El siguiente texto está basado en la videoconferencia que la Dra. Leticia Soberón ha realizdo a la Red RIIAL el pasado mes de febrero 2017. Presentamos algunas ideas centrales de dicha conferencia sobre comunicación interna e inteligencia colaborativa.
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La inteligencia colaborativa es un tema de gran actualidad pero que en la Iglesia toma características especiales. Antes que nada se debe entender que nos encontramos en un cambio de época muy acelerado en todos los ámbitos de la sociedad; de manera particular se ha acelerado el ritmo de la vida humana y el impacto de la tecnología sobre el mundo de la comunicación ha sido y es clave: el modo de intercambiar, el modo de elaborar el pensamiento, de difundir la ideas, de responder y participar, de involucrar la emociones.
Se trata de un mundo de enorme complejidad y el primer paso para gestionarla es aceptar que nos movemos en una realidad hiperconectada, digital, ultra especializada, con discontinuidades profundas y con grandes oportunidades y riesgos. Por ejemplo, las empresas están descomponiendo las maneras antiguas de hacer economía, la fuente de valor se transforma diariamente y las empresas están cambiando la forma de elegir el valor que ofrecen a la sociedad, proveer el valor y comunicar el valor. Según los datos de la Standard & Poor’s la vida media de una empresa en 1975 era de 60 años, sin embargo hoy ese dato se ha reducido a 18 años; las fuentes de ingreso duraban 10 años y actualmente duran solo 20 meses
Actualmente han cambiado: la búsqueda de pareja, el consumo, la hostelería, la educación, el entretenimiento, la espiritualidad, la industria, moda, música, etc, etc.
Los datos objetivos nos hacen ver que toda la sociedad se está transformando y que nos movemos en un nuevo contexto cambiante. Se trata de una nueva página histórica en la sociedad, una nueva fase de la historia humana.
La Iglesia, que forma parte de la sociedad, también es afectada por esta realidad. Como cuerpo místico de Cristo, hemos sido enviados a anunciar la Buena Nueva, pero no podremos anunciar algo que no vivimos o que no conocemos. Si queremos ser coherentes, hemos de expresar la comunión en la vida cotidiana, y estimular la corresponsabilidad que conlleva.
Por esta razón la tesis de esta reflexión es que la inteligencia colaborativa es un modo para vivir dentro de las instituciones eclesiales lo que proclamamos hacia fuera como evangelización.
Sin embargo, sucede que las instituciones eclesiales trabajan en silos: estructuras que no comunican entre sí, están muy cerca pero cerrados ya que nacieron antes de la sociedad-red; cada uno hace lo suyo y sin conexión con los demás; son compartimientos herméticos, incluso dentro de la misma oficina.
Seguramente hemos vivido situaciones como estas:
- – me entero por la prensa de que mi vecino ha publicado un documento importante,
- – Las fechas de los encuentro organizativos se sobreponen, falta información a la que solo tiene acceso una persona, pero está de vacaciones.
- – Los jefes de oficina tiene la costumbre de ocultar sus proyectos para que los demás no se los bloqueen ni se los copien.
Estas situaciones podrían ser separadas en dos paradigmas de trabajo:
Pre modernos • Comunicación vertical y unidireccional • Visión geográfica de la comunicación • Tempus de respuesta lento e independiente de lo que pasa en la sociedad • Separación entre el grupo de liderazgo y los servicios de comunicación • Oficina-centrismo: se mira hacia dentro, no hacia el exterior • No hay tiempo para la escucha de los demás |
Sociedad Red • Contenidos compartidos y flujo comunicativo entre todos • Visión global y transmedial de la comunicación • Tempus de respuesta concorde con el modo de consumo digital • Sintonía y estrecha relación entre directivos y servicios de comunicación • Comunicación centrada en los usuarios y los públicos receptores • Escucha y diálogo con los interlocutores
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Se trata pues de un cambio de paradigma para interactuar internamente, de cambiar de cultura de trabajo en nuestras oficinas, pasando del trabajo en silos al trabajo en red.
No es sólo una transformación digital, sino un cambio cultural: no se trata de comprar aparatos digitales ni mucho menos.
Este cambio resulta muy difícil, pues no se concretiza solo con la buena voluntad. Las variables que influyen en nuestro trabajo podrían ser agrupadas, al menos, en cuatro categorías pero que siempre están relacionadas entre sí.
Estructura Formal • Diseño de puestos de trabajo • Evaluación de la prestación • Jerarquía de mando • Formas de control del trabajo • Retribución |
Estructura Informal
• Relaciones espontáneas • Liderazgo formal • Comunicación interpersonal • Grupos de cercanía • Normas tácticas |
Las personas
• Inteligencia • Exigencias y expectativas • Capacidades • Educación • Estado civil • Momento personal |
Tecnología
• Software: Sistemas internos • Hardware: dispositivos • Aplicaciones corporativos • Redes sociales
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Las estructuras formales son el flujo teórico por donde deberían de correr la toma de decisiones y la gestión de trabajo, son la organización oficial.
La estructura informal son las relacionas espontáneas que van naciendo en el trabajo, que tenemos que conocerlas como una red informal dentro de nuestras oficinas, siendo conscientes que cuando solo estas redes informales predominan existe el riesgo que se vuelvan en «guetos o mafias», y no deberían ser el factor decisivo en la toma de decisiones. Debe hacer un equilibrio entre estas dos estructuras.
Otra variable son las personas, que cambian solo si ven el beneficio que le reportará el cambio; pensemos que las personas libremente han optado por comprar Smartphones para su uso personal.
De allí que la tecnología sea el cuarto factor clave del cambio hacia la colaboración.
¿Por donde empieza la Inteligencia Colaborativa?
Ahora bien, ¿por dónde empieza la inteligencia colaborativa? Inicia con la escucha recíproca. Podríamos profundizar con las palabras del Papa Francisco que en su mensaje para la 50 jornada mundial de la comunicación (2016) afirma:
“Es fundamental escuchar. Comunicar significa compartir, y para compartir se necesita escuchar, acoger. Escuchar es mucho más que oír. Oír hace referencia al ámbito de la información; escuchar, sin embargo, evoca la comunicación, y necesita cercanía. La escucha nos permite asumir la actitud justa, dejando atrás la tranquila condición de espectadores, usuarios, consumidores. Escuchar significa también ser capaces de compartir preguntas y dudas, de recorrer un camino al lado del otro, de liberarse de cualquier presunción de omnipotencia y de poner humildemente las propias capacidades y los propios dones al servicio del bien común.”
La inteligencia de un grupo no consiste tanto en la inteligencia de cada uno, cuanto en la inteligencia de sus dinámicas de interacción. Hay grupos de personas muy inteligentes que tienen dinámicas estúpidas.
Dinámicas inteligentes:
Escuchar Analizar Confirmar Rebatir Aportar Reformular |
Dinámicas estúpidas:
Interrumpir Insultar Ignorar Repetir Bloquear
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La Inteligencia colaborativa es una conversación ordenada, facilitada por tecnologías sociales avanzadas, que permiten a un grupo de personas compartir y crear nuevos saberes y conocimientos para tomar mejores decisiones para emprender acciones oportunas. Tomando en cuenta que: nadie sabe todo, todos saben algo y se hace necesario recabar el conocimiento de todos, ya que dentro de una organización, de la sociedad, o la Iglesia, existen personas que nadie interpela pero que también pueden aportar.
Existen dos modos de afrontar la complejidad de organización laboral
1. Reuniones Presenciales, que a pesar de ser necesarias tienen algunas limitantes:
• Son demasiado cortas o demasiado largas • Miedo, “beauty contests”, sesgos • No da tiempo a asimilar, investigar y reflexionar Y además, hay límites en el número de personas que pueden asistir Algo similar ocurre en las reuniones “one-to-one”, incluso con las videoconferencias |
2. ante esta situación surgen los entornos digitales, pero los entornos digitales no han sido diseñados para pensar juntos:
•Los argumentos siguen el hilo secuencial del tiempo •“Se entierran” y la conversación se dispersa •Se generan redundancias •Hay hilos paralelos de conversación
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Por ejemplo pensemos en las redes sociales como Twitter o Whasapp che fueron pensados para compartir información pero no para construir conocimiento.
Una solución que la Dra. Soberón ha propuesto y en la que ha invertido muchos recursos tangibles e intangibles es la herramienta “Collaboratoium”
que ayuda a aplicar la Colaboración Inteligente en los equipos de trabajo y las conversaciones orientadas a la acción, es decir cuando se deben tomar decisiones. Esta herramienta ordena las conversaciones, basada en retos prioritarios, con las personas claves, para un conocimiento compartido y un proceso decisional que aumente las posibilidades de actuar correctamente. Con mayor liderazgo y participación de los responsables de ejecutarlas.
Para Leticia Soberón el desafío actual de la comunicación interna es “pensar juntos para dar testimonio de comunión que sea creíble hacia fuera.
Video presentación de Collaboratorium
Recientemente se ha realizado un primer experimento de inteligencia colaborativa en la Diócesis de Padua, Italia, con jóvenes para la preparación de su Sínodo Diocesano de la Juventud, que iniciará en junio 2017. No “sobre los jóvenes”, sino “con los jóvenes”.
Se les preguntó cómo “traducirían” la palabra “Sínodo” para comunicarlo a chicos de su edad que no van a la Iglesia. A partir de las 5 propuestas más votadas, aportadas por más de 100 jóvenes, se va a dedicar un mes a profundizar en cada una de esas expresiones hasta el inicio del Sínodo.
VIDEO: Aquí puede volver a ver la videoconferencia del Conversatorio
FORO: Lea las preguntas y respuestas que generaron durante la videoconferencia
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Redacción de Ariel Beramendi