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(cope.es).-La historia de las relaciones entre la Iglesia, la cultura y la comunicación, en la España reciente, no se entendería sin la persona de monseñor Antonio Montero Moreno, que falleció ayer a los 93 años. Sacerdote y periodista de raza, obispo auxiliar de Sevilla y primer arzobispo de Mérida-Badajoz, don Antonio Montero perteneció a una generación de sacerdotes que dieron forma pública al Vaticano II en España a través de sus crónicas del Concilio y de su incansable labor de difusión de los textos conciliares. Hombre de profunda fe y de amor a la Iglesia, de sensible finura cultural, prestó también un impagabale servicio a la clarificaicón de nuestra historia con su trabajo sobre la persecución religiosa en España durante la Segunda República y la Guerra Civil. Una obra que marcó un antes y un después en la historografía sobre esa materia.
El nombre de monseñor Antonio Montero está ligado a las grandes empresas periodísticas y culturales de la Iglesia en España, muchas de ellas hoy en primera línea de la información. COPE, Ecclesia, Vida Nueva, son algunas marcas que recogen la herencia de un sacerdote y periodista que contribuyó como pocos a elevar el nivel de la formación intelectual y espiritual del clero y del pueblo fiel a través de publicaciones como Incunable, los folletos PPC, Surco o la revista de poesía Estría. Como ha recordado monseñor José María Gil Tamayo, obispo de Ávila, periodista, y discípulo de don Antonio, fue un hombre de su tiempo, al servicio de la comunicación del amor de Dios a los hombres de su tiempo
