El prefecto de Comunicación del Vaticano ha abogado por una comunicación «absolutamente transparente», que genere confianza y capaz «de construir relaciones verdaderas»
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(alfayomega.es).- «Son tiempos difíciles para la comunicación en general y también para la comunicación de las instituciones». Esta es la premisa de la que ha partido Paolo Ruffini, prefecto el Dicasterio vaticano para la Comunicación, en un coloquio virtual organizado por la Conferencia Española de Religiosos (CONFER).
Ante esta situación, «¿cómo deberíamos comunicar?», se ha preguntado Ruffini. Acto seguido, ha advertido frente a una serie de peligros en los que se puede caer a la hora de comunicar sobre una institución como la Iglesia.
«Hay que evitar comunicar la realidad de una institución como si estuvieras contando el menú del día o una lista de cosas», es decir, «como algo frío e impersonal. Esta es precisamente una de las razones de la crisis generalizada en el mundo de la comunicación institucional, que son percibidas como algo frío», ha señalado el prefecto.
Este sentido, ha recordado que «la Iglesia no es un edificio» y, por tanto, «nuestra comunicación no puede ser la comunicación de un edificio». «Para comunicar la Iglesia no tenemos que reducirla a un aparato». No, «nosotros hablamos de una comunidad y tenemos que conseguir comunicar desde esa identidad», ha subrayado en una alocución plagada de referencias al Papa Francisco.
De hecho, como suele hacer el Pontífice, el prefecto del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano también ha advertido contra el riesgo «de caer en el narcisismo, de ser autorreferenciales», prácticas que muchas veces son camufladas «por un eslogan eficaz o por efectos especiales».
No hacer proselitismo
Asimismo, Ruffini ha recordado cuando el Santo Padre dirigió recientemente un discurso a los miembros del Dicasterio «en el que nos dijo que evitáramos hacer publicidad y proselitismo». La Iglesia «comunica por atracción» y gracias al «testimonio».
De esta forma, «nuestra labor» pasa por «implicar a cada una de las personas a sentirse parte de la institución y que esas mismas personas den su propio testimonio en los medios, en las redes sociales..». Entonces, «dejará de ser algo frío» y «tendrá fuerza».
Toda la carne en el asador
Más allá de los riesgos y las dificultades, el prefecto también ha ofrecido una serie de reflexiones sobre lo que tiene que ser la comunicación de la Iglesia, para la que ha pedido «poner toda la carne en el asado» y «comunicar con el alma».
El requisito principal de esta comunicación, ha señalado Paolo Ruffini, «es la confianza», «en los demás» y también la que «tenemos que generar nosotros en ellos».
Otra de las propuestas de Ruffini ha sido la de «escuchar» y luego ya «comunicar para todos, para los que creen y para los que no, en su mismo lenguaje». Y «con quien nos escuche, hemos de construir relaciones verdaderas» y «no estar demasiado pegados a las formas».
Por último, ha instado a «ser transparentes», a demostrar «que somos fiables, creíbles y que se puede confiar en nosotros. Tenemos que ser absolutamente transparentes en nuestra comunicación».
Sin miedo a la tecnología
Al final de su intervención el prefecto de Comunicación ha pedido «no tener miedo a la tecnología», que por ejemplo «nos está permitiendo celebrar un encuentro como este».
En este sentido, ha pedido «volver a dar vida. La Iglesia siempre ha sido una red capaz de ofrecer soluciones, de ofrecer un compartir, una acogida». Así, «en la red hemos de volver a nuestro ser comunidad», a tener «relaciones concretas, experiencias, poner en común soluciones sobre todo».