Les contamos los dicasterios de la Santa Sede desde dentro para conocer su historia, objetivos y «declaración de misión», y así entender cómo funcionan las estructuras que apoyan el ministerio del Papa. En esta entrevista con su Prefecto, Paolo Ruffini, nos adentramos en el Dicasterio para la Comunicación.
(vaticannews.va).-Su historia es muy reciente, pero con raíces muy antiguas. El Dicasterio para la Comunicación cumplirá seis años en junio, desde que en 2015 comenzara a configurarse como una única estructura donde late el corazón de diversas reparticiones que durante muchas décadas -incluso siglos, como en el caso de la imprenta- han apoyado el Magisterio de los Papas. Y no solo eso, sino también de modo general han servido a la información vaticana a través de los medios tradicionales y de las tecnologías multimedia. El proceso de reforma iniciado por el Papa Francisco continúa y mantiene su mirada fija en ese «contexto comunicativo» siempre cambiante. «Nuestra sana ambición -dice el Prefecto del dicasterio, Paolo Ruffini- es hacer que las muchas personas que nos siguen, y que son millones hoy a través de la web y las redes sociales, se sientan protagonistas de primera línea de esa aventura colectiva que es la historia que se está haciendo; y que necesita una lectura cristiana para ser comprendida».
El Prefecto del Dicasterio para la Comunicación, Paolo Ruffini
Con el Motu Proprio El contexto comunicativo actual el Papa Francisco inició en 2015 una transformación radical de los medios de comunicación vaticanos, que a partir de ese momento iniciaron un camino de convergencia dentro de un solo dicasterio. ¿Qué pasos se han dado y qué queda por hacer?
Antes de hablar de los pasos dados con la reforma, y de los que quedan por dar, quizá debamos dar un paso atrás. De hecho, más de uno. Para entender por qué existe este dicasterio, cuál es su cometido, debemos rebobinar la cinta. Empezar por el principio, de por qué la comunicación es una misión para la Iglesia, de la función de la comunicación para mantener unida la Sede de Pedro con los fieles de todo el mundo, de por qué, desde Pentecostés, la comunicación de la Iglesia habla todas las lenguas. Y de cómo es posible que esto no conduzca a la confusión de Babel, sino (desde los albores del cristianismo hasta hoy) a la misteriosa sinfonía de una unidad en la diversidad. Gracias a ella, entonces como ahora, se puede decir de nosotros, los cristianos: «a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje» (Salmo 19).
En cuanto a los pasos dados y por dar, esta metáfora nos dice una cosa sobre todo. Cada reforma es un viaje. Pero ningún viaje empieza de la nada, ni siquiera el nuestro.
Las nuevas tecnologías nos desafían, pero esto tampoco es nada nuevo. En este sentido, podemos decir que la historia del Dicasterio para la Comunicación se remonta a siglos atrás. Y nació del hecho que somos miembros unos de otros. La Iglesia no puede no comunicar. De hecho, existe también por esto. La Santa Sede tiene una imprenta desde hace 434 años. La imprenta con tipos móviles acababa de ser inventada por Gutenberg, quien reprodujo la Biblia por primera vez con la nueva técnica en 1455. Hace 160 años que tiene un periódico, 95 que tiene una casa editorial. Hace 90 años que tiene una emisora de radio; 25 años que tiene un portal web. Hace 82 años nació la Oficina de Prensa de la Santa Sede. Hace 75 años se creó la Pontificia Comisión, que luego se convirtió en el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales. Hace 62 años se creó la Filmoteca Vaticana, y hace 38 años el Centro Televisivo Vaticano (CTV). Y hace cinco años nació el Dicasterio. Su propósito era y es la unidad. Pero hoy como entonces es una unidad plural. Una unidad en la diversidad de profesiones, de medios, de roles, de funciones.
Tipografía Vaticana
Una unidad que de alguna manera ya estaba ahí, siempre ha estado ahí…
Es cierto. En este sentido, más que de transformación radical, creo que es mejor hablar de evolución natural. El cristianismo siempre se ha medido con el tiempo. No podemos enterrar los talentos que la tecnología nos ofrece en el frente de las comunicaciones. Talentos que pueden ser bien o mal utilizados. Para unir o dividir, para difundir la verdad o la mentira, amor u odio.
¿Se puede hacer ya un balance de estos años?
Por supuesto que sí, eso sí, siempre que sintamos que estamos en camino. Si miramos hacia atrás, constatamos los muchos pasos que hemos dado. Si miramos hacia adelante, vemos lo mucho que nos queda por recorrer. Y nos damos cuenta de que esto siempre será así. Hoy vivimos en un mundo que no existía hace cinco años. Nuestros hijos ya están acostumbrados a esta época acelerada, en la que no solo los cambios son continuos, sino que también son muy rápidos. Y nos desafía, no podemos parar. La misma palabra «actual», que el Papa utilizó en su motu proprio, no describe lo que era actual hace cinco años, sino que nos indica que no podemos escapar a la actualidad del tiempo. Debemos intentar no quedarnos atrás.
La reforma nunca se completará, porque corremos junto al tiempo: cada uno de nosotros debe sentirse desafiado cada día, sin miedo, sin complejos de inferioridad o superioridad. En cuanto al balance, inevitablemente provisional, creo que ha crecido durante estos años la conciencia de que somos una sola institución.
Hoy el Dicasterio para la Comunicación es una realidad multimedia que emite los programas de Radio Vaticano en 41 idiomas (12 mil horas de transmisión en 2020); es el Centro de radiodifusión de onda corta de Santa María de Galeria; es un portal de noticias en 43 idiomas que no solo difunde noticias, sino que acompaña a los fieles en la oración (250 millones de páginas leídas en 2020). Es también una galaxia de cuentas de redes sociales (en muchos idiomas) que han construido una red para el bien (5 millones de usuarios en 26 idiomas en Facebook, con una tasa de crecimiento del 23 por ciento en 2020; 101 millones de vídeos vistos en YouTube en 2020; más de tres mil millones de vistas en cuentas de Twitter en 2020). Es la redacción del sitio vatican.va que custodia el Magisterio de la Iglesia y los mensajes papales en Instagram y Twitter (en 2020 se leyeron 36 mil millones de veces; cada tuit individual llegó hasta 19 millones de usuarios).
Transmisión radial en Palazzo Pío
Es un centro de producción televisiva que, además de emitir imágenes del Papa, contribuye a la realización de documentales sobre la historia de la Iglesia (337 emisiones en directo en 2020, además de grabaciones para documentar todos los eventos pontificios y otros hechos importantes). Es una casa editorial con sus libros y sus dos librerías (165 libros publicados en 2020). Es un periódico, L’Osservatore Romano, escrito en siete idiomas. Es un servicio fotográfico. Es una imprenta. Es una Sala de Prensa que habla diversos idiomas, publica un boletín diario y se relaciona con los medios de comunicación de todo el mundo. Es un archivo multimedia. También es la infraestructura tecnológica que está detrás de todo esto, y que ha desarrollado las páginas web de los dicasterios de la Santa Sede, que nos permite escuchar la voz del Papa en la Plaza de San Pedro, ver las imágenes en las pantallas gigantes.
Todo esto solo puede existir gracias al apoyo de los católicos de todo el mundo. Es en su confianza y en su ayuda donde encontramos la fuerza para seguir adelante, y el brío que nos impulsa para responderles apropiadamente.
Con la reforma, el Papa Francisco nos ha instado a empezar primero desde nosotros mismos. Nos ha pedido que cada uno de los que trabajamos en el Dicasterio nos sintamos parte de un equipo mayor, que sintamos nuestro papel como parte, esencial pero no única, necesaria pero no exclusiva, de un plan más amplio. Eso nos incluye a todos, y ahora nos corresponde ofrecer el mejor servicio posible a todos aquellos que utilizan nuestro trabajo para proporcionar información en sus propios países, en diferentes idiomas. Depende de nosotros, y de todos los que nos leen, nos escuchan, o que ven en la televisión o en los ordenadores nuestro relato a través de las imágenes, que esto no sea solo una sinergia, una cuestión funcional, sino una expresión comunicativa de nuestro ser uno, de nuestra comunión, de nuestro ser miembros unos de otros, de nuestra capacidad de dialogar con el mundo entero, como hermanos y hermanas.
El centro ITC de Palazzo Pío
¿Cuáles han sido los pasajes más importantes y significativos?
Radio Vaticano ha llevado su hermosa historia al universo digital de Vatican News. L’Osservatore Romano, que acaba de instalarse en el mismo edificio en el que se encuentra la redacción de Radio Vaticano, ha visto potenciado su trabajo, su servicio y su periódico en el trabajo en equipo que se ha expresado de forma natural. Y así también sucede con la Radio, que a través de la web ha dado vida a un proyecto multimedia y multilingüe único en el mundo. El Servicio Fotográfico ha puesto sus imágenes, su archivo, su sensibilidad, a disposición no solo del periódico, sino también del portal y de los canales de las redes sociales, incluidas las cuentas oficiales del Santo Padre. El CTV, convertido en Vatican Media, ha alimentado todo el sistema de comunicación, produciendo imágenes que quedarán en la historia de la Iglesia y del mundo. La Librería Editora Vaticana ha creado un proyecto que le permite imprimir también on demand, en diferentes idiomas. También ha producido libros electrónicos. Ha creado un sitio que atestigua nuestro esfuerzo por acompañar con una reflexión profunda la actividad de la comunicación día a día.
Los pasos han sido muchos. Los últimos en orden de tiempo han sido la reforma gráfica de L’Osservatore Romano, y la app con la que se puede leer el periódico desde un teléfono móvil. Y luego las radios web, que tienen como objetivo que la oferta de Radio Vaticano se convierta en una moderna radio multilingüe. Una cosa que nos interesa mucho es el vínculo cada vez más fuerte con las iglesias locales. Esto nos ha llevado a proporcionar a todas las diócesis, a todas las parroquias, a todos los institutos religiosos del mundo un widget, una herramienta telemática, para que toda nuestra oferta esté disponible en su página web. Nuestro servicio, de hecho, tiene sentido precisamente porque es un instrumento de comunión, de intercambio y de información fundado en la búsqueda, como dice siempre el Papa, «de lo verdadero, lo bueno y lo justo».
¿Cuáles han sido los pasos más difíciles?
Ciertamente, la pandemia nos desafió a dar un salto tecnológico en pocos meses. Pero cada día ha tenido sus penas y sus satisfacciones. Paso a paso avanzamos, cada día un paso más. También ha habido muchos malentendidos sobre la reforma. No se trataba de borrar una historia, sino de revitalizarla. No se trataba de estandarizar la oferta, sino de diversificarla según el medio. Lo digital nos permite tener conexiones con el mundo entero que antes eran impensables, nos permite pasar de la lógica de la transmisión a la lógica de la relación, de pensar en nosotros mismos como productores de contenidos a vivir como promotores de relaciones. Nos permite mantener la pluralidad lingüística y cultural. Se trataba y sigue tratándose, en esencia, de utilizar bien nuestros talentos.
Reunión de redacción en la sede del Dicasterio
¿Y cuáles son los próximos proyectos?
Acabamos de lanzar un proyecto de formación sobre cómo comunicar la fe en el mundo digital que ha reunido a jóvenes comunicadores de todos los continentes. Estamos intentando que nuestra comunicación sea accesible para todos, incluso para los que no pueden ver ni oír. Tenemos un proyecto para que la Sala de Prensa sea más eficiente, más conectada con los medios de comunicación de todo el mundo. Poner en marcha un sistema de acreditación a distancia para que todos los medios de comunicación del mundo puedan conectarse directamente con nosotros. Sobre todo, tenemos el proyecto de ser cada vez más miembros los unos de los otros.
El mundo digital no es algo prefabricado, sino un mundo que cambia, evoluciona, se reinventa. Nosotros también podemos cambiarlo, reinventarlo. Mientras tanto, depende de nosotros intentar construir una red de redes.
Entre las tareas esenciales del Dicasterio están las de difundir el Magisterio del Papa e informar sobre las actividades de la Santa Sede y de la Iglesia en el mundo. Para ello se utilizan considerables recursos profesionales, culturales, lingüísticos y tecnológicos. ¿Cuáles son estos en detalle?
Son y somos muchas personas, diferentes por idioma, países de origen y profesión; pero unidos por la misma misión, por la misma fe, por el bautismo. Somos laicos, religiosos, religiosas y sacerdotes. Somos operarios, periodistas, impresores, técnicos, conductores, diseñadores gráficos, ingenieros, informáticos, fotógrafos, camarógrafos, montajistas y realizadores audiovisuales, archiveros, administrativos y encargados de bodegas. Cada día valoramos la belleza de nuestro ser una sola cosa, y también el desfase entre lo que nos gustaría ser y lo que somos. Y esto nos ayuda a intentar hacerlo cada vez mejor.
El Dicasterio para la Comunicación ha absorbido internamente al personal que antes estaba distribuido en nueve organismos diferentes. ¿Cuáles son las cifras efectivas y cómo han trabajado para gestionar la reorganización?
Hoy somos 565 personas. Al principio de la reforma éramos 640. En ese momento, cerca de la mitad del personal estaba en Radio Vaticano (332 empleados), pero la Imprenta (83) y L’Osservatore Romano (77) también tenían un número considerable de trabajadores. A lo largo de los años de la reforma, el número total de personal del Dicasterio para la Comunicación se ha reducido en 75, al tiempo que se ha garantizado tanto el potenciamiento profesional como la inserción de figuras profesionales capaces de afrontar los retos del nuevo contexto comunicativo tanto desde el punto de vista tecnológico como editorial.
Los costes de personal relacionados con el Dicasterio en su conjunto se han reducido en aproximadamente 4,4 millones de euros durante el periodo 2014 – 2020, pasando de 33,9 millones de euros en 2014 a 29,5 millones de euros en 2020.
Cuadro 1
La creación del Dicasterio ha supuesto una compleja remodelación del área económica. ¿Qué partidas de gastos caracterizan el presupuesto de la misión de una «máquina» que en su trabajo diario gestiona una multiplicidad de estructuras, redes y plataformas?
Como ya he dicho, desde el inicio de la reforma del sistema comunicativo, en el Dicasterio para la Comunicación han confluido el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, la Oficina de Prensa de la Santa Sede, una parte del Servicio de Internet del Vaticano, Radio Vaticano, el Centro Televisivo Vaticano y la Librería Editora Vaticana. Durante 2020 se completó el proceso de integración del ente “Imprenta Vaticana – Editorial L’Osservatore Romano”, que agrupaba los siguientes servicios: L’Osservatore Romano, el Servicio Fotográfico y la Imprenta Vaticana.
La mayoría de las entidades que pasaron a depender del Dicasterio eran anteriormente instituciones vinculadas a la Santa Sede y, como tales, estaban dotadas de autonomía jurídica y patrimonial y, en cierta medida, también de autonomía de gestión. Los gastos de estas entidades se financiaban no solo con los ingresos que producían, sino también con las aportaciones de la Secretaría de Estado y/o del Governatorato, especialmente en lo que suponía el déficit de Radio Vaticano. La reforma hizo posible el proceso de integración y gestión unitaria de todo el sistema, reforzando también la conexión con las realidades eclesiales locales y sus instrumentos de comunicación social.
También se ha fortalecido la comunicación institucional de la Oficina de Prensa, donde desde 2019 funciona un equipo multilingüe con la misión de asistir a la Dirección en las relaciones con determinadas áreas lingüísticas y culturales del mundo, reforzando así los servicios ofrecidos. Este equipo está formado por personal del Dicasterio, lo que ha permitido limitar al máximo los costes y desarrollar un enfoque sinérgico de los distintos temas.
El diario de la Santa Sede, L-Osservatore Romano
Con la reforma, gracias a la sinergia entre la Dirección Editorial y la Dirección Teológico-Pastoral, se ha reforzado la oferta editorial de información tanto periodística como teológico-pastoral en el nuevo portal multimedia y multilingüe vaticannews.va. En sinergia con la Secretaría de Estado, también se ha acelerado la publicación de las principales traducciones en vatican.va. La reforma también ha permitido lograr una mejor presencia en las plataformas digitales y un mejor servicio a los dicasterios de la Santa Sede.
Esta mayor integración ha hecho que el Dicasterio para la Comunicación y el ente “Imprenta Vaticana – Editorial L’Osservatore Romano”, considerados como una unidad, reduzcan estructuralmente su déficit y logren -junto a un aumento de la productividad y de los servicios ofrecidos- una reducción tanto de costes como de personal. Estos resultados se han buscado mejorando la eficacia de los procesos de producción editorial y tecnológica, gracias a una cuidadosa gestión de las actividades y a un sistema de control de gestión.
El Dicasterio para la Comunicación, aunque en un contexto no siempre favorable a las actividades de recaudación de fondos, siempre se ha empeñado en buscar financiamiento de donantes privados para continuar la modernización de su sistema editorial y tecnológico, reduciendo así el uso de recursos de la Santa Sede. Los benefactores que hasta ahora han donado sumas al Dicasterio para la Comunicación han vinculado sus donaciones a la realización de proyectos específicos, predeterminados con la posibilidad de verificar su realización efectiva.
Las donaciones recibidas, gracias a la actividad de recaudación de fondos emprendida por el Dicasterio a través de la Fundación San Juan XXIII, han hecho posible, a lo largo del quinquenio 2015-2020 y sin coste alguno para la Santa Sede, las inversiones en modernización técnica y editorial, entre las que destacan el proyecto de infraestructura informática y técnica del Dicasterio denominado Newsport y el proyecto de la nueva Master Control Room para la gestión y orden de las señales integradas de radio y televisión. Por último, hay que reconocer que, especialmente durante el confinamiento de 2020, así como durante el periodo posterior de la pandemia, estas mejoras nos permitieron continuar e incluso mejorar nuestros servicios con el trabajo a distancia, en condiciones de máxima seguridad.
¿Cuál es el resultado en términos de reducción del déficit?
Los resultados agregados del Dicasterio para la Comunicación y del ente “Imprenta Vaticana – Editorial L’Osservatore Romano” muestran una reducción del déficit económico, registrado a 31 de diciembre de 2019, de unos 6,9 millones de euros con respecto a la cifra de partida de 2014; reducción que, sobre la base de estimaciones no definitivas, en 2020 aumenta hasta un importe de unos 7,2 millones de euros.
El resultado obtenido adquiere mayor importancia si se tienen en cuenta las dificultades objetivas ligadas a la desfavorable situación económica que ha empeorado, por ejemplo, todo el sector editorial. La consecución de los objetivos fijados ha sido posible gracias a la aplicación de una cuidadosa política de control de costos que afecta tanto los gastos de personal como los gastos de funcionamiento necesarios del propio Dicasterio.
Cuadro 2
Al final de 2019, el ahorro total acumulado por el Dicasterio para la Comunicación durante el período 2015 – 2019 ascendió a aproximadamente 16,6 millones de euros; esto representa la cantidad total que la Santa Sede ha ahorrado durante el período de cinco años como resultado de la reforma implementada.
En su Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 2021, el Papa Francisco llamó a «comunicar encontrando a las personas donde y como están». ¿Cómo trabaja el Dicasterio para conseguir este tipo de narración?
El Papa suele decir que la fe se transmite en dialecto. Hablar el idioma de nuestros oyentes puede parecer secundario. Desde luego, no es algo llamativo, es un trabajo humilde, pero fundamental. Creo que en el hecho de que hablemos tantos idiomas (en el intento incansable de hacernos «todo para todos») está la respuesta a la pregunta. Es así como con nuestros límites, nuestras imperfecciones, y con la ayuda de Dios, de nuestras hermanas y hermanos, tratamos de responder a la llamada a ver, a dar testimonio, a unir lo que está dividido yendo donde nadie va. Debemos hacerlo con humildad, sin vanagloria, con sencillez, con la paciencia del que siembra. Creo que por esto seremos reconocidos. La información vaticana no es información de Palacio. Nuestro esfuerzo es construir una red para compartir, una red que una, una red libre de prejuicios, que cultive la belleza del nosotros.
La redacción de los programas musicales
El desarrollo de las tecnologías mediáticas sigue y seguirá en el futuro orientando y condicionando los «modos» de comunicación e información. ¿Cómo se proyecta el Dicasterio en este escenario?
Con la certeza y la paciencia que da la fe. Con la confianza de poder contar con el apoyo, la ayuda, el consejo, la cercanía y la creatividad de millones de católicos en todo el mundo. Lo que nos caracteriza es la conciencia, grabada en nuestro ADN, de ser una gran comunidad internacional, multicultural, unida por estar al servicio de la misión del Papa, por la tarea de llevar su palabra al mundo, en las lenguas del mundo. Nuestra frontera es hablar el lenguaje del tiempo, redimiéndolo del achatamiento de una comunicación sin profundidad. Nuestra sana ambición es hacer que las muchas personas que nos siguen, y que hoy son millones también a través de la web y las redes sociales, se sientan protagonistas en primera línea de esa aventura colectiva que es la historia que se hace; y que necesita una lectura cristiana para ser entendida. Para involucrarlos, en definitiva, en lugar de dejarlos como meros espectadores. De crear un vínculo real entre ellos y nosotros, y a través de nosotros entre ellos y el Papa. Esta es nuestra misión.