Pensador especializado en el choque entre el hombre y la máquina. Es experto en la cultura libre
(lavanguardia.com).-Futurista. Intuitivo. Observador, investigador, conferenciante y escritor. Nacido en Bonn en 1961, ha publicado Tecnología versus Humanidad , donde sostiene que nos encaminamos hacia un hellven (contracción de hell, infierno, y heaven, cielo), en el que tendremos acceso a tecnologías maravillosas que pueden mejorar nuestras vidas, pero que también nos pueden despojar de lo que nos hace humanos. Con todo, es optimista. Habla de digitalización, automatización, pantallización (revolución de los interfaces), desintermediación y movilización. Confiesa, sin embargo, que el secreto está en la creatividad, la curiosidad, la intuición, la imaginación y la ética. Las empresas más punteras, dice, ya no hablan de transformación digital: el foco ahora es la humanidad.
“Facebook no tiene una orientación ética ni supervisión real. Si no cambia eso, morirá”
Hablemos de futuro: ¿Hacia dónde vamos?
El cambio es trepidante. Lo que antes era ciencia ficción ahora es ciencia real. En los próximos 20 años evolucionaremos tanto como en los últimos 300. En pocos años estaremos todos conectados, manipularemos el genoma humano, el 50% de nuestros trabajos serán automatizados y los ordenadores aprenderán a querer.
¿Nos enamoraremos de robots?
En 50 años, tendremos máquinas que podrán simular el amor. El ordenador podrá mirarte a la cara, quererte y conseguir crear algo que para que ese amor sea recíproco. En 2040, nuestro mundo no tendrá nada que ver con el de hoy.
¿Cómo sobreviviremos a todos esos cambios?
Poniendo el foco en todo lo humano: en las facultades que nos hacen ser personas, como la intuición, la imaginación, el story-telling, el misterio, la negociación, la compasión, la empatía. Algún día los ordenadores también lo sabrán hacer, pero les va a costar muchos años poder desarrollarlo. Por eso tenemos que ser rápidos. Los niños tendrán que ser mejores seres humanos.
Y la tecnología, ¿entenderá de ética?
La tecnología no tiene intenciones, ni moral o valores. Es neutral hasta que alguien la usa y le da un sentido. Ahora no tenemos un control ético sobre ella. Necesitamos una regulación y una supervisión poderosas o podríamos acabar mal.
¿Tiene un plan?
Sí. Propongo actuar para evitar el colapso. Necesitamos, repito, un gobierno sabio o una guía, una ética a la que nos aferramos, una regulación. Si solo usamos la tecnología para hacer dinero, será nuestro fin.
Todas las empresas existen para ganar dinero.
Sí. Pero, si no son capaces de ser humanas, morirán.
¿Ética o muerte?
Sí, le pongo un ejemplo: Facebook tiene una tecnología alucinante, pero no tiene una orientación ética, es esencialmente una máquina (con inteligencia artificial) de hacer dinero. Pero no tiene ninguna intención de crear responsabilidades, no hace un esfuerzo para ser digno, humano. La tecnología está explorando un montón de cosas pero carece de lo más importante: una supervisión real.
¿Facebook morirá?
Sí.
¿Qué propone?
Tengo una propuesta llamadaThe Global Digital Ethics Council, un primer intento de gobierno global donde se discutirían dilemas éticos.
¿Con políticos?
No. Sería gente de las grandes industrias, intelectuales, escritores, autores de ciencia ficción. No querría que fuera formada sólo por políticos o gente de negocios o académicos. Gente sabia que se pregunte qué vamos a hacer cuando sea posible manipular el genoma humano.
¿Dónde queda la cultura en esta revolución tecnológica?
Necesitamos científicos, ingenieros y matemáticos. Pero necesitamos invertir el mismo dinero en humanidades, en arte, filosofía, cultura. Y no lo hacemos. Hoy vemos claramente que si no encontramos un equilibrio para la ciencia y la tecnología podemos tener problemas, porque no tenemos los conocimientos suficientes de las consecuencias de nuestras acciones. Ya lo vimos con la bomba nuclear.
¿Las escuelas tienen que reinventarse?
Muchas empresas ya tienen como objetivo contratar a personas con inteligencia emocional. Lo más duro para los niños del futuro es que no tendrán trabajos fijos, sino que estarán en constante cambio. Y tendrán que reinventarse, reaprender. Eso solo se puede llevar bien con una personalidad fuerte.
Somos la última generación desconectada.
El fuera de línea será el nuevo lujo. No estamos programados para estar todo el día conectados. Necesitamos la observación y la contemplación, la conversación y la reflexión. En Nueva York ya existen restaurantes que te dan un 10% de descuento si no miras el teléfono mientras estás allí. Pero, más que eso, debería hacerse una norma social. No pongas tu teléfono en la mesa, simplemente porque no está bien.