Juan della Torre y su esposa crearon una agencia social de comunicación que ayuda a entidades de bien público, instituciones religiosas, y empresas humanas
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(iprofesional.com).- Me casé con Bea en 2012 y nos fuimos de luna de miel a dar la vuelta al mundo como mochileros», cuenta a iProfesional Juan della Torre, CEO & Founder de La Machi, una agencia de comunicación para buenas causas.
«Hoy seguimos de luna de miel, sin la mochila, desde Barcelona, y con dos hijos. Ese viaje nos sirvió mucho para terminar de cerrar la idea de crear La Machi, algo que ya venía madurando desde hace tiempo en mi tesis del MBA que había realizado en la Universidad de San Andrés».
Ese viaje los llevó por distintos países de Latinoamérica, subir a Estados Unidos y llegaron a California. «Ahí, en San Francisco, me enfermé y me tuve que quedar un par de días en un hostel, mientras mi mujer recorría la ciudad», narra Juan.
«Este tiempo off me dio la oportunidad de parar la pelota y darme cuenta de que sin dejar una raíz y base en Buenos Aires (que aún hoy mantenemos), teníamos que abrir una oficina en Europa que nos permitiría dar servicios más globales y crecer más rápido».
El viaje de luna de miel siguió por Medio Oriente, el Sudeste Asiático, Europa. «Fue en Barcelona donde encontramos una ciudad con un ecosistema emprendedor, vibrante y lleno de oportunidades como para pensar en una primera oficina que le podría dar proyección a La Machi fuera de Buenos Aires», dice el emprendedor social. «Teníamos muy en claro que tanto las marcas con propósito como las organizaciones sin fines de lucro están formadas por personas competentes que ponen su corazón y su profesionalidad en la labor que realizan, y como todos, a veces necesitan una ayuda profesional que les entienda y, al mismo tiempo, que sea accesible, en el ámbito de la comunicación».
Juan della Torre, es CEO & Founder de La Machi, una agencia de comunicación para buenas causas
En este sentido, expresa: «Hoy los resultados nos muestran que fue un acierto la capacidad de la agencia de acompañar a los clientes en cada nueva etapa de crecimiento, internalización, cambio o refundación que enfrentan. Nos alegra mucho ver como nuestros clientes crecen gracias al trabajo que realizamos juntos. En La Machi nos dedicamos a la creatividad, consultoría estratégica en comunicación, y al marketing digital, pero para trabajar bien, al final también terminamos pensando y ayudando a las organizaciones en otras dimensiones, como procesos, innovación, y gestión de crisis, por mencionar algunas».
El disparador de las «buenas causas»
Diez años atrás, con 30 años de edad, Juan trabajaba en McCann Erikson, y tenía a cargo la cuenta de MasterCard, un medio de pago cuyo mensaje principal es que lo importante no es el dinero. En ese momento estaba terminado el MBA en la Universidad de San Andrés y se dio cuenta de que «las buenas causas, que no sólo están en el tercer sector», necesitaban una comunicación más profesional. Es decir, «necesitaban seguir los mismos estándares y procedimientos que cualquier agencia de publicidad o comunicación de alto nivel», explica.
Según dice, «cuando las ONGs o las empresas sostenibles querían armar una campaña o estrategia de comunicación caían en una especie de trampa: tenían que elegir entre contratar grandes agencias de comunicación —que muchas veces solo hacen campañas vistosas y orientada a premios, pero sin un seguimiento real en las operaciones y sin un acompañamiento personalizado— o apoyarse en el trabajo de voluntarios, que para algunas cuestiones puede ser muy positivo, pero es probable que quede a medio camino en otras».
Entonces, para brindar un servicio verdaderamente integral a este tipo de organizaciones sin fines de lucro, entre las que se incluye a las instituciones religiosas, había que buscar una tercera alternativa que también pueda generar buenos resultados económicos y de reputación.
«La Machi nació para poder llenar ese gap», explica el joven. «Empezamos con una inversión de 8 mil euros y un plan de contacto. Usamos estos fondos, durante el primer año, para mi sueldo, nuestra página web inicial y para crear la infraestructura de redes y contactos que se convertirían en nuestros primeros clientes».
De acuerdo con Juan, «emprender afuera tiene sus desafíos lógicos: no se cuenta con una red de contactos, de amigos, de familia que uno ya desarrolló en el propio país. Pero, por otro lado, te ofrece la oportunidad inigualable de enfocarte en tus objetivos, es decir, no caes en distracciones de otras ideas o iniciativas paralelas que te llegan de manera reactiva. En nuestro caso, esto nos ayudó mucho, para mantener la concentración y tener el rumbo fijo hacia aquello que queríamos lograr».
El mundo digital de hoy, por otro lado, «te permite operar desde prácticamente cualquier lugar del mundo», sigue. «Esta experiencia que atravesamos, con sus aciertos y errores, es un activo que nos piden mucho los clientes: asesoramiento y consultoría de trabajo remoto, ventas online, eCommerce y gestión de equipos a distancia, entre otros».
La tercera es la vencida
La Machi es el tercer emprendimiento de Juan della Torre. Antes de ese, en el 2001, había fundado una consultora inmobiliaria con su hermano Argentina. «Nos fue bien pero a los 5 o 6 años me abrí para seguir otros proyectos», cuenta. «Después trabajé en el mundo de la publicidad para las grandes empresas y lancé un segundo emprendimiento, que no terminó como hubiera querido: una empresa exportadora de vino orgánico argentino. Logramos hacer bien algunas cosas, pero después no prosperó».
La Machi es el tercer proyecto que emprendió y que hoy, «felizmente, es una realidad que sigue muy vigente», expresa. «El balance fue más que positivo».
La Machi es el tercer emprendimiento de Juan della Torre, y le permite seguir conectado con clientes de Argentina
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La otra cara es lo que uno sacrifica según el emprendedor al irse a otro país: la dimensión social, la familia, los amigos, la gente cercana que te acompañó siempre. «En mi caso particular, mientras estuve en Argentina me ocupé mucho de mi padre en sus últimos años de vida y de mi madre, que tenía Alzheimer. Esta vivencia me dio la posibilidad de devolverles a mis padres lo que hicieron por mí toda la vida. Soy un agradecido por esto que me pasó, no todos tienen esta posibilidad de acompañar a sus seres queridos y devolver años de cariño y servicio. De alguna manera, puedo decir que mis compromisos estaban saldados en Argentina».
«Y una vez que nos vinimos a Barcelona – sigue-, ganamos más amigos, nos abrimos a más gente y ganamos un tiempo íntimo intrafamiliar que es muy rico y que en el torbellino de la vida diaria a veces no se percibe. Estar fuera de tu país es perderse de un montón de momentos de la vida ordinaria, pero a cambio vivís experiencias extraordinarias que te quedan para siempre»
«De Argentina se extrañan muchas cosas«, agrega. «Mis amigos de toda la vida, el asado y todo el contexto que lo rodea, la oportunidad de ver crecer, en mi caso, a mis sobrinos, estar cerca de ellos… Hay momentos que me encantaría poder acompañar. ¿Volver? Argentina es un país fantástico: sigo trabajando con y para gente de allá, gracias a las ventajas de los negocios digitales. Siento que nunca me fui. Y claro que si hace falta volvería, pero hoy estoy comprometido con el proyecto de La Machi y La Machi me necesita acá, en Barcelona. Y soy feliz de poder decir que mis clientes, colaboradores y equipo en Argentina siguen vigentes y activos, y eso me vincula con mi país de una manera súper especial».Te puede interesar
Hay un libro de Borges en el que él firma, al final, «desde Ginebra, una de mis patrias». Para Juan, esa frase es reveladora. «Emigrar, pienso, es una manera que me permitió adoptar la riqueza de más una patria», concluye.
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Por Rocío Bravo