El debate sobre las creencias de los androides es cada vez más intenso, aunque numerosos expertos e informes mantienen a los curas al margen del avance digital
(www.lavanguardia.com).-Las religiones están adoptando herramientas y conceptos de la tecnología para mejorar el culto.Desde las escrituras electrónicas hasta los clérigos robots, las distintas confesiones, tanto las mayoritarias como las minoritarias, se están valiendo de los avances digitales como cualquier otro ámbito o actividad en la sociedad actual. Sin embargo, los expertos coinciden en afirmar que estas innovaciones no tienen por qué afectar lo esencial de las creencias y la liturgia que ésta lleva asociada.
La doctora Beth Singler, investigadora del Instituto Faraday para la Ciencia y la Religión (Reino Unido), se muestra tajante en este aspecto: “Los robots no son la próxima etapa del sacerdocio”. A pesar de algunas experiencias que ya se han puesto en marcha en esta línea, su criterio coincide con el de los técnicos que redactaron un estudio para el Bank of America en el que se llegaba a la conclusión de los que curas, los médicos, los psicólogos, los policías, los maestros y los artistas son las profesiones menos amenazadaspor el avance de los dispositivos artificiales.
Desde las escrituras electrónicas hasta los clérigos robots, las distintas confesiones, tanto mayoritarias como minoritarias, se están valiendo de los avances digitales
La razón, según las conclusiones de este informe, es que su labor requiere intuición, empatía y un gran volumen de interacción social, propiedades que, hasta ahora, han sido eminentemente humanas. Por no hablar de la dimensión espiritual. Sea como fuere, el debate sobre el alcance de la tecnología y su vínculo con las grandes cuestiones de la vida incumbe a la ética y a la religión. Escritores influyentes como Jonathan Merritt, autor de libros como A faith of our own yJesus is better than you imagined se han preguntado si el cristianismo debería “abrazar cualquier forma de vida inteligente”, sea ésta la de un androide o la de un extraterrestre.
Singler cuestiona la idea de que los robots puedan desarrollar la capacidad personal de elegir su propia religión. En su opinión, somos “nosotros” quienes expresamos el deseo de atribuir propiedades individuales a los objetos. Es decir, nos atrae el debate sobre la “conciencia” de las máquinas. “Nuestra mente llena unos vacíos que conducen al antropomorfismo”, resume. Ella está convencida de que las religiones lidian con tres fases sucesivas al relacionarse con lo digital: rechazo, adopción y adaptación.
Un ejemplo de ello podría ser BlessU-2, un robot construido en 2017 para la ciudad alemana de Wittenberg, en conmemoración del quinto centenario de la reforma protestante, que es capaz de recitar la Bibliay ofrecer oraciones a partir de unos patrones fijados previamente. El párroco local Stephan Krebs sentencia: “Nunca podrá sustituir el cuidado pastoral”. En Japón, un colega de BlessU-2, ataviado con su vestimenta ceremonial, puede realizar ritos funerarios budistas.
El coste de estas prácticas automatizadas está por debajo (entre tres y cuatro veces) de lo que cobra un sacerdote de carne y hueso por la misma tarea. Aplicaciones como Muslim Pro, con horarios de oración, notificaciones y hasta una brújula que señala dónde está La Meca, y otras más específicas, como las que se ajustan al tiempo de ayuno durante el Ramadán, son muy populares entre quienes profesan el islamismo. La gran concentración de jóvenes de 16 a 30 años con smartphone en el Medio Oriente y Asia está favoreciendo este acomodo.