario es «Hitler era bueno». Elegimos dicha sugerencia.
El primer resultado que aparece es Yahoo! Respuestas, que como todos sabemos no es una fuente muy fiable de información. El segundo, en cambio, es un blog que dice cosas como esta:
A Hitler se le debe reconocer que su regimen fue sumamente exitoso en varias areas.
En solo 4 años logro elevar la calidad de vida de los alemanes a unos niveles no conocidos, incremento la calidad de los servicios sanitarios, la mortalidad infantil se redujo drasticamente y muchas enfermedades, como la tuberculosis, disminuyeron notablemente.
De acuerdo, no es el primer resultado, es el segundo, pero su autoridad es bastante grande de acuerdo a los estándares de la Gran G. Dicho de otra manera, si damos esta información por válida a lo mejor resulta que Hitler no era tan malo.
Este post se encuentra situado según la escala de Google en un puesto de mayor autoridad que los artículos académicos. No es exactamente un discurso del odio, pero sólo es un pequeño ejemplo para ir abriendo boca. Hay muchos otros y bastante peores. Lo que nos estamos planteando es lo siguiente: ¿cómo consiguen tener tanta autoridad frente a otras fuentes?
Google es sinónimo de búsqueda… no siempre para bien
En pocas palabras, Google ES búsqueda. Ahora mismo asociamos cualquier cosa que tenga que ver con encontrar información sobre un tema determinado con «mirarlo en Google». Es algo tan habitual que lo damos por hecho, cuando hace sólo veinte años la Gran G todavía no existía, tal y como se ha publicado en The Guardian.
Google como buscador funciona mediante un sistema de algoritmos que se dedican a recopilar los enlaces más clicados y con más autoridad de la web, definiéndolo de forma imprecisa y a grandes rasgos. Y cuando uno busca «holocausto judío» y se encuentra con este panorama como primera sugerencia, es inevitable sentir que algo anda mal:
El primer resultado que aparece en la búsqueda es un artículo titulado 55 Preguntas Acerca de La Farsa del Holocausto editado por el Instituto para la Revisión Histórica, con sede en Newport Beach, California. Es un discurso claramente antisemita, con un mensaje de odio muy claro. Por ejemplo:
¿Que prueba hay de que los nazis mataron deliberadamente a 6 millones de judíos?
Ninguna. La única evidencia la constituye el testimonio de “sobrevivientes” individuales. Este testimonio es contradictorio y ningún “sobreviviente” alega haber presenciado de hecho ningún “gaseo”.
No hay pruebas concretas de ningún tipo: no hay jabón hecho a partir de seres humanos; no hay pantallas de lámparas hechas con piel humana (tal como dicho por Yehuda Bauer, director del museo del Holocausto, Israel. Ver “Bs As Herald”, Abril 25, 1990 pag 2), no hay archivos, no hay estadísticas demográficas.
El segundo enlace pertenece a un artículo de Wikipedia, que rebate directamente al primero aportando información neutra sin un mensaje político detrás.
En el caso del tercer resultado volvemos de nuevo a los mensajes antisemitas. Y a partir de ahí es todo cuesta abajo y sin frenos.
¿Cómo llega este contenido a los puestos de máxima autoridad?
Jonathan Albright, profesor adjunto de comunicaciones en la Universidad de Elon en Carolina del Norte, publicó la semana pasada un estudio pormenorizado en Medium sobre cómo las ideologías extremas extienden su mensaje por Internet.
Para llevarlo a cabo se sirvió de una herramienta similar a la que usa Google para buscar enlaces sobre noticias falsas. Cuando tuvo recopilados los suficientes creó un mapa para determinar hacia dónde iban los enlaces. Las conclusiones fueron demoledoras: hacia YouTube, Facebook y se cruzaban entre ellos.
En total Albright encontró 23.000 páginas y 1,3 millones de enlaces. En sus propias palabras:
Facebook es sólo el amplificador. Cuando lo miras desde una perspectiva tridimensional parece un virus. Y Facebook es sólo uno de los anfitriones para que el virus se expanda más rápido.
Ahí están el New York Times y el Washington Post, pero al mismo tiempo se ve una vasta red rodeándolos.
La mejor forma de describirlo es como un ecosistema. Esto va mucho más allá de sitios web o historias individuales. Lo que este mapa muestra es la red de distribución y se puede ver que rodea y asfixia al ecosistema principal.
Y hablando de Facebook, a pesar de que han declarado la guerra a las noticias falsas junto con Google y Twitter su sistema todavía dista mucho de ser perfecto. De hecho y según se publicó en NPR hace pocas semanas, los usuarios de Facebook no tienen muy claro todavía cómo reportar el contenido ofensivo de forma adecuada o cómo funcionan los algoritmos de bloqueo de la página.
La investigación de Albright muestra que no se trata de un producto de Internet, ni siquiera se hace por razones comerciales. Los que crean estos enlaces falsos están motivados por su ideología. Se trata de personas que intentan «desestabilizar Internet de forma deliberada» según el profesor.
Ahora vayamos al quid de la cuestión: ¿cómo llegan a la página principal? Lo que hacen es intentar usar todos los trucos que los harán subir en el sistema PageRank, intentan «jugar» con el algoritmo. Y a tenor de las búsquedas que he hecho sólo puedo decir que les sale condenadamente bien.
Ahora mismo el discurso del odio no sólo se extiende a la comunidad judía, a las mujeres y a la comunidad musulmana también les llega parte de este odio:
De hecho al clicar en la primera opción de autocompletado, como segundo resultado de búsqueda del término, encontramos una publicación online en la que podemos leer este texto entre otras perlas extraídas del artíuclo Atención: 13 perfiles de mujeres «malas» que los hombres deberían evitar:
Feministas: Las mujeres tildadas de esta manera suelen causar mucho temor en los hombres, generalmente, porque escapan a los modos de ser común entre las mujeres.
Se cree que serán parejas que estarán en una constante lucha por sus derechos, incluso se caricaturizan señalando que los hombres quedarán con delantal en la cocina o a cargo de los niños.
La respuesta a por qué nos encontramos esto en la front page es muy sencilla. Cuanta más gente busque información con esas palabras clave -y cuanto más entren en los resultados ya señalados- más tráfico acumularán y, por tanto, el algoritmo de Google los dotará de más autoridad por puro automatismo.
Más que una forma de extender un discurso extremista
Todo este grupo de webs que se encuentran rodeando a los medios de masas tiene otra función. Además de extender mensajes y discursos discriminatorios o del odio se usan para rastrear, monitorizar e influir a cualquiera que pase por su contenido.
Dicho de otra manera, cada vez que alguien le da a me gusta en Facebook o visita una de estas webs sus scripts le siguen por todo Internet. Esto permite que se pueda recolectar datos mediante data-mining y que empresas dedicadas a influir en usuarios fijen objetivos de forma más clara y precisa.
Según Albright se trata de una «máquina de propaganda» que «recluta a individuos para que se adhieran a una idea» mediante ingeniería social. Es lo que se conoce como propaganda microdirigida, con objetivos muy específicos.
Una de las empresas que se dedican a este tipo de influencia es Cambridge Analytica, que participó en campañas a favor de Donald Trump y del Brexit. No hay forma de comprobar si esta empresa tuvo algo que ver en los resultados finales del referéndum británico y de las elecciones estadounidenses, pero sí que hay algo que sabemos.
Eso que sabemos es la página de Google o la de Facebook, donde se nos muestra contenido personalizado basado en nuestros datos. No tenemos forma de saber qué hacen estas dos enormes corporaciones con la cantidad de datos personales que tienen, cómo los recolectan o cómo se usan para influirnos.
A las webs de masas les encantaría poder usar esta propaganda para replicar el éxito viral de esta red de pequeños sitios de Internet. Y no pueden, porque como ya se ha comentado la «red secundaria» los ahoga.
Se acaba otorgando credibilidad a lugares que no la merecen. lo que nos ha llevado a un panorama general de «desconfiar de la fuente oficial». Y luego nos preguntamos cómo estos mensajes pueden tener tanto calado… creo que ya tenemos respuesta a eso.