(signisalc.org).-Para fines de 2018, el 51,2% de la población mundial estaba conectada a Internet, el equivalente a 3,9 mil millones de personas, según se revela en el reciente informe de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT). El estudio determina que en los países ricos, la tasa aumentó a 80.9 por ciento, mientras que en los países en desarrollo la tasa se redujo a 45.3 por ciento. En los llamados países menos desarrollados, los más pobres del planeta, la conexión al universo en línea era accesible solo para el 19,5% de los ciudadanos.
El acceso universal y barato a la red mundial de internet fue una propuesta de la Organización de las Naciones Unidas ONU como una meta que debe ser cumplida por los Estados-miembros hasta 2030. En su primer Informe, divulgado en junio, el panel pide que las tecnologías digitales sean movilizadas y explotados de manera inclusiva, para beneficiar a las mujeres y grupos tradicionalmente marginados en las sociedades.
En Brasil, el Comité Directivo de Internet en Brasil (CGI.br) estimó que 120,7 millones de brasileños tenían acceso a Internet en 2017. El contingente representó el 67% de la población de diez años o más. Entre los usuarios, el 49% utiliza la red solo por teléfono celular.
Pero para beneficiarse de las tecnologías digitales, los países no solo necesitan acceso universal a Internet, sino que también deben capacitar a los ciudadanos para establecer redes y comprender los riesgos del mundo en línea, como la pérdida de privacidad y la manipulación de información con fines políticos y económicos. La evaluación es realizada por el experto brasileño en inteligencia artificial Edson Prestes, miembro del Panel de Alto Nivel de la ONU sobre Cooperación Digital y doctor en Informática de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS).
El investigador aboga por lo que él describe como empoderamiento digital, es decir, la difusión de habilidades que permiten a los usuarios entender lo que pueden hacer con las tecnologías emergentes. Según el experto, esto puede generar oportunidades de negocios e inclusión económica, como ha ocurrido en China e India.
Una encuesta realizada por el McKinsey Global Institute revela, por ejemplo, que para 2018 había 560 millones de usuarios de internet y 1,2 mil millones de suscripciones de teléfonos móviles en la India. También el año pasado, los indios han descargado más de 12 mil millones de aplicaciones móviles.
La encuesta estimó que las tecnologías digitales podrían crear entre 60 y 65 millones de nuevos empleos para 2025. En el bienio 2017-2018, los principales sectores digitales de la economía de la India (procesamiento de gestión, comunicación digital y fabricación de productos electrónicos) generaron 170 mil millones de dólares, equivalente al 7% del Producto Interno Bruto (PIB) del país. Para el año 2025, el valor podría alcanzar una suma entre $ 355 mil millones y $ 435 mil millones.
En China, el McKinsey señaló en 2016 que el gigante asiático fue uno de los tres principales receptores de inversión de capital riesgo en tecnologías como la realidad virtual, robótica y aviones no tripulados, la impresión 3D, grandes volúmenes de datos, inteligencia artificial y los vehículos autónomos.
En ese momento, uno de cada tres unicornios, el nombre utilizado para las 262 startups valoradas en más de mil millones de dólares, era chino. Las compañías chinas representaron el 43 por ciento del valor global estimado de $ 883 mil millones para estas compañías.
Para trabajar en un mercado cada vez más digitalizado, Prestes sostiene que es necesario preparar profesionales con capacidad de reflexión crítica y adaptación a diferentes contextos productivos. «La gente tiene que aprender a aprender», señala el especialista en entrevistas para el Centro de Información de las Naciones Unidas en Brasil (UNIC Rio).
Sin embargo, el investigador desmitifica la idea de que la capacitación de los trabajadores debe centrarse exclusivamente en aprender sobre el contenido de la tecnología.
Él dijo que una disposición humanista también permitiría a los individuos ver más claramente las implicaciones sociales de la tecnología, ya sea como profesionales o como consumidores.
Una de las preocupaciones del Panel de Cooperación Digital de la ONU es la creciente influencia de los algoritmos en los usuarios de dispositivos digitales que pueden ser inducidos a elegir un producto o servicio en particular o a permanecer conectados por más tiempo.
El panel de las Naciones Unidas también solicita la creación y difusión de bienes públicos digitales. Ejemplos de estos mecanismos son las plataformas que proporcionan información gratuita para la toma de decisiones del gobierno.
Estos instrumentos de transparencia e intercambio de datos permitirían a los Estados formular soluciones a problemas como la deforestación, el monitoreo del cambio climático y la mitigación de desastres naturales.
Pero, según Prestes, para generar ganancias sociales, tales políticas necesitarían medidas de control y validación de datos. Esto se debe a que a menudo la producción de información es atravesada por procesos de exclusión.