(Radio Vaticana – Madrid).- «En el lugar de la filosofía se ha colocado la tecnología; se pretende responder a las verdades del hombre y del mundo con los avances tecnológicos. Por ello, es urgente que esta universidad construya puentes para establecer un diálogo vivo con la humanidad. Ese tender puentes pasa hoy en día por la realización de un trabajo filosófico que logre dar significado adecuado y respuesta verdadera a los problemas del hombre y del mundo contemporáneo», ha subrayado.
Asimismo, ha señalado que uno de «los más grandes desafíos» de la humanidad en el siglo XXI es el diálogo y ha instado a las universidades eclesiásticas a tender puentes en este sentido. Por el contrario, ha criticado a quienes se «atrincheran» y «clausuran» este diálogo.
«En estos tiempos de secularismo combativo y persuasivo –promovido en ocasiones por instituciones laicas y del Estado–, algunos quisieran un atrincheramiento defensivo en la ciudad segura de la ortodoxia, con la consecuente clausura del diálogo con aquel que no es creyente o condescendiente con el Magisterio de la Iglesia», ha precisado.
No obstante, también ha criticado a aquellos católicos que, en el lado opuesto a los anteriores, no se posicionan o incluso «critican» el pensamiento cristiano. «Olvidan la propia identidad de creyentes cristianos y terminan, tal vez sin intención, por reducir las instituciones eclesiásticas a meros lugares de debate», ha lamentado.
El cardenal Versaldi ha citado al Papa Francisco para apuntar las tres características que debe tener una universidad eclesiástica: «ser un lugar del discernimiento; en el que se elabora la cultura de la proximidad; y lugar de formación en la solidaridad». Concretamente, ha destacado la labor del profesor que debe realizar «una enseñanza en salida» en la medida en que «forma en el discernimiento» y enseña al estudiante a «no huir sino a leer seriamente, sin prejuicios, la realidad».
Por otra parte, el cardenal se ha referido a la «inculturación» del Evangelio y ha indicado que se están encontrando «resistencias» en la actualidad, al igual que en el pasado, aunque con una «novedad» que consiste en el «rechazo del mensaje evangélico por parte de aquellos pueblos y culturas que antes lo habían aceptado y se habían nutrido de él», por ejemplo, Europa, donde se presenta «una especie de súper cultura» con «pretensiones universalistas».
Para Versaldi, la solución de los problemas y la superación de los conflictos solo puede provenir de «un sincero y profundo diálogo» entre los diversos componentes de la realidad. Además, ha destacado que este diálogo es «de vital importancia y de emergencia» hoy en las sociedades occidentales ante el fenómeno migratorio pues se pide a los inmigrantes «asumir los estilos de vida del lugar que los aloja».
«Contra dicha posición, partiendo de una imprecisa conciencia del error que ésta contiene, se ha formulado la vía de una concordia superficial que, en nombre de la igual dignidad, sitúa todas las culturas en el mismo plano y las considera dotadas de idéntico valor, abandonado todo esfuerzo por dialogar para una real integración. Este camino no se salva del riesgo de crear guetos y marginación», ha advertido.