Cuando alguien incurre de manera reiterada en actitudes exóticas o extravagantes, solemos pensar o decir «este quiere llamar la atención».
(misionerosdigitales.com).-Al mirar atrás en nuestra propia biografía, nos encontramos con episodios donde -efectivamente- sentíamos que nadie «nos registraba», que éramos «invisibles» para aquellos a quienes amábamos o de quienes esperábamos cariño. Entonces, consciente o inconscientemente, intentamos atraer su mirada, sentirnos reconocidos, hacer «notar» que estábamos ahí.
Es que en el fondo, en el fondo, TODOS NECESITAMOS ATENCIÓN. No somos islas, no somos autosuficientes, no somos una suerte de «mónadas» que nos bastamos. Podemos tener todo a nuestro alcance -plata, comida, techo, tecnología- pero si nadie nos «da bolilla», la vida no es vida.
La soledad es, en el fondo, la peor de las condenas para el ser humano, que ha sido hecho para amar y ser amado.
Es muy triste y doloroso percibir que algunos niños y jóvenes se nutren de este «plato» cada día…
¿Qué hacer?
Quizá hemos sido bendecidos con un entorno muy atento, y jamás nos ha sucedido. Aunque es casi seguro que en algún rincón de nuestros años -infantiles, juveniles o adultos- nos hayamos sentido solos. Para otros, esta experiencia ha sido o es la tónica general de su existencia.
Sea cual sea nuestra realidad, es maravilloso, magnífico y enormemente reconfortante creer y saber que DIOS SIEMPRE ESTÁ ATENTO. Para él no somos invisibles. Él siempre nos mira. Conoce cada detalle.
Se trata de «entrenar» nuestra capacidad de descubrir y apreciar sus ojos paternales como el perfecto punto de referencia, que nos ayuda a encontrar y reencontrar nuestra dignidad.
Pero hay algo más
Algunas veces, para «recibir» atención tenemos que arriesgarnos y correr el riesgo de DAR ATENCIÓN. Mover la primera pieza, hacer «caer» la primera ficha del dominó. San Juan de la Cruz decía algo así: «Donde no hay amor, pon amor y recibirás amor». Parafraseándolo, podríamos afirmar: «Si no sientes atención, da atención, y recibirás atención».
Así, seguramente «salvarás» tu vida, y la de otros. Rescatarás alguno o algunos que se está ahogando en la tristeza del aislamiento o la soledad.
¡Anímate! ¡Empezá hoy!