LAS SINRAZONES DEL ABORTO II
El aborto y el regreso cultural
Alfonso López Quintás
Miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas
Catedrático emérito de Filosofía de la Universidad Complutense (Madrid)
“Lo peor que está pasando en el mundo es el aborto”
Madre Teresa de Calcuta
Esta cuestión debe ser tratada con toda serenidad, hablando a la inteligencia desde la inteligencia, sin enconos ni prejuicios, es decir, sin juicios previos infundados, inspirados más por la pasión que por el entendimiento; evitando términos ofensivos, aunque ciertas prácticas lesionen nuestra sensibilidad. El hecho de que –según el Instituto de Política Familiar- en sólo el año 2007 se hayan cometido en España 112.138 abortos (¡ciento doce mil ciento treinta y ocho!) y la cifra conjunta de los últimos años ascienda a 1.131.015 (¡un millón ciento treinta y un mil quince) causa escalofrío y nos obliga a ser firmes en el fondo, aunque –por razones de educación- nos mantengamos moderados en la forma.
La extrema gravedad del asunto nos urge a usar un lenguaje claro, preciso, que llame a las cosas por su nombre, sin afán de emboscar la realidad, por dura que sea. No es adecuado decir, por ejemplo, que se “interrumpe un embarazo”. El término “interrumpir” sugiere una acción pasajera, como cuando se interrumpe una conversación para reanudarla después. En el caso del aborto, se anula para siempre un proceso biológico cuyo fruto iba a ser muy pronto, en cuestión de meses o semanas, un nuevo ciudadano, un ser dotado de plenos derechos y deberes. Los trucos de la manipulación los conocemos sobradamente, y no estamos dispuestos a aceptar impunemente los malabarismos que se están haciendo con el lenguaje para emboscar la inaudita crueldad de las prácticas abortivas.
Al tratarse de una cuestión muy seria -en la que se juega a diario la vida de multitud de seres humanos-, es ineludible y urgente llegar a convicciones firmes. Para ello, nuestro razonamiento ha de partir de hechos innegables, que todos los ciudadanos debamos aceptar, con independencia de nuestra filiación política y nuestras creencias religiosas. Sólo así tendremos un punto de partida común, sobre el cual edificar nuestro discurso. La discusión sobre el aborto se oscurece, a menudo, por apoyarse en vocablos muy ambiguos, que ningún área de conocimiento ha logrado clarificar de modo irrebatible. Se indica, a veces, que hasta el momento de la anidación no puede considerarse el feto como una persona. Pero no se alude siquiera al hecho de que el concepto de persona es dificilísimo de definir, debido a su interna riqueza. Mucho más lo es precisar en qué momento del proceso de gestación presenta el feto las características de un ser personal. No es razonable querer decidir la licitud o ilicitud del aborto en virtud de afirmaciones que hoy por hoy no podemos fundamentar debidamente. Hemos de basarnos en hechos ciertos, reconocibles por todos. Entre tales hechos figuran los siguientes...
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