Los Congresos Católicos y vida pública no son estrictamente reuniones académicas y científicas. Son iniciativas apostólicas. Una lectura pausada, aunque sólo fuera de las notas a pie de página -análisis de argumentos de autoridad-, manifiesta la calidad de un pensamiento absolutamente desconocido en los foros del quehacer cultural laico. Los Congresos Católicos y vida pública marcarán un antes y un después en esta época de la vida de la Asociación Católica de Propagandistas y del apostolado seglar en España. El caudal de formación y de información presente en el espacio debe rentabilizarse en el día a día de una evangelización necesaria, y de un diálogo fe y cultura construido sobre los auténticos cimientos de una visión del hombre y de la sociedad que sigue teniendo la vigencia de toda cosmovisión que se preocupa por el progreso del hombre y de la sociedad, y que no olvida dónde están las raíces de la incomprensión, de la infelicidad, de la presencia activa de la otra cara de la Humanidad en nuestros tiempos.

El Congreso Católicos y vida pública es ya algo más que un Congreso. Es un clima, una circunstancia orteguiana, en el que, desde la absoluta libertad de conciencia y de ciencia, el diálogo dentro de la Iglesia genera una operativa corriente de vida y de pensamiento. Nadie más que un ingenuo puede sostener que congresos de este tipo nacen como respuesta al fatalismo de los tiempos. Los congresos, como toda obra auténticamente humana, los hacen las personas. La madurez de las instituciones lo es también de las personas que las dirigen. Y la madurez de las personas que las dirigen lo es de una coherencia con un proyecto regenerador que nació un día del ímpetu apostólico de unos hijos fieles de la Iglesia que sabían cuál era su misión en la construcción del Reino de Dios en este mundo.

Los Congresos de Católicos y vida pública están produciendo, de un modo pausado pero no por ello menos importante, algunos efectos que se buscaban con su existencia. En primer lugar, se va viendo el "ecumenismo católico", es decir, aprender a mirarnos bien entre todas las personas que profesamos una misma fe, y nos decimos miembros o pertenecientes a una misma Iglesia.

Los Congresos buscan el de ayudar a entender que la fe informa toda la vida: romper la actual esquizofrenia entre fe y vida. Lo cristiano no excluye lo humano. Lo cristiano, en todo caso, perfecciona lo humano, pero no lo excluye. Cuando hablamos de que nuestra fe informa la vida pública, no estamos proponiendo aplicar un fideísmo frente a la naturaleza de las cosas. Estamos hablando de que debemos ser capaces de ver lo que la realidad nos enseña.