El cardenal relator general de la asamblea abrió la 8ª Congregación general introduciendo el debate sobre la sección B2 del Instrumentum laboris, dedicada a la obra misionera: El «continente digital» no es sólo un instrumento de evangelización porque transforma nuestro modo de vida. En las fichas la promoción de la «dignidad bautismal de las mujeres» y de un ministerio episcopal «sinodal». A partir de esta tarde los trabajos en los Círculos Menores
(vaticannews.va/).-Para la Iglesia, Internet no es sólo una herramienta de evangelización, es más: un nuevo territorio de misión, «porque transforma nuestra manera de vivir, de percibir la realidad, de vivir las relaciones». Así lo subrayó el cardenal Jean-Claude Hollerich en la asamblea del Sínodo, al explicar:
«Muchos de nosotros no podemos ser guías en estos nuevos contextos de misión», sino que «necesitamos que nos guíen quienes habitan el continente digital». La mayoría de los obispos, aunque algunos son buenos en la red, “están aprendiendo por el camino de los miembros más jóvenes del Pueblo de Dios”. Porque todos los bautizados «tienen una contribución insustituible que aportar» en los distintos aspectos de la misión de la Iglesia.
Tercera fase de los trabajos
Tras la visita de ayer por la tarde a las catacumbas de San Sebastián, San Calisto y Domitila, el cardenal arzobispo de Luxemburgo, relator general del Sínodo sobre la sinodalidad, abrió con éste y otros estímulos los trabajos de la octava Congregación general, esta mañana, 13 de octubre, ante la presencia del Papa Francisco, introduciendo el tercer módulo de la asamblea.
«Corresponsables en la misión. ¿Cómo compartir dones y tareas al servicio del Evangelio?» es el tema del apartado B2 del Instrumentum laboris, el documento que sirve de esquema para el trabajo de los padres y madres sinodales, sobre el que girará el debate en los Círculos Menores – que comenzaron esta tarde – y las intervenciones en el aula.
El Aula Pablo VI durante los trabajos de esta mañana de la 8ª Congregación general del Sínodo sobre la sinodalidad
Grech: los dos viernes teológicos en San Pedro
Tras la oración de la mañana, el cardenal Hollerich fue presentado por el cardenal secretario general, Mario Grech, quien recordó la iniciativa promovida por la Basílica de San Pedro con ocasión del Sínodo. Esta tarde se celebró la primera de las dos veladas de estudio teológico sobre la sinodalidad, abiertas a todos. La próximo será el viernes 20, de 19.00 a 20.30 horas, en el Altar de la Cátedra de la Basílica Vaticana.
A las palabras de Grech y a la introducción de la presidenta delegada, sor María de Los Dolores Palencia Gomes, de la Congregación de San José de Carondelet, siguió el discurso del ponente Hollerich, que fue a su vez acompañado por una pausa de silencio, la lectura del Evangelio de Lucas (11, 27-28) y de los Hechos de los Apóstoles, una meditación bíblica de la madre Ignazia Angelini, y «reflexiones teológicas» del profesor Carlos Galli. Por último, tres testimonios de miembros de la Asamblea, compartiendo la experiencia de su Iglesia local con relación a los temas del B2.
Hollerich: Sínodo para los creyentes de todos los tiempos
El cardenal Hollerich subrayó, en primer lugar, que «ya se ha hecho mucho» caminando juntos, a pesar de que desde la vigilia ecuménica «no han pasado ni dos semanas». Juntos, los participantes en el Sínodo han caminado en la peregrinación a las catacumbas «que nos ha permitido entrar en contacto más estrecho con los cristianos de la comunidad primitiva y especialmente con los mártires, que dieron su vida para que nosotros recibiéramos la fe».
Esta fe en el Señor, continuó el relator general, «nos une a ellos, puesto que formamos parte de la misma Iglesia y compartimos la misma misión: anunciar al mundo la Buena Nueva del Evangelio, el amor y la misericordia de Dios». La oración de los mártires y de los creyentes que nos han precedido «nos sostiene y podemos sentirlos caminar con nosotros». Porque «el Sínodo implica a toda la Iglesia, que incluye a creyentes en Cristo de todo lugar y tiempo».
Misión y comunión
El tema de este tercer módulo es, por tanto, la misión. Hollerich recordó que «con gran claridad en todos los niveles del proceso sinodal se reafirmó que ‘una Iglesia sinodal es una Iglesia enviada en misión'». Es el mandato de Cristo a los Apóstoles que «se extiende a todos los miembros de nuestra Iglesia apostólica».
El tema de la misión, subrayó, surge continuamente en los trabajos del segundo Módulo, dedicado a la comunión, porque ésta «no se cierra en sí misma, sino que está impregnada por el impulso hacia la misión». Además, «la finalidad de la misión es precisamente ampliar el ámbito de la comunión, permitiendo que un número cada vez mayor de personas se encuentre con el Señor y acoja su llamada a formar parte de su Pueblo».
Misioneros en el «continente digital”
De los trabajos de los últimos días, los participantes en el Sínodo pueden tomar como ejemplo la perspectiva del «continente digital», que ya estuvo en el centro de muchas intervenciones.
Muchos de nosotros, recordó, «vemos Internet sólo como una herramienta de evangelización. Pero es más, porque transforma nuestra forma de vivir, de percibir la realidad, de experimentar las relaciones. Se convierte así en un nuevo territorio de misión». ¿Estamos, como Francisco Javier, se preguntó Hollerich, «listos y preparados para viajar a este nuevo continente»?
La mayoría de los obispos y otros participantes, reconoció, «no pueden ser guías en estos nuevos contextos de misión», sino que necesitan «ser guiados por quienes habitan el continente digital». «Los obispos, al menos la mayoría de nosotros, no podemos ser pioneros en esta misión, pero estamos aprendiendo a lo largo del camino abierto por los miembros más jóvenes del Pueblo de Dios».
También esto, para el cardenal luxemburgués, «nos ayuda a comprender por qué nuestro título habla de corresponsabilidad en la misión: todos los bautizados están llamados y tienen derecho a participar en la misión de la Iglesia, todos tienen una contribución insustituible que aportar». Esto se aplica «al continente digital», pero «también a otros aspectos de la misión de la Iglesia».
La primera ficha de trabajo: sentido y contenido de la misión
A continuación, el relator general pasó revista a las cinco fichas de trabajo relativas a la sección B2, recordando que «cada grupo abordará sólo una, confiando en el trabajo de los demás Círculos en las demás fichas, cuyos frutos, dijo, compartiremos en sesión plenaria».
La primera ficha se refiere a «la necesidad de confrontarnos con el sentido y el contenido de la misión», que en nuestra Iglesia «se transmite a través de una pluralidad de lenguajes e imágenes». Porque la misión de anunciar el Evangelio «no concierne sólo a nuestros labios, sino que debe implicar las múltiples dimensiones de nuestra vida cotidiana». Y pertenecen a la misión de la Iglesia «el compromiso por la ecología integral, la lucha por la justicia y la paz, la opción preferencial por los pobres y las periferias, la disponibilidad para abrirse a todos».
Ministerialidad en la Iglesia
La segunda ficha tiene como tema «la ministerialidad en la Iglesia», sobre la que Hollerich remitió a los testimonios de la mañana. Para detenerse más en las otras tres fichas, que deben abordarse con especial atención. Porque, respecto a estos tres temas, explicó, «cada uno de nosotros es portador de un punto de vista que es esencial, pero para tratarlos con eficacia también estamos llamados a ser conscientes de nuestra parcialidad».
Promover más la dignidad bautismal de las mujeres
La tercera ficha se refiere a una mayor promoción de «la dignidad bautismal de las mujeres». El cardenal subrayó que «el bautismo de las mujeres no es inferior al de los hombres».
¿Cómo conseguir, se preguntó, «que las mujeres se sientan parte integrante de nuestra Iglesia misionera? ¿Percibimos los hombres la diversidad y la riqueza de los carismas que el Espíritu Santo confiere a las mujeres?». ¿O estamos a menudo atados en nuestro comportamiento por la educación que hemos recibido, el entorno familiar en el que hemos crecido, o «por los prejuicios y estereotipos de nuestra cultura»?
Por último, se preguntó: «¿Nos sentimos enriquecidos o amenazados» cuando «las mujeres son corresponsables de la misión de la Iglesia, a partir de la gracia del Bautismo que compartimos?».
¿Qué relación entre el ministerio ordenado y los ministerios bautismales?
La cuarta ficha tiene como tema la valorización, desde una perspectiva misionera, de la relación entre el ministerio ordenado y los ministerios bautismales. Todos conocemos, recordó Hollerich, «la imagen del cuerpo propuesta por San Pablo. ¿Estamos dispuestos a aceptar que todas las partes del cuerpo son importantes?».
¿Y aceptar «que Cristo es la cabeza del cuerpo, y que el cuerpo sólo puede funcionar si cada parte está en relación con la cabeza y las demás partes? ¿Es el cuerpo de nuestra Iglesia capaz de actuar armoniosamente o sus partes se retuercen en todas las direcciones?».
Un nuevo ministerio de los obispos, sinodal y misionero
La quinta y última ficha se refiere a los obispos, «cuyo ministerio, por voluntad del Señor, estructura la comunión de la Iglesia» y cómo «debe ser renovado y promovido» para «ser ejercido de forma adecuada a una Iglesia sinodal». Se trata de una pregunta que interpela a gran parte de los padres sinodales, «porque la respuesta», subrayó el relator general, «tendrá un impacto directo en nuestra vida concreta, en la manera de gestionar nuestro tiempo, en las prioridades de nuestra agenda, en las expectativas del Pueblo de Dios hacia nosotros y en la manera de concebir nuestra misión».
Cuando estamos muy implicados en un tema, fue el consejo del cardenal Hollerich a sus hermanos obispos, «necesitamos aún más el valor de dar un paso atrás para escuchar auténticamente a los demás, para dar cabida en nuestro interior a su palabra y preguntarnos qué nos sugiere el Espíritu a través de ella». Esto se aplica tanto a la escucha «de aquellos que no son obispos y que, por tanto, son portadores de un punto de vista diferente, como a la escucha de los demás obispos», porque cada uno «tiene su propia manera de ser obispo».
Escuchar y dar espacio a la palabra del otro
El cardenal luxemburgués concluyó su introducción con algunas sugerencias para el método de la asamblea. Empezando por centrarse en «dar espacio a la palabra del otro», a medida que «el método de conversación en el Espíritu se nos hace más familiar».
Y subrayó el cansancio que los grupos de los Círculos más pequeños hacen durante la segunda ronda, cuando cada uno debe «dejar de lado su propio punto de vista, su propio pensamiento, para prestar atención a las resonancias que la escucha de los demás suscita en su interior». De hecho, no se trata de «una prolongación de la primera ronda, sino de una oportunidad para abrirse a algo nuevo, en lo que quizá nunca se había pensado de esa manera».
Puntos de convergencia y divergencia siempre presentes
Un don del Espíritu para todos y una atención a la escucha que «debe continuar luego durante las Congregaciones Generales». En las que «las intervenciones libres deben manifestar las resonancias a lo que los grupos han compartido poco antes». Por eso será importante, subrayó Hollerich, que los informes de los grupos y las intervenciones de los ponentes presenten cada vez más «los puntos de convergencia y divergencia, pero sobre todo las cuestiones que hay que profundizar y las propuestas de pasos concretos que hay que dar» de cara a la segunda sesión de 2024.
La invitación final fue a no dar «respuestas precipitadas que no consideren todos los aspectos» de lo que son algunos de los puntos clave del Sínodo, y a «consultar a los teólogos que están con nosotros», para orar y profundizar en las cuestiones que se plantearán en el 2024.