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LA VIDA ES BELLA
Sirvan estas palabras para presentar esta selección de películas en torno a la escatología y el cine contemporáneo (1990-2005) bajo el título La vida es bella (La vita è bella, 1998).
1. Un título que supone una perspectiva
2. La elaboración del catálogo
3. El pluralismo de las escatologías
4. Bases antropológicas y cristológicas
5. Temas centrales de la escatología
6. Aportaciones de novedad
7. Un camino abierto
1. Un título que supone una perspectiva
Toda investigación en torno a la relación entre cine y teología tiene
necesariamente que mirar y contemplar la "belleza de Dios" desde su
manifestación en las obras de sus criaturas. Sin embargo, como recuerda
Urs von Baltasar, será del "Verbo encarnado", el mediador de lo invisible,
de quien recibimos la luz para contemplar ese misterio de Dios extendido
por la creación. Así en nuestro caso, queremos reconocer cómo el spledor
de este mysterium se refleja en las películas que en sus historias
muestran esa única y sorprendente belleza1.
El cine de profundidad espiritual presenta, en iconos y relatos sobre
el ser humano, esta belleza que se manifiesta en medio del pecado. Así,
vemos en La vida es bella una historia sobre el horror del holocausto,
que desciende a los territorios de la muerte, física y espiritual, pero
que emerge como un relato de amor y de humor. ¿Cómo sonreír a la muerte?
¿Por qué seguir amando a pesar del mal? Se trata de la mirada creyente
que sabe de la consumación más allá de la muerte, algo que ya indica
la terminología clásica de la "visión beatífica". La plenitud del amor
se realiza en el Dios trinitario como epifanía de la belleza. Y en este
sentido la Vida es Bella bien puede ser el título para esta reflexión
sobre la escatología cristiana. Observemos el abrazo de la madre superviviente
a su hijo que salta de alegría, en la inocente inconsciencia de la magnitud
de la tragedia, mientras proclama ¡Hemos ganado! Estamos, pues,
ante un icono de la resistencia sobrenatural de la vida cuando es transformada
por Dios más allá de la muerte. La Vida es transfigurada hacia la eternidad
en la Belleza fontal y única de Dios.
2. La elaboración del catálogo
La selección de películas ha supuesto un proceso complejo. El criterio de universalidad geográfica, cultural y religiosa ha marcado las entradas y las salidas en la selección. Las ciento quince películas que forman parte del elenco representan, dentro de las limitaciones de la distribución comercial, una visión bastante global de los temas de escatología en el cine actual.
Veintisiete ítems nos han permitido identificar en los films los temas de antropología general (relación cuerpo y alma, sufrimiento, sentido de la vida, ateísmo-nihilismo), de antropología de la muerte (amor, luto, vivencias personales, representación, relación con la paternidad o maternidad), de las cuestiones morales adyacentes (eutanasia, suicidio, pena de muerte, homicidio o asesinato), de la teología de la muerte (pecado, reconciliación, referencia a Dios, sacrificio y redención), de las cuestiones sobre el más allá (purificación postmortal, resurrección, cielo-paraíso, infierno, vivos y muertos) y también de los temas especialmente cristianos (fuentes bíblicas, figuras crísticas, Iglesia-sacramentos, exequias y ritos funerarios, así como visión del tiempo y de la historia). Con ellos se confeccionó un mapa conceptual que orientó la reflexión global permitiendo detectar rápidamente los temas centrales asociados a las películas de referencia.
3. El pluralismo de las escatologías
El estudio de la cinematografía contemporánea nos ha servido para confirmar
las líneas de diálogo de la escatología con la filosofía2. Las influencias
de la tanatología y su visión de la muerte natural, de los agnosticismos
postmodernos y de la new age se confirman también en el medio
cinematográfico.
Más sugerente, por novedosa, resulta la revisión de la presencia de las escatologías de las religiones en la pantalla. La amplia presencia del judaísmo, budismo, islamismo y distintos animismos confirman la prioridad del diálogo con las religiones. El conocimiento más profundo de las escatologías de las distintas religiones permitirá situar la identidad de la escatología cristiana en la medida en que culturalmente se contrasta permanentemente con otras opciones. "En este momento, por primera vez en su historia, el planeta cine ha cambiado de dimensión y de forma"3. Lo que recogido por la escatología se convierte en un reto interesante.
4. Bases antropológicas y cristológicas
Para analizar la escatología en el cine hemos tenido que asentar algunos
fundamentos de antropología. Así el tema del sentido de la vida nos
ha acercado a la cuestión del suicidio, la eutanasia y la pena de muerte.
Nuevamente el cine nos ha mostrado al hombre coram Deo, en la
medida en que las grandes cuestiones sobre la vida y la muerte nos han
enfrentado a la pregunta sobre Dios y el sentido de la esperanza. La
excepcional El sabor de las cerezas (Ta'm e guilass, 1997) de
Abbas Kiarostami es un ejemplo significativo de esta cuestión donde
las propias cerezas serán el símbolo de la vida regalada.
La cuestión crucial del tiempo nos ha mostrado hasta que punto las opciones
filosóficas nihilistas, o del tiempo circular entran en contraste con
el tiempo histórico que se revela como kairós. La trilogía de
El señor de los anillos (The Lord of the Rings, 2001-2003) de
Peter Jackson ha presentado, apoyado en la obra de J. R. R. Tolkien,
de forma elocuente el tiempo abierto a las oportunidades de Dios. También
el sufrimiento en el cine se ha revelado como lugar teológico en la
medida en que ha planteado preguntas escatológicas en este sentido son
significativas Tierras de penumbra (Shadowlands, 1993) de Richard
Attenborough y La habitación de Marvin (Marvin's Room, 1996)
de Jerry Zaks.
De la antropología a la cristología. La crítica a la película La
pasión de Cristo (The Passion of the Christ, 2004) de Mel Gibson
propone un equilibrio entre el valor de una teología de la expiación
en clave amorosa, la inserción de la cristología en la vida profética
del Jesús histórico y en una lectura de la resurrección como acontecimiento
trinitario y apostólico. Aunque nuestra investigación considera mucho
más interesantes las figuras crísticas y aquellas historias de redención
que se narran en el cine contemporáneo y que hacen referencia implícita
o simbólica a Cristo. Así un ejemplo a resaltar es la Shelma de Bailar
en la oscuridad, del sugerente Lars von Trier que nos muestra un
sacrificio desmesurado pero abierto al más allá del musical y que espera
después de la muerte injusta una canción final que no llegamos a escuchar,
pero en la que podemos creer.
5. Temas centrales de la escatología
Los distintos temas de la escatología han sido agrupados, desde la incidencia en la cinematografía, en torno a cuatro grandes apartados: muerte, resurrección, comunión de vivos y muertos y más allá.
a. El sentido cristiano de la muerte
Tras el hecho de la muerte en el cine y su presencia como poder, acontecimiento
y estado nos hemos fijado en la muerte como paso y acontecimiento de
gracia. Como referente de esta línea de reflexión podemos señalar a
Amar la vida (Wit, 2001) de Nike Nichols donde se presenta el
tránsito como más una breve interrupción -el signo de puntuación de
la coma- hacia la eternidad y dónde la gracia se manifiesta en una visitante
inesperada que prepara a la protagonista para acoger con confianza su
destino en Dios. También en Big Fish (1993) de Tim Burton se
apuntan aspectos interesantes de este camino hacia la eternidad.
Así mismo, hemos analizado la relación entre la muerte con la libertad
y con el pecado en el cine. Aquí nos puede servir de guía, un melodrama
con clave de profundidad como es La casa de mi vida (Life as
a House, 2002) de Irwin Winkler. Una historia de reconciliación en la
hora de la muerte que vence el pecado y despliega la libertad hacia
la gracia.
b. Creo en la resurrección de los muertos
El tema central de la resurrección nos permite detectar muchos ejemplos
cinematográficos que no se ajustan al sentido cristiano de la resurrección.
Entre muchos podemos citar Más allá de los sueños (What Dreams
May Come, 1998)) de Vicent Ward, Mi vida (My Life, 1993) de Bruce
Joel Rubin o Gattaca (1997) de Andrew Niccol como exponentes
de visiones reencarnacionistas y tendencias panteístas.
También en este capítulo hemos abordado la cuestión del estado intermedio,
la parusía y el juicio de la misericordia. Así hemos apuntado algunas
pistas sobre la filmación del alma y el sentido de la inmortalidad;
y también, hemos cuestionado el apocalipticismo y apuntado las posibilidades
de mostrar la parusía como consumación que Dios realiza en un mundo
que gime, como podemos ver en Llanto por la tierra amada (Cry,
the Beloved Country, 1995) de Darrell James Roodt.
El testamento fílmico de Louis Malle en Vania en la calle 42
(Vanya on 42nd Street, 1994) nos sirve, finalmente, para presentar el
juicio de la misericordia siguiendo al inmenso personaje de Sonia de
la obra de Antón Chejov: "Y Dios se apiadará de nosotros y viviremos
una vida radiante de gozo y de belleza. Contemplaremos con ternura nuestra
vida de total infelicidad y sonreiremos. Y en esa vida descansaremos,
tío. Tengo fe".
c. La comunión de los santos
La relación entre los vivos y los muertos nos permite enfrentar una
cuestión recurrente en la cinematografía como hemos podido destacar
en El sexto sentido (The Sixth Sense, 1999) de M. Night Shyamalan.
La dimensión comunitaria del hombre y del amor se enfrenta a la caducidad
tras la muerte y a la relación con los que ya no están en la tierra.
Más allá de la nostalgia, bastantes películas insisten en la llamada
a la perennidad del amor más allá de la muerte, en la compañía benéfica
de los difuntos a los vivos y en la oración de los vivos por los difuntos.
Una película compleja y calidoscópica como La doble vida de Verónica
(La double vie de Véronique, 1991) Krzysztof Kieslowski nos muestra
hasta que punto los muertos (Weronica) siguen acompañando amorosamente
a los vivos (Véronique) y en qué medida el ser humano mira la vida ante
el misterio de una paternidad fundante y dadora de vida, como muestra
la enigmática escena final.
En una incursión a la problemática del purgatorio nos ha interesado,
más que las propuestas fantásticas en línea de La escalera de Jacob
(Jacob's Ladder, 1990) de Adrian Lyne, las propuestas de purificación
histórica desde el amor, como Una historia verdadera (The Straight
Store, 2000) de David Lynch, que nos permite trazar la analogía hacia
la purificación postmortal en Dios.
d. La asimetría de la salvación: vida eterna y muerte eterna
Hemos descubierto una variada y rica gama de expresiones de la vida
eterna en el cine contemporáneo. Así tenemos como símbolos la vida prolongada
en los hijos o en los niños, la ciudad, la casa y la mesa como tierras
de la promesa, el árbol que crece hacia la trascendencia o el camino
abierto hacia la peregrinación. Sin embargo, sigue siendo el simbolismo
del cielo y la luz los que más frecuentemente señalan a la eternidad.
También es interesante la música que tanta veces pone final y apertura
hacia el más allá a las historias de la pantalla, como por ejemplo en
La milla verde (The Green Mile, 1999) de Frank Darabont.
En cuanto a la muerte eterna hemos vuelto a toparnos con la imaginería
más clásica del fuego o de la soledad y la noche. Sin embargo, nos siguen
pareciendo sugerentes aquellos intentos que desde la analogía muestran
en los infiernos de la historia los referentes del infierno en la eternidad,
así en Sin perdón (Unforgiven, 1992) de Clint Eastwood.
6. Aportaciones de novedad
Nuestra investigación ofrece algunas pistas de interés para le reflexión teológica. En primer lugar, la que podemos llamar la pista antropológica. Las cuestiones teológicas no se presentan ni forma exclusiva ni más significativa en el cine religioso. Así el que hemos venido en llamar "cine espiritual" ofrece muchas posibilidades a la reflexión teológica, y la presencia de la muerte y las cuestiones escatológicas en el cine contemporáneo han mostrado la validez de este camino.
La segunda pista nos permite reconocer en el cine un canal privilegiado
para conoce la sensibilidad "teológica" de una época. Así hemos confirmado
una fuerte tendencia sincretista en la escatología y como tienden a
convivir opciones diversas en aparente armonía. Además hemos detectado
la presencia de un cine con fuerte apertura a la trascendencia. Un ejemplo
significativo lo podemos situar en la obra de Theo Angelopoulos, y de
forma especial cuando nos detenemos en La eternidad y un día
(Mia eoniotita ke mia mera, 1998). Pero a la vez descubrimos también
la tendencia al eclipse de Dios como fuente de la dimensión espiritual
del hombre. Este tema estudiado atentamente en la filosofía ha llevado
a Charles Taylor a recordar la importancia de la "promesa central de
una afirmación divina de lo humano, más plena que la que los humanos
jamás podrán alcanzar por sí solos"4. La exclusión de Dios más que liberar
al hombre le ha enfrentado a un dilema de difícil superación.
Una tercera pista nos permite reconocer que estamos en condiciones no sólo de analizar teológicamente el cine o cualquier otro arte, sino de reflexionar teológicamente en torno a él, en la senda de lo que puede ser una estética teológica. En este sentido también se plantea un fuerte reto en el contacto de la Iglesia con los artistas y en este caso con los directores de cine5. Tras la íntima relación arte y teología vino un período de decadencia y nostalgia, probablemente seguimos todavía en un tiempo de silencio pero estamos llamados a abrir los ojos y las puertas a nuevos caminos.
Por último, humilde pero contrastadamente, podemos sugerir algunas claves a los estudios escatológicos. La escatología cristiana tiene una palabra salvadora que ofrecer al hombre de hoy que no debe ser canalizada ni prioritaria y exclusivamente desde las cuestiones morales. Hemos visto como en las películas se han planteado preguntas teológicas profundas en situaciones morales ambiguas. La pregunta sobre Dios y la experiencia de su amor revelado en Cristo es fuente del comportamiento moral y no tanto a la inversa.
La novedad radical de la resurrección se ha de contrastar con el pluralismo de escatologías procedentes de religiones y filosofías. Esta peculiaridad identificadora del cristianismo implica el centro de la cristología y del misterio de Dios. Al hombre nuevo se le ofrece una vida nueva que procede del don de Dios y que le transforma en novedad y continuidad. La penetración del cine de este misterio es la puerta para mostrar la esperanza escatológica cristiana.
La revelación del Dios del amor muestra lo esencial de una antropología del amor que sostenga una escatología de la misericordia amorosa. Cada vez más insistentemente la pregunta por la muerte se asocia a la pregunta por la validez del amor. El cine, instrumento de penetración afectiva, ha planteado el interrogante sobre el amor ante la muerte con insistencia. La escatología cristiana debe seguir abriendo caminos en torno al sentido de este amor6.
La comprensión de lo nuevo no como linealmente progresivo sino como
sorpresa de Dios es una marca de la escatología nacida del acontecimiento
de Cristo. "La más profunda influencia de la escatología en la experiencia
de la historia reside en la diferenciación cualitativa entre el pasado
y el futuro"7. En ese sentido es indicativa una película como Un
hombre sin pasado (Mies vailla menneisyyttä, 2002) de Aki Kaurismäki
en la clave de que el milagro es don de lo imposible hecho posible.
7. Un camino abierto
Ha dicho Wim Wenders que "El cine no ha sido creado para distraer
del mundo sino para referirse a él. ¿Cómo vivir? y ¿para qué vivir?
son preguntas que el cine ya no se atreve a hacer. Las películas evitan
cada vez más plantear estas preguntas e intentan por todos lo medios
ahorrarse tener que contestarlas. Cuentan de hecho historias de vida
y muerte pero sólo como si fueran cuestión de vida y muerte. El cine
huye cada vez más del auténtico cine. Sus raíces se adentran cada vez
más en lo irreal del cine, y no en la "vida"8.
Desde nuestro estudio, que valora el cine no tan negativamente, nos parece interesante sugerir a la escatología cristiana que se reencuentre, en la mejor tradición bíblica, con historias e imágenes que muestran en qué medida en Cristo el ser humano está abierto a la irrupción de la eternidad. Hay que superar la tendencia desmitificadora y purificadora de las imágenes de los nuevos iconoclastas y volver a proponer imágenes e historias de esperanza escatológica.
Esperamos que esta dirección pueda ser continuada en diálogo con directores y guionistas para proponer relatos e imágenes que abran a la pregunta y aludan al misterio. Que los teólogos tomen en serio las preocupaciones que emergen del momento cultural, y especialmente audiovisual, para actualizar su teología. Y por último, que los educadores y agentes de pastoral cuenten con reflexiones e instrumentos de discernimiento para su tarea. En esta línea el trabajo de esta investigación sigue abierto.
Prof. Peio Sánchez, ADSIS
Centro Teológico Martí-Codolar
Delegación de Medios de Comunicación
Arzobispado Barcelona
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[1] Cfr. BATHASAR, U. von, Gloria. Una
estética teológica. 1. La percepción de la forma, Madrid 1985, 110-118.
[2] En esta línea las aportaciones de que han emprendido, entre otros,
algunos autores como RUIZ DE LA PEÑA, J.L., El hombre y su muerte,
Burgos 1971, y también Muerte y marxismo humanista, Salamanca
1978; KEHL, M., Escatología, Salamanca 1992, así como Y después
del fin, ¿qué?, del fin del mundo, la consumación, la reencarnación
y la resurrección, Bilbao 2003; Jürgen Moltmann, La venida de Dios.
Escatología cristiana, Salamanca 2004; y NITROLA, A., Trattato
di escatología 1. Spunti per un pensare escatologico, Milano 2001.
[3] FRODON, J.-M., Au Sud du cinéma. Films d'Afrique, d'Asie et d'Amerique
latine, Paris 2004, 14.
[4] TAYLOR, C., Fuentes del yo. La construcción de la identidad moderna, Madrid 1996, 543
[5] JUAN PABLO II, Carta del Santo Padre Juan Pablo II a los artistas,
4 abril 1999, Madrid 1999, 27 pp.
[6] "El amor funda la inmortalidad. La inmortalidad nace del amor. Esto
significa que quien ha amado a todos, ha fundado la inmortalidad. Éste
es el sentido de la expresión bíblica que afirma que su resurrección
es nuestra vida" Crf. RATZINGER, J., Introducción al cristianismo,
Salamanca 1994, 267.
[7] MOLTMANN, J., La venida de Dios. Escatología cristiana, Salamanca
2004, 188.
[8] Wim Wenders, en el "Programme de notes" de ¡Tan lejos, tan
cerca! Citado por MARZABAL. I., Wim Wenders, Madrid 1998, 327
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