Una lista de reproducción conjunta, las imágenes celebrando el primer aniversario, conversaciones interminables en WhatsApp o comentarios intercambiados en Instagram en pleno subidón amoroso. Una experta aconseja sobre cómo gestionarlos una vez terminada la relación.
(smoda.elpais.com).-Las relaciones amorosas también tienen huella digital. Muchas veces, desde su origen: “Empezó con un DM y ahora voy a terapia”, reza este tuit en el que más de uno podrá reconocerse. El hecho de que las vivamos cada vez más a través de las pantallas -un 40% de las parejas formadas desde 2009 se conocieron por internet, según un estudio de la Universidad de Standford- hace que esos recuerdos en forma digital se multipliquen exponencialmente. Nuestros abuelos se enviaban cartas. Nuestros padres revelaban carretes con las fotos que se hacían en ocasiones especiales. Nosotros hemos desarrollado la capacidad de acumular gigas con imágenes y conversaciones de esa relación intensa y tormentosa que no duró más de dos meses. Decidir qué hacer con ellas suma uno en ese protocolo posruptura que se ha vuelto más complejo en tiempos internet.
«Hicimos una lista conjunta en Spotify, que es una cosa que no hay que hacer jamás. Luego acabas fatal con esa persona y tú ya tienes eso que es un cadáver emocional de lo que tuvisteis (…) Y que luego revisas un día que dices: ‘voy a ponerme esa lista que yo me ponía…’ y acabas fatal», advertía Lucía Lijtmaer desde Deforme Semanal Ideal Total, el podcast que copresenta junto a Isa Calderón en RPS. El mismo consejo que se le daría a una amiga que lo acaba de dejar con su ex y que se anda regodeando en la pena releyendo una y otra vez los mensajes que se enviaban. Y el mismo en el que profundiza la psicóloga Lara Ferreiro, terapeuta de pareja en El Prado psicólogos, junto a S Moda.
Fotos del primer viaje, del primer beso, e-mails compartiendo links interesantes, listas de reproducción o incluso ese perfil conjunto en Filmin con una película a medias. “Esos recuerdos emocionales digitales, todas esas interacciones en redes sociales, no son tangibles, pero son una forma de aferrarte a la persona con la que ya no estás. Al revisarlos te transportas a otra época, a otro momento y te recreas. Con eso se corre el peligro de no superar el proceso de duelo, de quedarse enganchado e incluso de fomentar la obsesión”, explica la psicóloga.
La posición sobre cómo gestionarlo varía en función del lado que ocupes en la ruptura y de cómo haya sido la experiencia, apunta Lara Ferreiro. “Si tú eres la persona que ha dejado, la necesidad o el impulso por verlos no es tanto por querer volver con esa persona como por cotilleo, con menor carga emocional. La persona dejada sí que tiene más necesidad de revisarlos porque, de alguna manera, este consumo alimenta su fantasía de que pueden volver”.
Planear una «limpieza digital»
Antes de lanzarse a eliminar todo rastro de la relación, conviene “esperar un momento adecuado para tomar una decisión y no actuar por impulso. Hay muchas personas que cuando están en un proceso de duelo se comportan así y borran todo sin pensarlo», explica. El siguiente paso sería, según la experta, planear cómo hacer una «limpieza digital». Igual que en los espacios físicos como en casa o nuestra habitación intentamos que no haya objetos y estímulos que nos recuerden que la otra persona ya no está, tocará hacerla en línea para no tropezar con algo indeseado mientras nos zambullimos en la pantalla.
“Recomiendo borrar todos los vínculos que se tengan con la que era nuestra pareja en redes sociales (fotos, posts y amistad en Instagram, Twitter o Facebook)», dice Ferreiro. Una teoría que apoya esta pequeña investigación de la Universidad de West Ontario que recogían en Buena Vida y que «sostiene que el contenido en Facebook puede ser una fuente de angustia para las personas que recientemente han experimentado una ruptura romántica». Antes de hacerlo, la psicóloga aconseja «descargarlo previamente o capturar aquellos recuerdos que de verdad signifiquen algo para nosotros y consideremos importantes”.
Así lo hizo Paula (pseudónimo): “Conservo una cuenta antigua de hotmail porque tengo ahí una carpeta con archivos de un ex al que dejé porque me ponía los cuernos. No quería perderlos y me gusta tenerlos ahí por si algún día me apetece verlos. Aunque en su momento la hice convencida de que era mejor no mirar. Se llama ‘Cosas de Claes NO ABRIR”. “Meterlas en un pendrive o un disco duro al que no podamos acceder fácilmente y no abrirlo, como mínimo, hasta que pasen seis meses (tiempo medio para superar el duelo) es una manera de deshacerse psicológicamente de ello”, explica la terapeuta de pareja, que reconoce haber acompañado incluso a algunos de sus pacientes en estos “rituales de liberación” durante sus sesiones.
Dime lo que borras y te diré cómo lo llevas
“Cuando rompí con mi ex no me ponía a releer las conversaciones. De hecho, acabé borrándolas una vez pasó un tiempo, pero no fue a modo preventivo. Lo que sí sigo conservando son las fotos, tanto físicamente como en Instagram. No las borro porque son recuerdos”, explica a S Moda Manuel (pseudónimo). En 2019, todos los movimientos que se hacen en redes son susceptibles de ser interpretados como pistas sobre el estado de la relación -para muestra, la instanovela protagonizada por Miley Cyrus, Kaitlynn Carter, Brody Jenner y Liam Hemsworth este verano-. Un borrado masivo de las fotos de pareja o el cese de las publicaciones y comentarios conjuntos pueden llegar a alertarnos de que se acabó el amor. Por eso, no es extraño que algunas personas que atraviesan una ruptura se preocupen por cómo el mundo, y concretamente su ex, percibirá su decisión de eliminar todo. “Supone un dilema para muchas personas que dicen no querer parecer despechados o que se sienten mal al ver que la otra persona ha borrado sus fotos. Y esto, cuando no se hace como algo impulsivo sino premeditado, no es más que una forma de que esa persona intente sanarse tras la ruptura”, explica Lara Ferreiro.
Evitar caer en la obsesión
Una vez realizada la limpieza y con los recuerdos seleccionados a salvo por el bien del yo futuro, la propuesta de la psicóloga es evitar que la obsesión se cuele por los resquicios digitales. “Es importante evitar las conductas de comprobación obsesivas compulsivas. Hay personas que tras todo este proceso acaban volviendo a lo que les queda: por ejemplo, el contacto de esa persona en WhatsApp, y comprueban constantemente si está en línea, si ha cambiado su foto o su estado… Todo esto va en contra de la recuperación”, asegura. Si no se es capaz de controlar esa conducta, durante un tiempo breve se puede usar un último recurso que es a lo que Lara llama «tiempo basura». «Cada día me concedo medio hora, pero solo esa media hora -por ejemplo, al llegar a casa-, en la que si me apetece mirar un poquito sus redes o esos recuerdos digitales, lo hago. Es un pequeño espacio en el que recrearse y así durante el resto del día mantenerse concentrado en lo que toque. Pero esto nunca es lo ideal, solo lo sugiero para casos extremos”, insiste.