(hp.com).- Para aquellos que somos padres y trabajamos, el cierre de las oficinas que nos obligó a trabajar desde casa a partir del mes de marzo tiene otra vuelta de tuerca: Las escuelas y guarderías de nuestros hijos también cerharon. Nos obligaron a vivir esta alocada forma de vida combinada en la que se espera que seamos buenos empleados, buenos cuidadores y buenos maestros sustitutos todos los días… durante las mismas horas del día.
¿Se conectó tarde a la reunión diaria de las 9 h para la cual debe estar de pie porque tiene que iniciar sesión a la misma hora en la clase por Zoom de su hijo que es alumno de jardín de infantes? ¿Su hijo no para de enviarle videos mientras está en reunión a solas con su jefe? ¿Solo pudo completar la mitad de la carga de trabajo habitual aunque trabaja muchas más horas en el día?
No es el único. Y no solo está trabajando desde casa. Está en su casa, durante una crisis, intentando trabajar y criar a sus hijos al mismo tiempo. Por lo tanto, si llegó hasta acá, se merece que le demos, con la debida distancia social, todas las palmadas en la espalda que podamos darle. Estos son algunos consejos y técnicas que esperamos le hagan recuperar un poco de cordura a su vida (y ayuden a que pueda terminar algo de trabajo también).
Deje que sus hijos marquen el camino.
Después de algunos meses en casa, es probable que ya siga un cierto ritmo diario con sus hijos, incluso si está lejos de ser el ideal. Si tiene hijos en edad escolar, el plan de estudios de educación a distancia agregó un poco de estructura a sus días, incluso si tuvo que ayudarlos durante su desarrollo. Pero, ¿adivine qué? Empezó el verano, los campamentos están cerrados y los niños no tienen nada para hacer. De la misma manera en que debe reiterar un problema de cambio constante en el trabajo, deberá seguir buscando formas para adaptarse a las sorpresas a las que le presente su situación familiar. Incentive a sus hijos a que compartan ideas sobre actividades con usted: si se les ocurren a ellos, es más probable que las realicen.
Mantenga un diálogo abierto con sus colegas y jefes.
Está bien seguir pidiendo flexibilidad y un cambio continuo de horas a medida que cambia su situación. El receso de verano obviamente representa un gran cambio, pero otros recesos pueden incluir nuevos horarios que dependen de las necesidades de sus hijos (quizás, su hijo ya no tome esa siesta a la mañana que solía aprovechar para tener las reuniones por la mañana). Si es jefe, sea proactivo respecto del registro que presentan los empleados en los informes para asegurarse de que estén haciendo bien su trabajo. Es probable que no le estén diciendo muchas cosas y se sentirán aliviados de saber que entiende la situación por la que están pasando.
Divida su programa.
Si comparte la crianza de los hijos con alguien más en su casa, piense de forma creativa sobre las maneras en las que puede dividir sus días de trabajo para que ambos puedan tener momentos del día de trabajo ininterrumpido. Si ambos trabajan desde las 9 hasta las 17 h, es posible que la mejor solución sea incorporar pequeños incrementos de dos horas; si alguno de los dos tiene un programa más flexible, esa persona podría aprovechar más las horas de día mientras el otro trabaja más en horarios nocturnos o alternativos. Además, el programa no debería ser definitivo, sino que debe fluctuar para adaptarse a los proyectos y las fechas límite principales que podrían exigirle a una de las personas a que trabaje un poco más que la otra.
Instale su oficina en casa.
No podría haber otro momento más importante que este para tener un espacio dedicado para trabajar. Lo ideal sería que tenga un espacio real en su casa, pero si no tiene lugar para eso, agregue un escritorio a su dormitorio u otra sala donde los niños no pasen el rato y usted pueda cerrar la puerta. Independientemente de cómo disponga su espacio de trabajo, es importante que los niños entiendan que si está en ese espacio, usted no podrá dejar todo e ir a buscarles un tira de queso a la heladera. Agregue un cartel a la puerta que diga: “Estoy ocupado trabajando/golpear primero” o “¡Shh!” si está en el medio de una llamada para reafirmar el mensaje.
Obtenga ayuda de todas las maneras que pueda.
No, no es necesario que sea un granjero como todos los demás y les enseñe a sus hijos a hornear pan y cultivar una huerta de vegetales en el poco tiempo libre que tiene. (¡Salvo que le guste hacer ese tipo de cosas!) Si necesita pedir que le traigan comida a su domicilio para la cena tres veces a la semana para conservar su juicio, hágalo. Si sirve la cena en platos de papel para no tener que lavarlos luego, hágalo. Si en su zona hay algún servicio de lavandería de retiro/entrega, contrátelo sin culpa. Si tiene amigos o familiares que están lejos y dispuestos a entretener a su hijo por Zoom durante el tiempo que la atención del niño permita, hágalo.
Encuentre tiempo para concentrarse (aunque sea breve)
Todo lo que hemos descripto anteriormente son formas para ayudarle a lidiar con lo más importante que hace mientras trabaja: encontrar su camino. Con esto, nos referimos al período de concentración ininterrumpida sin molestia alguna en el que pueda pensar con claridad y ser sumamente productivo. Puede ser temprano por la mañana o tarde por la noche. Podría encontrar ese tiempo en el patio donde no escuche el alboroto de fondo que provocan los videos de YouTube de sus hijos. Los auriculares con cancelación de ruido podrían resultarle útiles. Haga lo que pueda para encontrar el espacio correcto una vez al día, porque su tiempo es preciado y dos horas de tiempo de trabajo de calidad son más valiosas que las largas extensiones de tiempo con concentración parcial que no le sobran.
Haga las paces con una situación que está en constante cambio.
Si su casa es un lío, tenga la amabilidad de perdonarse a sí mismo y recuerde que, en estos tiempos, todas las casas son un lío. Por eso, seria bueno tener fondos sensacionales en Zoom para nuestras llamadas.