(weca.it).-Pero, ¿qué «puede» escribir un sacerdote en Facebook? ¿Qué fotos «pueden» publicar? ¿Qué te puede «gustar» o qué «estados» de amigos puedes compartir?
Muchos nos han hecho preguntas como estas. Una primera respuesta, la más obvia, es que un sacerdote, desde un punto de vista puramente lógico, en Facebook es un usuario como todos los demás. Hace unos años Facebook incluso prohibió títulos honoríficos como «don», «padre» o «hermana» para perfiles personales -no para páginas-, incluso quitándoselos a quienes los tenían anteriormente.
Pero un sacerdote –aunque en Facebook sea un usuario como los demás– no sólo está obligado por su vocación y su ministerio a comportarse de acuerdo con ellos, sino que puede encontrarse desempeñando, en este entorno digital, un precioso papel de testimonio, proximidad y escucha, que merece ser subrayado por esta razón.
En este tutorial cinco consejos para sacerdotes, religiosos y religiosas por su presencia en Facebook. ¿Qué publicar?
1 – No publiques solo cosas de sacerdotes, sino escribe todo recordando que eres sacerdote
En Facebook no hay un tema específico del que hablar, ni un tipo de temas de los que poner fotos. Las personas comparten noticias relacionadas con sus vidas o eventos mundiales, ofrecen su opinión sobre grandes temas, publican fotografías de momentos felices, mascotas o pasiones deportivas. A través de esta vasta actividad, todos, incluso sin darse cuenta, van a construir una gran historia de sí mismos, ensamblando una identidad digital con la que otros interactuarán.
Un sacerdote, por lo tanto, sigue siendo una persona. Escribir sólo avisos parroquiales o rastros de homilías es ciertamente útil, pero el riesgo es que la historia de uno mismo que se hará será parcial. Precioso para los feligreses más asiduos, pero frío y distante para las personas un poco más distantes.
Un sacerdote o religioso, en Facebook, que comparte la alegría por un partido ganado por la selección, la foto de una pizza con el grupo de familias o un paisaje de montaña, siempre según su estilo personal y su naturaleza, abre una ventana sobre sí mismo que ayuda a las personas a relacionarse mejor con él. Lo que importa, sin embargo, es recordar siempre su ministerio, con publicaciones apropiadas en contenido y estilo.
2 – No escribas (sólo) homilías, sino di tu fe vivida
Atención. No estamos diciendo que esté mal publicar los domingos, después de la misa, el rastro de la homilía de uno en Facebook. Ni mucho menos. Pero a menudo olvidamos cuán diferente es el registro lingüístico de una homilía pronunciada desde el ambón de las liturgias – de un tipo completamente diferente – que vivimos en Facebook.
A diferencia de nuestras iglesias, en Facebook no hay asamblea en silencio religioso que nos escuche. Pero hay una enormidad de contenido de todo tipo contra el cual reclamar una parte de atención.
Si la homilía -con razón- parte del Evangelio y del significado del rito de la Misa, en Facebook hacen mejor contenido que parte de nuestro testimonio, de nuestra experiencia vivida. Por lo tanto, no hay mejor manera para que un sacerdote hable sobre el Evangelio, y por qué no, incluso la liturgia en Facebook a partir de su propia historia de fe.
3 – Nunca chatees, escribe buenas noticias
El Papa Francisco nos ha advertido. «El chisme es una plaga más fea que el Covid». En Facebook, entre el estado público y el chat privado, abundan los chismes, las discusiones, el deseo de ser siempre el primero en dejar tu comentario.
Un religioso en esta red social puede ser el heraldo de la buena noticia, y no solo de la Buena Nueva por excelencia, el Evangelio, sino también de la hermosa, pequeña y sencilla noticia que tiene lugar todos los días en una comunidad. El deseo de un cumpleaños especial, la graduación de un joven educador, un matrimonio, un reconocimiento, un certificado de estima por un servicio: un sacerdote que usa su identidad digital para transmitir la belleza que hay entre nosotros no solo propaga el bien, sino que es un pastor que huele a oveja.
4 – No hagas controversia, habla de los problemas ofreciendo soluciones e interpretaciones cristianas
Injusticias, guerras, tragedias, pero también problemas sociales vinculados a los territorios. En Facebook nos reunimos para quejarnos, difamar y desahogarnos. Es fácil, reconfortante, y a menudo nos da la ilusión de hacer algo, cuando en realidad simplemente estamos continuando el ciclo de insatisfacción y enojo.
Un sacerdote, en Facebook, ciertamente no puede ignorar los problemas y criticidades del mundo que lo rodea, pretendiendo que todo está siempre bien. Pero puede utilizar su perspectiva cristiana –partiendo también de la Doctrina Social de la Iglesia– para ofrecer soluciones e interpretaciones con las que afrontar los problemas. La denuncia no sólo es lícita, a veces es un deber. Siempre debe ir acompañado de esperanza y de vías concretas de trabajo.
5 – No te limites a escribir, escuchar y responder
Demasiado ocupados con nosotros mismos, vemos en Facebook un escenario desde el que hablar con los demás. Y a menudo olvidamos que Facebook es ante todo un lugar -digital pero real- donde escuchar a los demás, a pesar de las exageraciones, errores, distorsiones del tiempo que se nos da para vivir.
Por supuesto, un sacerdote no puede pensar en Facebook como un sustituto del confesionario, pero puede usarlo como una herramienta valiosa para sondear la vida de la comunidad, tanto desde las implicaciones más prácticas de la feria del país como para el estado de ánimo y el estado de ánimo de los trabajadores, estudiantes y padres en su territorio.
Un sacerdote que escucha a su comunidad también a través de Facebook todavía puede intervenir cuando sea apropiado, ofreciendo deseos simples de cumpleaños o participando en una discusión sobre un tema importante en el perfil de otra persona. E incluso en este caso, es el estilo el que marca la diferencia.