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Analfabetismos del siglo XXI en un mundo digital

(colombiadigital.net).-  Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer ni escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y volver a aprender

Afortunadamente hoy la alfabetización es uno de los objetivos que, en su mayor parte,  se ha conseguido entre la población mundial, si bien este término adquiere otras connotaciones a medida que el conocimiento evoluciona y la sociedad se ajusta a los cambios y a nuevas demandas acordes con el momento presente, mirando siempre hacia el futuro. ¿Existe el analfabetismo actualmente?  Todo depende de la definición del término en el contexto actual, que ya no se relaciona solo con no saber leer y escribir. En las siguientes líneas aportaremos algunas reflexiones para pensar y para tenerlas en cuenta, una labor introspectiva que le toca hacer en primer lugar a quien escribe este texto.

Cifras

Según la UNICEF, el analfabetismo entendido como no saber leer y escribir  afecta a  3 de cada 10 jóvenes de entre 15 y 24 años en países con situaciones en conflicto, con una clara desventaja de las niñas y adolescentes. Existe un analfabetismo relacionado con la pobreza y con el desplazamiento de grandes poblaciones. Los motivos más habituales son las luchas armadas, las dictaduras, la desigualdad, las explotaciones de todo tipo,  los movimientos paramilitares y los negocios ilícitos.

En América Latina y el Caribe, la UNESCO afirma que,  de las más de 630 millones de personas que viven en esta área  geográfica, 32 millones son analfabetas. Se hace hincapié en que la vulnerabilidad siempre tiene una cara de mujer, de mujer indígena, de mujer afrodescendiente que vive en zona rural. A ello hay que añadir a quienes debían ir a la escuela y no van: el año pasado algunos medios afirmaban que en Colombia son más de un millón y medio de niños y adolescentes.  O quienes van a la escuela, no aprenden y salen de ella sin dominar la lectura y la escritura, o la abandonan en edad de formación, un fenómeno que se da en muchos países (también en los llamados desarrollados),  que se inicia a partir de los 14 años o incluso antes, con escolares que se convierten en personas que ni estudian ni trabajan. A pesar de todo, en el citado informe también hay cifras muy positivas que confirman los buenos resultados de bastantes políticas y actuaciones en marcha.

Las autoridades de muchos países se preocupan por estos casos y aportan propuestas formativas variadas e incentivos para atraer a estos colectivos para que sigan formándose  porque son el futuro. No obstante, hay declaraciones en diarios digitales que denuncian que hay países como Colombia en donde se ha invertido más en guerra que en educación. Es indudable que la prioridad de la educación figura en los programas de  la mayoría de  los gobiernos actuales, con actuaciones como las mejoras de las infraestructuras educativas, la formación del profesorado, el reparto de tablets y computadoras y la extensión de la conectividad a Internet.  Pero aún queda mucho por hacer.

Analfabetismos

En un mundo digital, con bastantes posibilidades para aprender desde cualquier lugar y en cualquier momento, con dispositivos móviles al alcance de muchas capas de la población, con sobreabundancia de información, instantaneidad y comunicaciones inmediatas vía redes sociales horizontales, el término analfabetismo adquiere otros significados. Proponemos algunos, relacionados con la digitalización y sus efectos personales y sociales, con el único objetivo de apuntar pautas para ayudar a detectarlos en cada uno de nosotros, primer paso para la adopción de medidas correctoras. Surgen de la observación de la realidad de la mano de expertos, de profesionales de la comunicación y de la educación y de alumnos adolescentes a quienes les hemos estimulado a analizar su entorno personal y social:

  • Analfabetismos culturales: tener dificultades para entender e interpretar documentos sencillos en cualquier formato por falta de cultura general para contextualizarlos y relacionar las informaciones.
  • Analfabetismos digitales: dominar y utilizar muy pocas de las herramientas que las actuales máquinas nos ofrecen, por ejemplo las múltiples posibilidades de los celulares, potentes computadoras en nuestros bolsillos. Su capacidad para aprender con ellos es enorme, pero los identificamos más con la mensajería, redes sociales, visionado de vídeos o juegos de todo tipo. Por otro lado, la poca formación digital también afecta a una parte del profesorado que, aunque quiera incorporar  metodologías con la tecnología en las clases, no se considera preparado.
  • Analfabetismos de datos: desconocimiento de qué ocurre con los datos que les regalamos a webs y aplicaciones supuestamente gratuitas, donde el producto de consumo somos los usuarios cuando nos piden que nos registremos, o que aceptemos continuos mensajes del tipo: “su privacidad es importante para nosotros”.
  • Analfabetismos laborales: desconocimiento de qué hay detrás de algunas plataformas tecnológicas, aplicaciones, servicios online, fórmulas emprendedoras y portales que ofrecen casi todo lo que se quiera con rapidez y buen precio a cambio de explotar a los trabajadores de las fábricas o a los distribuidores y repartidores del producto, todo bajo la apariencia de fórmulas de éxito. No deja de ser una réplica más de prácticas habituales en las tiendas físicas.
  • Analfabetismos funcionales: lecturas en diagonal y rápida navegación por pantallas con mucha imagen y poco texto, donde la superficialidad y la rapidez quizá estén creando otras formas de percepción de la información o fomentan el enterarse de muy poco, con toques de felicidad instantánea y satisfacción personal cuando se reciben “me gusta” o lo contrario. Se escogen pocas informaciones, se sigue mucho a personas afines, se crean escasos centros de interés y se descarta lo que se ignora, cerrando las puertas a otros conocimientos.
  • Analfabetismos mediáticos: ausencia de criterios para discriminar y valorar las informaciones, facilidad para el engaño informativo, donde las fake news (noticias falsas) crean tendencias y los líderes de todo tipo y ciertas webs específicas tienen el campo libre para establecer su verdad. Según el doctor José Manuel Pérez Tornero, director del Gabinete de Comunicación y Educación de la Universidad Autónoma de Barcelona, la alfabetización mediática es necesaria para disponer de capacidad crítica para participar en la esfera pública, saber enfrentarse a las tecnologías, construir una sociedad cosmopolita con un sentido nuevo de la multiculturalidad  y de la diversidad,  e integradora en todos los niveles. La importancia de la alfabetización mediática para evitar la pérdida del control de la vida de cada persona.
  • Analfabetismos idiomáticos: el monolongüismo cierra posibilidades de abrirse a otras culturas, de entender el mundo en su contexto original. Aprender idiomas es muy importante, y no solo el inglés como una lengua casi imperialista hoy porque todos nos la imponemos debido a presiones de todo tipo. Todas las lenguas merecen respeto.
  • Analfabetismos emocionales: hemos de entendernos para entender y poder ayudar, armonizar el pensar y el sentir, la importancia de la empatía, la ayuda y la autoayuda. Internet influye cada vez más en el campo emocional de cada persona y viraliza tendencias, que a menudo parecen efímeras aunque algunas dejan huella.

Hay expertos que apuntan otras formas para combatir el analfabetismo. Y reflexiones que son auténticas estrategias para nuestra  adaptación a  la realidad actual, como la del escritor estadounidense  Alvin Toffler: Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer ni escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y volver a aprender.

Pensemos.

Evaristo González Prieto

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