Entrevista a la Profesora Mónica López Barahona, Bioquímica, Directora General Académica del Centro de Estudios Biosanitarios de Madrid, España, moderadora en el Taller: “¿El buen algoritmo? Inteligencia artificial: ética, derecho y salud”, organizado por la Pontificia Academia para la Vida.
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Renato Martinez – Ciudad del Vaticano
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(vaticannews.va).- “No debemos nunca perder de vista el hecho de que la ciencia y la tecnología sin ética, la historia de la humanidad lo ha demostrado, siempre se han vuelto contra el hombre y que también en el caso de la Inteligencia Artificial, tenemos que tener muy presentes los criterios éticos que salvaguardan la dignidad y la integridad del ser humano”, lo dijo Mónica López Barahona, Bioquímica, Directora General Académica del Centro de Estudios Biosanitarios de Madrid, España, moderadora en el Taller de la Pontificia Academia para la Vida sobre el tema “¿El buen algoritmo? Inteligencia artificial: ética, derecho y salud”, en el que participan alrededor de 356 personas de 41 países, reunidos en el Aula Nueva del Sínodo del Vaticano.
La IA y la tecnología en la salud humana
Este Taller, organizado por la Pontificia Academia para la Vida afrontó la mañana de este jueves, 27 de febrero, el tema de las indicaciones y aplicaciones de la Inteligencia Artificial (IA) en el ámbito de la salud humana. “Las conferencia han sido principalmente muy técnicas – precisó la profesora López – pero han mostrado las utilidades que tiene la aplicación de la IA en algunos ámbitos de la salud, concretamente su aplicación en ámbito oncológico”. La cuestión es que la IA y la tecnología, de la que estamos hablando aquí señaló Mónica López, se está ya utilizando en los hospitales de países desarrollados y también en países en vías de desarrollo. “Por ejemplo, tuvimos ocasión de escuchar ayer, que se habló de Ruanda, concretamente como a través de un teléfono móvil se puede llegar a tratar de dar un diagnóstico de determinadas patologías en la población ruandesa”.
Implicaciones éticas e implicaciones sobre la vida
En este ámbito, la Bioquímica española recordó que, para la Academia para la Vida esta es una cuestión que le interesa de manera especial, porque como todo lo que toca la vida del hombre tiene también unas implicaciones éticas y unas implicaciones sobre la vida en sí misma. “Se trata también en esta Conferencia de analizar desde un punto de vista antropológico, ¿Cuáles son estas implicaciones? ¿Cuáles son estas consecuencias? Analizar los aspectos positivos que sin duda lo tienen, la tecnología y la IA y también los posibles peligros que hoy también se han abordado”.
La parte positiva, indicó la profesora López, sin duda está ahí, “una mente humana es incapaz de analizar los miles de datos que por ejemplo se arrojan del análisis genético de un tumor, pero esos miles de datos que se arrojan y qué procesa un ordenador y que pueden dar una pauta para cómo tratar ese tumor y que si tiene una determinada mutación va a ser resistente a un determinado fármaco y si tiene otra mutación sin embargo lo indicado es darle ese fármaco especifico, pues esta sería una aplicación altamente positiva”.
Pero también es verdad que la cuestión de seguridad, afirmó la investigadora ibérica, en el guardar los datos de forma privada de los pacientes y de los seres humanos que se aproximan a la IA, “es una cuestión importantísima, el respeto a la dignidad y a la privacidad del hombre, el salvaguardar todo lo indicado en la medida de la organización es importantísimo”.
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Aula Nueva del Sínodo
Pilares éticos a las aplicaciones tecnológicas
Así que por esto, precisó Mónica López, la Academia para la Vida ya el año pasado arrancó con una Asamblea, con un Simposio en el marco de su Asamblea General que se llamó: “Roboética”, que digamos sentó las bases para lo que es esta segunda parte de la Inteligencia Artificial y de buscar ese buen algoritmo, esa buena utilidad, esa buena aplicación de esta tecnología tan amplia que afecta prácticamente todos los sectores de la vida humana y también alertar y tratar de poner los pilares éticos sobre las eventuales consecuencias negativas o no solo eventuales, sino reales consecuencias negativas que ya podemos conocer y que deben ser sin duda lo que informe en la utilización de estas técnicas.
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Entrevista a la Profesora Mónica López
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¿Podemos confiar las decisiones éticas a un algoritmo?
Efectivamente, la Bioquímica española refiriéndose a la cuestión ética de los algoritmos dijo que, “el algoritmo está programado por un hombre y al final el criterio de decisión, el organigrama de decisión viene indicado por la mente humana que ha programado el algoritmo. Por tanto, el algoritmo para llegar a una conclusión éticamente aceptable o no, en función del patrón de decisión que la mente humana le marque”. Esto es fundamental, o sea, no se puede dejar al albedrío, primero porque el algoritmo no tiene libre albedrio. No se puede dejar a un algoritmo las decisiones éticas, tampoco las decisiones clínicas. “El algoritmo – precisó la profesora López – es una ayuda, es una ayuda en el momento de decidir, es una ayuda en el momento de procesar los Big-Data, aquellas ingentes cantidades de información que un ordenador programado por un ser humano puede procesar en tiempo récord y con una precisión extraordinaria. Pero la decisión ética siempre tiene que ser tomada por un ser humano, al programar el algoritmo o al analizar los datos del ordenador”.
Taller en el Aula del Sínodo
¿Los robots podrán suplantar a los seres humanos?
Sobre la cuestión de que algún día llegarán los robots o la IA a reemplazar al hombre, la estudiosa española dijo que, el robot no puede suplantar al individuo de la especie humana, al ser humano. “Hay cuestiones que son específicamente humanas. Una de ellas es la capacidad de amar. Un robot no puede suplantar en la cabecera del enfermo a un ser humano, le podrá administrar como una precisión quizás mejor que la enfermera el fármaco en cuestión porque será capaz de afinar más en la décima de microlitro que se debe aportar a ese paciente y en esto será de alta utilidad. Pero quién le cogerá la mano, quién le hará una caricia, quién le dará una palabra de cariño, quién podrá sonreír al enfermo, será siempre el ser humano, será el médico, será la enfermera, será el familiar que este en la cabecera del enfermo, ya que estas características entre muchas otras que son específicas y únicas del ser humano no pueden ser suplantadas por un robot”.
Los robots y la IA en muchas cosas ayudarán, en la precisión en el cálculo de la administración de un fármaco, en la posibilidad de gestionar un número muy alto de datos que la mente humana tardaría muchísimo más tiempo y no habría la misma precisión que un robot en cuestión de velocidad de análisis de datos por supuesto es de gran ayuda. “Pero no tenemos que olvidar nunca – concluyó Mónica López – que esos datos vienen aportados siempre por un ser humano y que ese algoritmo está siempre programado por un ser humano y que las conclusiones del algoritmo siempre tendrán que ser analizadas por un ser humano”.