El representante del Vaticano en Ginebra, en la reunión sobre Sistemas Autónomos de Armas Letales (LAWS), advirtió sobre la necesidad de regular el uso de la IA en las fuerzas armadas.
(aica.org).-“¡A pesar de su complejidad, las máquinas no pueden tener la última palabra sobre los humanos!”, es lo que afirmó contundentemente el representante de la Santa Sede en la reunión del Grupo de Expertos Gubernamentales (GGE) sobre Sistemas Autónomos de Armas Letales (LAWS), realizado en Ginebra.
El arzobispo Ettore Balestrero subrayó que, ante el desarrollo extremadamente rápido de la tecnología, es necesario desarrollar urgentemente normas que regulen el uso de la inteligencia artificial en las fuerzas armadas.
«Los seres humanos poseen una capacidad única de juicio moral y de toma de decisiones éticas que no puede ser reproducida por un conjunto complejo de algoritmos, y esta capacidad no puede reducirse a programar una máquina que, aunque ‘inteligente’, sigue siendo una máquina», señaló en su discurso el representante de la Santa Sede.
Y señaló también que sistemas de armas de ese tipo «son incapaces de comprender las consecuencias de causar ‘sufrimiento excesivo o innecesario’, participar en matanzas en masa o defender principios humanitarios», porque estas frases «requieren interpretación, buena fe y juicio prudente, todo lo cual constituyen cualidades humanas extremadamente irremplazables”.
Por ello, monseñor Balestrero subrayó que, dado que una máquina es siempre un objeto, no un sujeto de acción, y como máximo sólo puede simular el comportamiento humano, es necesaria una «supervisión humana suficiente, significativa y constante» sobre su uso. Recordó que el Vaticano apoya desde hace tiempo la normativa legal sobre esta cuestión. Esta cuestión se vuelve cada vez más urgente con cada momento que pasa.
El observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Ginebra recordó que, en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 2024, el Papa Francisco subrayó la gravedad de esas preocupaciones.
Al mismo tiempo, el arzobispo concluyó su discurso reiterando el compromiso de la Santa Sede con la abolición de la guerra, e instó al GGE a priorizar los debates sobre la prohibición y regulación de los sistemas de armas autónomos, con un enfoque firme en la dignidad de la persona humana.
Finalmente, Balestrero reafirmó la creencia inquebrantable de la Santa Sede en la naturaleza inhumana de la guerra, pidió un cambio cultural hacia la paz e instó a la integración de los avances tecnológicos en un marco que priorice el desarrollo humano y el bien común.
«La verdadera solución», afirmó, «está en la conversión a una cultura de paz que ponga los avances tecnológicos al servicio de la humanidad», concluyó.