( perucatolico.com).- ¿Sabías que mil millones de personas en más de 180 países usan WhatsApp? Y dentro de estas millones de almas estás tú. En la pantalla de tu celular está el ícono verde de WhatsApp esperando que lo pulses para que veas tus mensajes, fotografías, cadenas de oración, audios con chistes malos, horario de días de reuniones y por supuesto vídeos que con su peso solo saturan tu celular. Y quizá un clásico mensaje: “Hijo (a), ¿a qué hora llegas a casa?”.
Pasamos varios minutos conectados y escribiendo en esta plataforma: en el micro mientras vas a estudiar o trabajar, te bajas del bus y hasta caminando vas revisando tus mensajes. En clase el profe se distrae y coges tu ‘cel’ para ver quién escribió; sales al baño y miras si te respondieron y por supuesto mientras esperas el almuerzo dar un ‘ojo’ no está nada mal. Sin descartar que en todas tus conversaciones están las caritas felices, las flores, corazones y la más común que es la mano del ‘ok’. Y ni qué decir que acostado en tu cama coges tu celular para dar la última revisión a tus mensajes.
Pero una consulta… ¿cuántos de tus 100 mensajes enviados hoy por WhatsApp son para evangelizar? ¿40? ¿15? ¿1? ¡Me doy!
El WhatsApp puede pasar de enviar tu ‘selfie’ con tu plato preferido a salvar un alma para Dios; a contarles a las personas que ser católico no es ser aburrido, que se puede cambiar un día oscuro con un mensaje de esperanza, con un audio de alegría o con una conversación sincera de ‘amigo a amigo’. Tienes una ‘herramienta de salvación’ en tu celular, solo falta que la utilices. Acá te doy unas ideas de textos que te pueden ayudar.
“¡Hola, pasaba a decirte que hoy rezaré por ti!…aunque no lo creas J!”
“Entrando a Misa, pongo tu problema que me compartiste en la ofrenda”
“¡Hey! ¿Te veo este fin en Misa?”
“Qué tal!!! Acabo de leer un libro y me acordé de ti, te lo voy a pasar. ¡Está bravazo!
“Ayer te vi medio apagada, ¿estás bien, o un almuerzo y conversamos?
Notarás que en ninguna frase escrita está la palabra Dios, Jesús ni religión. Pero hemos dejado una huella que nos interesa esa persona y que queremos ayudarla, pero no con nuestras fuerzas sino con las de Dios.
Mi WhatsApp, un espacio para evangelizar, y es ¡ILIMITADO!