CULTURA DIGITAL

¿Qué es eso de Vivir en digital?

Frente a los grandes cambios tecnológicos que estamos viviendo, ¿qué valores humanos hay que priorizar?

(revistare.com).-El fenómeno de las tecnologías digitales no nos deja nunca indiferentes. La pandemia ha acelerado la llegada de la revolución digital a nuestras vidas y sociedades de la manera en que no habíamos imaginado meses antes. Los avances que se preveían hacer en varios años se han hecho realidad en pocas semanas. La digitalización ha llegado para quedarse y está cambiando la manera en que trabajamos, consumimos, nos relacionamos, nos informamos y nos conectamos con nuestros seres queridos, a la vez que multiplica las oportunidades y acelera las potencialidades que la tecnología ofrece, y que exige soluciones cada vez más ágiles y creativas a las demandas sociales. Sin darnos cuenta, nos hemos encontrado inmersos en plena revolución (industrial) digital 4.0.

Dado que la revolución digital está aquí y está cambiando la manera en que se desarrolla el mundo laboral, cómo se estructuran y cómo trabajan las industrias y cómo se comportan y se relacionan las personas en todos los ámbitos de la vida, para prosperar en un mundo impulsado por datos y por algoritmos, habrá que aprender a ver, a pensar y a actuar de nuevas maneras. Desde mi perspectiva, creo que necesitamos en estos momentos fijarnos en tres cuestiones primordiales y necesarias para entender qué quiere decir ‘Vivir en digital’: en primer lugar, comprender y entender el momento sociotecnológico actual; en segundo lugar, convertirse en ciudadanos competentes digitalmente; y en tercer lugar, emplear la tecnología de la forma más segura, ética y saludable posible.

Sobre el primer aspecto que tiene que ver al comprender y entender el momento, creo que es altamente necesario hacer un esfuerzo para entender qué está pasando con las tecnologías digitales a nuestro alrededor y poder tomar las medidas oportunas al respecto. Saber qué momento histórico nos toca jugar, si se puede decir así, y qué impacto tienen las redes y los dispositivos móviles. Averiguar cuáles son las tendencias tecnológicas y cuáles son los retos actuales y futuros que debemos afrontar. Comprender, por ejemplo, que la percepción que tienen nuestros niños y adolescentes sobre la tecnología nada tiene que ver con la percepción que tenemos los adultos. Nuestros marcos mentales son diferentes: allí donde nosotros vemos muy a menudo ruido y andróminas, ellos no ven nada. La tecnología, para ellos, es invisible. No tienen miedo. Y quizá por eso, no ven los riesgos o las posibles consecuencias de haber colgado una foto o un comentario en una red social. Se hace más necesario que nunca que los acompañemos y que seamos ejemplo en este proceso de descubrimiento y de aprendizaje de los dispositivos y de los nuevos lenguajes de las redes, aplicando una mirada crítica y positiva.

Sobre el segundo aspecto que tiene que ver al convertirse en ciudadanos digitalmente competentes, soy de la opinión de que debemos aprender y formarnos para tener las actitudes, las habilidades y las destrezas necesarias que se requieren cuando se utilizan las tecnologías digitales para realizar tareas, resolver problemas, comunicarse, colaborar… de manera eficaz, ética, crítica y reflexiva en los diferentes ámbitos de la vida. Debemos abordar con detalle el firme, los retos y los atajos de cada uno de los productos y servicios que todo usuario conectado a Internet y con sus dispositivos digitales puede desarrollar con cierta autonomía. Insisto: debemos ser autónomos o al menos conseguir un cierto grado de autonomía personal digital. Como decíamos al inicio, la pandemia ha precipitado y ha acelerado la digitalización, sin tener en cuenta el ritmo de aquellos que les cuesta más o que son más vulnerables y que pueden quedarse perfectamente en riesgo de exclusión digital.

Y, por último, en cuanto al tercer aspecto que tiene que ver con emplear la tecnología de la forma más segura, ética y saludable posible, casi creo que es el desiderátum de lo que quiere decir ‘Vivir en digital’. Necesario y oportuno, estamos obligados a tratar con niños y jóvenes el tema de la seguridad y el bienestar digital. Y bienestar digital también significa conocer, aprender y aplicar las cuestiones más básicas y necesarias que nos deben permitir movernos por este mundo digital para podernos autorregular, saber desconectar de los aparatos y las pantallas, prever medidas de seguridad en los equipos tecnológicos, protegernos cuando hacemos transacciones, hacer dieta digital, velar por nuestra identidad digital o aplicar el triple filtro socrático en las redes. En el fondo, que garantizamos una buena convivencia con las tecnologías digitales con ética, libertad y seguridad.

«Para sobrevivir y prosperar en un mundo así,
necesitaremos un montón de flexibilidad mental y
grandes reservas de equilibrio emocional.»
Fotografía: Gerd Altmann en pixabay

Imagino que últimamente habréis oído hablar del famoso ChatGPT, ¿verdad? ChatGPT es un chatbot conversacional de IA desarrollado por OpenAI que utiliza un modelo de lenguaje para entender y generar texto en diferentes idiomas y temáticas. A través de su procesamiento del lenguaje natural (NLP) y de su aprendizaje automático, ChatGPT puede mantener conversaciones con usuarios humanos, responder preguntas, ofrecer sugerencias, proporcionar información y, en general, intentar ayudar a los usuarios a satisfacer sus necesidades de comunicación e información de manera eficiente y efectiva. ¡Cuidado! Eso no ha hecho nada más que empezar…

Recordemos que la Inteligencia artificial es una de las puntas del iceberg de la 4ª revolución industrial y tecnológica que tenemos muy cerca. Como decíamos, algunas de estas tecnologías son ya una realidad (metaverso, realidad virtual, Internet de las cosas, impresión 3D, biotecnología, robótica, blockchain, big data…) y seguro que nos esperan todavía grandes sorpresas. Por lo tanto, vayamos empezando a pensar qué es lo que nos hace realmente humanos y diferentes de las máquinas, cuál es nuestro valor añadido. Y qué es lo que debemos priorizar en un mundo altamente mecanizado y digitalizado. Veremos que estos aspectos tienen mucho más que ver con la ética, la empatía, la responsabilidad, la creatividad, la colaboración, el pensamiento crítico, la comunicación, el carácter y el civismo.

Por lo tanto, la tecnología debe ser desarrollada para las personas y debe ponerse al servicio de las personas. En este sentido, ante el reto tecnológico es necesario que prioricemos y exijamos los siguientes valores:

  1. es necesario que la tecnología respete los derechos humanos, la privacidad, la seguridad y el bienestar de los individuos;
  2. hay que velar por el impacto que la tecnología puede tener con las personas, especialmente en aquellos grupos más vulnerables. Es importante que la tecnología esté diseñada pensando en las necesidades y los deseos de las personas, y no al revés;
  3. las empresas que desarrollan y emplean la tecnología deben ser responsables de su impacto social, económico, cultural y ecológico (ambiental) y actuar en consecuencia;
  4. la tecnología puede ser una herramienta poderosa para fomentar la colaboración y el trabajo en equipo. Debemos aprovechar esta oportunidad para trabajar juntos y encontrar soluciones a los desafíos que enfrentamos como sociedad;
  5. la tecnología puede ser una herramienta para fomentar la creatividad y la innovación. Debemos fomentar el uso de la tecnología como herramienta para crear soluciones innovadoras y mejorar la vida de las personas;
  6. la tecnología puede ser una herramienta poderosa para comunicarse con otras personas, pero también puede ser una barrera para la comunicación efectiva. Por ello, es importante fomentar la comunicación clara y efectiva en el uso de la tecnología, tanto en la manera en que se transmiten los mensajes como en la manera en que se interpretan. También es importante fomentar la escucha activa y el diálogo constructivo en línea. Así, habrá que pensar en revitalizar y resignificar la presencia, el ‘rostro a rostro’ y diferenciarlo de la ‘virtualidad’ y buscar el equilibrio en su uso;
  7. la tecnología no sólo tiene impacto en nuestras acciones, sino también en nuestro carácter y personalidad. Por ello, es importante fomentar el desarrollo de un carácter íntegro y virtuoso en el uso de la tecnología, que promueva valores como la honestidad, el respeto, la responsabilidad, la compasión, la empatía, la tolerancia y la solidaridad;
  8. el uso de la tecnología también tiene un impacto en nuestra sociedad y comunidad. En una ciudadanía más democrática y libre. Por ello, es importante fomentar la utilización de la tecnología de forma cívica y responsable, cumpliendo las normas y leyes, respetando a los demás y participando de manera activa y comprometida en la vida social;
  9. la tecnología nos proporciona una gran cantidad de información, pero también puede ser fuente de desinformación y manipulación. Por ello, es importante fomentar el pensamiento crítico en el uso de la tecnología, que nos permita evaluar la información de manera rigurosa y objetiva, identificar su fuente y evaluar su credibilidad, y tomar decisiones informadas y fundamentadas. Contrastar, cuestionar y reflexionar son respuestas al pensamiento crítico;
  10. y, por último, es necesario que aprendamos a ‘desconectar’ de los aparatos y las apps para ‘conectar’ con las personas (con su mirada, con su sonrisa…) y con aquellos que tenemos a nuestro alrededor. Saber ‘desconectar’ y poner medidas de ‘control’ es señal también de madurez digital y de haber ‘domesticado’ la fiera tecnológica.
«Garantizar una buena convivencia con las
tecnologías digitales con ética, libertad y seguridad.»
Fotografía: Janeria Jarefa en pixabay

Rasgos, buena parte de ellos, de las características del aprendizaje profundo de Michael Fullan (2020). Estos principios y no otros son los que marcarán, a mi entender, la diferencia de poder ‘Vivir en digital’ de la forma más exitosa, ética, responsable y saludable posible. En el fondo, proporcionar la preparación adecuada para la sociedad del aprendizaje es el gran reto de la educación del siglo xxi, que debe ayudar a los estudiantes, jóvenes o adultos, a aprender en colaboración, a aprender durante toda la vida, a aprender a distancia, a saber gestionar la información, a tener las destrezas y las competencias necesarias y a tener las actitudes correctas.

En palabras de Yuval Noah Harari (2018), para sobrevivir y prosperar en un mundo así, necesitaremos un montón de flexibilidad mental y grandes reservas de equilibrio emocional. ¡Bienvenidos al siglo xxi! ¡Bienvenidos a Vivir en digital y a la búsqueda de un humanismo digital!

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