La firma, fundada en 1999, fue la máxima referencia española del período bursátil denominado «burbuja tecnológica» que afectó a valores de Internet principalmente; hoy Telefónica cierra sus principales portales.
(ABC, España).- Antes que existieran los «Facebook» o los «Twitter» existían proyectos que basaban sus negocios en las posibilidades de Internet. No existían las altas velocidades de las que hoy en día gozan los usuarios. Había muchos nombres. Terra fue uno de ellos. Es ejemplo de una aquella época dorada que acabó como el rosario de la aurora. Fundada de manera oficial en 1999, esta marca, referente de los servicios digitales y la navegación en España, propiedad de Telefónica, echa el cierre a gran parte de sus portales, entre ellos, el español, a partir de este mismo viernes.
Del todo a nada en un lustro. Terra, filial de negocios de Internet de Telefónica, echa el telón a un época anterior tras sufrir una serie de vaivenes económicos y ir poco a poco despiezando algunos de sus servicios en los últimos tiempos. El último, su servicio de correo electrónico -similar a Outlook o Gmail-, cuya defunción empujará a los usuarios a transferir sus datos a otros servicios, según informa la compañía en un comunicado oficial.
Fuentes de Telefónica han explicado a «El Economista» que los portales de contenidos no eran un negocio sostenible, especialmente por el empuje de las redes sociales. A partir de este viernes los dominios .com, los de Argentina, Chile, Colombia, México, Perú, Venezuela serán descontinuados; seguirá el portal de Brasil, donde tiene todavía una gran acogida.
Una muestra más de la deriva a la que ha estado la marca, pionera en Internet, en los últimos años. Hace un par de años, sin embargo, se apostó por reforzar la parte editorial de los contenidos. Con ello vino un cambio de diseño y una apuesta en firme que acabó, con el tiempo, con la salida de varios redactores. Algunos de los que estuvieron en sus primeros años recuerdan con cariño su paso, pero también asumen una falta de visión de futuro en algunos aspectos.
En 2000, y cuando estaba a punto de ser cesado, Juan Villalonga, entonces presidente de Telefónica y máximo responsable del proyecto, quiso sacar pecho durante una conferencia en Barcelona en la que negó cualquier burbuja especulativa en Bolsa alrededor de Internet. Le salieron unas palabras para el recuerdo: «Terra en tres años valdrá tanto como todo el grupo Telefónica gracias al espectacular crecimiento que están experimentando todas las áreas de negocio vinculadas a Internet».
No estuvo más equivocado. En 2005, Terra Networks, el máximo exponente hispano de este vacuo escaparate, dejó de cotizar en Bolsa, seis años después de que fuera lanzada al mercado. Los títulos de Terra se estrenaron en el parqué en 1999 con una espectacular subida del 213,3% en un sólo día. Aquella boyante llegada permitió a la operadora de Internet colocarse entre las diez empresas españolas de mayor capitalización bursátil, lo que le valió su entrada en el selectivo Ibex 35 en enero de 2000.
La trayectoria de Terra fue de todo menos tranquila. Han pasado mucho tiempo pero se recuerdan ciertos escándalos judiciales como el caso de Olé, el primer buscador de Internet de habla hispana y comprado por valor de 2.000 millones de pesetas. También una de las mayores OPA de la historia de España como fue la adquisición de Lycos o importantes salidas de directivos. Una bomba que explotó.
Pero, ¿qué pasó? ¿Por qué se llegó a esta situación? «Creo que Terra se convirtió en una plataforma de intereses personales, mucho más allá de un servicio de ADSL y contenidos como se concibió al principio», reconoce a este diario un exempleado que prefiere no desvelar su nombre. No obstante, da una clave: «la gestión no fue buena y no hubo una curva de aprendizaje que permitiera a los empleados y accionistas a valorar en su justa medida lo que era un portal de Internet».
En su momento, la firma llegó a cotizar por encima de empresas de dilatada trayectoria como BBVA o Repsol, lo que provocó un quebradero financiero. Incluso se pensaba que sería una mina de oro. Tampoco fue del todo así. «El recuerdo de mucha gente es malo porque hubo quien compró por encima de los cien euros la acción para ver inmediatamente cómo bajaba por debajo de los diez», añade.
En 2005, Telefónica formalizó su adquisición total pero, en realidad, fue el comienzo de su decadencia. «Terra siempre fue de Telefónica y se hicieron muchas cosas buenas de la mano de una gran compañía». Este exempleado asegura que, pese a todo, se aprendió mucho de la burbuja tecnológica que agitó el mercado con el nuevo milenio y que pusieron la voz de alarma sobre los nuevos negocios de Internet en aquella época.
Hoy en día el fenómeno de los emprendedores y las «startups» está más que asumido. En ellas están depositadas las esperanzas de muchas personas que, en la mayoría de los casos, arriesgan parte de su dinero en alcanzar el sueño de crear un negocio con base tecnológica. Aunque también es cierto que gran parte de ellas pecan de hacer ciertos chanchullos y de generar más expectativas que realidad.
«Los valores tradicionales en bolsa no podían competir con las tecnológicas, con una alta capacidad de gestación y desarrollo. Se crearon mercados paralelos… pero además aprendimos a convivir con lo digital. Las primeras adaptaciones a dispositivos, mercados verticales, productos ligados a banda ancha… todo eso nos valió para tener la tecnología que tenemos ahora», subraya. En su opinión, «pasó del todo a la nada precisamente porque había mucha turbieza en algunos directivos que simplemente miraron por sus intereses personales».
Probablemente la razón por la que Terra fracasó, fue la de ejecutar un proyecto de internet como si se tratase de una corporación como Telefónica, de la que partía. Salida a bolsa por todo lo alto, ejecutivos de chaqueta y corbata, aviones privados, fiestas y equipos humanos desproporcionados, que a día de hoy, consideraríamos un despilfarro. En 1999, cuando se lanzó Terra, no existía un modelo de negocio real en internet, sólo la expectativa de que las millones de visitas de usuarios, se convirtieran en millones de euros en publicidad. Algo que nunca llegó ocurrir.
Todos sabemos que las empresas de Internet tienen que tener una estructura ligera, muchas veces requiere de flexibilidad para poder innovar. En cualquier caso es necesario tener una cosa en claro: adaptarse a los continuos cambios que sufre el sector, que lejos de ser estable, todavía es un sector por definirse, tanto en contenidos como en modelos de negocio. Ahora vivimos una época de «influencers», pero hace nada fueron las redes sociales y antes los portales verticales.
Por su parte, David Moreno, uno de los responsables del portal adjunto a Terra llamado Invertia, tiene buenos recuerdos su paso por la compañía. «Fue una suerte poder trabajar en Internet en esos primeros años, de ver crecer a Amazon, aparecer Google o la experiencia de vivir la burbuja de Internet en primera persona», manifiesta. En su opinión, la mayoría de los empleados guarda un buen recuerdo. «Fue una experiencia única que cualquiera querría vivir; y se creó un grupo de personas que luego se han ido diseminando en otras empresas y creando nuevos proyectos que ha contribuido a los que es internet ahora en España», sostiene.