Raquel Galicia es trabajadora social del Centro de Promoción Social Francesc Palau, que desde hace 37 años forma a personas excluidas del resto de recursos formativos en el ámbito del trabajo digno. Su objetivo es dignificar la vida de las personas.
- “Las personas vulnerables tienen derecho a optar a formaciones de calidad”
- «Nuestro trabajo también es tejer alianzas con empresas que son las que tienen que abrirles las puertas”
- «Mi vida profesional cambió cuando aprendí a valorar que cada uno de los casos es lo que realmente me hace seguir”
(conferenciaepiscopal.es).-“Lo que te da dignidad es ganarte el pan”. Son palabras del papa Francisco en la Audiencia del pasado 12 enero. Por eso, formar y acompañar a las personas que no tienen empleo es una de las principales labores asistenciales que realiza la Iglesia en España. Más de 140.000 personas al año consiguen ganarse ese pan después de pasar por los centros que la Iglesia dedica a promover el trabajo, en torno a 400.
En Prat de Llobregat, perteneciente a la diócesis de Sant Feliu de Llobregat, está el Centro de Promoción Social Francesc Palau, que forma parte de la Pastoral Social de las Carmelitas Misioneras. 37 años con sus puertas abiertas a personas que han quedado excluidas del resto de recursos, que no tienen acceso a los demás servicios.
Raquel Galicia, como trabajadora social, forma parte del equipo de este centro junto a otros nueve profesionales. Cuentan con el apoyo de 60 voluntarios que comparten su tiempo y sus conocimientos para dignificar la vida de las personas, para darles las herramientas que les hagan ser protagonistas de su proceso de superación, de su proceso de vida.
37 años preparando a personas sin recursos para la vida laboral ¿Cómo está enfocado el centro?
Desde nuestra entidad lo que queremos sobre todo es dignificar la vida de las personas. Dignificarla a través del trabajo digno. Atendemos a migrantes, refugiados, solicitantes de asilo, personas que están viviendo en la calle, en centros de acogida, o en paro de larga duración. Nuestra misión es estar al lado de estas personas que han quedado excluidas del resto de recursos, que no tienen acceso a los demás servicios.
Muchas veces pensamos que las personas en situación vulnerable tienen las opciones muy limitadas, las ubicamos rápido en sectores muy concretos. Precisamente lo que queremos es darles herramientas para que puedan salir de estas situaciones, para que sean capaces de tener otras opciones distintas.
En 2021 tuvisteis inscritas 1.384 personas y 196 se insertaron a través del centro ¿Qué tipo de cursos les ofrecéis para apoyarles en esa incorporación al mundo laboral?
Desde el Servicio de Orientación e Inserción Socio-laboral ofrecemos diferentes acciones formativas. Empezamos con un curso para atención domiciliaria. Después hemos ido añadiendo para otros sectores como auxiliar de cocina, personal de sala, confección textil, electricidad, fontanería, mantenimiento de bicis, o barbería. Nuestro programa actual incluye también informática, alfabetización, idiomas; además de club de lectura, técnicas artísticas o salud y bienestar.
Poco a poco hemos ido ampliando nuestra oferta formativa, porque creemos que las personas más vulnerables tienen derecho a optar a las mismas formaciones de calidad que cualquier otra persona.
Además de formar, ¿acompañar?
Intentamos transmitir a las personas la calidad de nuestras formaciones, pero con un acompañamiento muy individualizado. Sus situaciones de precariedad hacen necesario ir de la mano.
Principalmente tras la pandemia, hemos detectado un aumento en la fragilidad mental de las personas a las que atendemos. Han vivido situaciones realmente muy duras y eso repercute en sus procesos de formación. Por eso, hemos incorporado acción terapéutica para reforzar la parte más emocional, más personal, que es indispensable que vaya unido a la académica.
Porque el objetivo final es prepararlos para que sean los protagonistas de su proceso de empoderamiento, de su vida. Eso es lo que les va a dar herramientas para superar la situación en la que se encuentran y cualquier otra situación que les venga a lo largo de su vida. Para prevenir que vuelvan a la precariedad. Y eso es lo que les damos, esas herramientas.
Después de los cursos ¿Cómo les ayudan en la inserción laboral?
Otra de las funciones del centro es tejer alianzas con empresas que son las que, al fin y al cabo, en el ámbito laboral, tienen que abrirles las puertas para que puedan tener un trabajo. También creamos alianzas con los sindicatos, otras instituciones de acción social, con el mundo de la cultura, o con ayuntamientos para que puedan ampliar esta formación y favorecer también su inserción social.
Cómo se vive este acompañamiento como trabajadora social y a nivel personal?
A nivel personal y como trabajadora social, a todas nos gusta coger un caso de éxito que nos motive. En mi caso mi vida profesional cambió cuando aprendí a valorar que cada uno de los casos es lo que realmente me hace seguir.
Aprender que el proceso, el camino, es realmente lo bonito de la atención social. Y disfrutar de ese camino. Disfrutar de reír, de llorar, de abrazarnos, de compartir esas vivencias y vivirlas juntos. Haya éxito en este momento o no haya. Es lo que nos tiene que aportar esa chispa para para poder continuar y buscar juntos opciones.
También aprender a mirar a través de los ojos de la otra persona. Trabajando en un centro social, a veces consideramos que la opción que les damos es la más válida. Pero lo que a mí me parece que es fantástico, igual no es lo quiere la otra persona, o todavía no es su momento. Entonces hay que aceptar su elección, porque es su vida. Hay que sostener, acompañar y cuidar. Dar igualmente esas herramientas para que tenga el máximo de éxito en lo que cada uno haya elegido.