El joven sacerdote mexicano ha recurrido a las redes sociales para acercarse a los creyentes católicos, y tiene buena respuesta de la juventud.
(elpais.bo).-Con 34 años de edad, Heriberto García Arias está cambiando la manera en que una institución religiosa como la Iglesia Católica se acerca a sus seguidores. A diferencia de otras vías de fe, como el tele-evangelismo, lo que el joven sacerdote hace es llegar a directamente a la juventud a través de las redes sociales, es decir, los espacios virtuales que más frecuentan.
Por su habilidad, ha sido enviado a estudiar la Licenciatura de Comunicación Social Institucional a la Universidad de la Santa Cruz en Roma, Italia, aunque hace poco todavía podía vérsele dando misa en la Catedral Basílica de San Juan de los Lagos en Jalisco, México.
Mientras tanto, podremos seguir sus aventuras por redes sociales como TikTok, Instagram, Facebook, YouTube y Twitter, en las que se ha vuelto viral recibiendo elogios, comentarios positivos, negativos, pedidos de consejos, y hasta una que otra declaración de amor quizá motivada por la sinceridad y comicidad que el sacerdote despliega en sus publicaciones llenas de reflexiones, bailes y juegos con filtros.
“Yo creo que lo que el mundo necesita es paz en el corazón. Está influyendo bastante el tiempo de las personas en las redes sociales, en donde hay tanta información que pueden confundir una fe que quizá no está bien sólida”
Todo comenzó con la transmisión de una homilía que se volvió viral en redes sociales. Desde entonces, el sacerdote publica videos e imágenes, y atiende las dudas de personas de todas las edades. “En medio de todas estas situaciones que nos desestabilizan, la verdadera paz viene de adentro. Yo creo que lo que el mundo necesita es paz en el corazón. Está influyendo bastante el tiempo de las personas en las redes sociales, en donde hay tanta información que pueden confundir una fe que quizá no está bien sólida”.
Incluso el padre Heriberto, que como buen jalisciense es aficionado a la charrería, tuvo un momento en que debió decidir hacia dónde iría su camino, pues antes de ingresar al seminario, tenía una novia a la cual amaba. “Me di cuenta que Dios me llamaba. Hay algo que se siente, no sabes si vas a ser sacerdote, pero quieres responder. Entonces no pesa tomar la decisión. No digo que no me dolió dejar a mi novia y decirle que me iba al seminario, pero uno elige lo que más le gusta”.
El joven sacerdote ha encontrado su misión en predicar a la juventud la verdad que el catolicismo ofrece. “Trato de mantener el corazón en equilibrio, de saber que no estoy perdiendo mi identidad. Los comentarios no me afectan porque al final estoy haciendo lo que tengo que hacer, estoy trabajando, estoy haciendo lo correcto, lo que Dios me está pidiendo”.
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