EL SENTIDO PROFUNDO DEL JUEGO Y LA FIESTA III
El sentido de las fiestas
Alfonso López Quintás
Las fiestas desbordan luminosidad externa porque son luminosas en sí mismas. Las luces, la claridad festiva de los trajes y adornos, la magnificencia expresiva de las flores, la exultación de la danza y el canto populares, el clima de grata complacencia que fundan los perfumes naturales -flores, incienso-, la solemnidad de los ritos y demás elementos de la fiesta no hacen sino dar cuerpo a la luminosidad gozosa que irradia la fiesta por el mero hecho de entreverarse en ella fecundamente diversos ámbitos de gran significación. A ese entreveramiento lo llamamos encuentro.
Las fiestas van unidas a fechas de alta significación personal, nacional o religiosa por haber acontecido en ellas ciertos entreveramientos de ámbitos decisivos.
• El nacimiento es el encuentro del propio ser en estado fetal con el entorno mundano. Este encuentro es considerado como el «alumbramiento» por antonomasia.
• El día de una batalla gloriosa se considera festivo porque tal acontecimiento abrió a la patria nuevas posibilidades, al significar un trastrueque de mil interrelaciones de todo género: geográficas, económicas, culturales, políticas...
• El día de la conmemoración de un acontecimiento religioso -suceso evangélico, muerte de un santo...- significa la creación de un ámbito peculiar de interacción o encuentro entre el Señor y los hombres, o entre un hombre y el Señor que lo eleva a un nivel eminente de vida tras el trauma del fallecimiento. Ello confiere sentido a la celebración de fiesta en el aniversario de acontecimientos luctuosos, como son por ejemplo las diversas formas de martirio.
Las fiestas están impulsadas por la fuerza expresiva de un encuentro
Todas las fiestas –biográficas, civiles y religiosas- festejan un encuentro.
• Después de la botadura de un barco se celebra un banquete porque la botadura supone un encuentro del barco y el mar. Al sumergirse el barco en el mar, tiene lugar un choque, porque se trata de la colisión de dos realidades que tienen condición de objetos: ocupan un lugar en el espacio, tienen un determinado peso, pueden ser lanzados con cierta velocidad y adquirir una determinada fuerza viva. Pero, además de su carácter de objetos, el barco y el mar presentan una condición de ámbitos de realidad, es decir, son realidades abiertas, en cuanto ofrecen ciertas posibilidades y pueden recibir otras. En el barco se puede habitar, jugar, conversar, comer, pescar, luchar, y, sobre todo, navegar. El mar ofrece posibilidades para desplazarnos, hacer deporte, pescar, luchar… Al unirse el barco y el mar y entreverar todas sus posibilidades, tenemos un encuentro.
• A los 25 años de casado reúnes a tus familiares y amigos y das una fiesta jubilar. Festejas un día lo que es relevante durante todos los días de 25 años: el encuentro matrimonial que dio lugar a la fundación de un hogar y lo ha sostenido durante ese tiempo.
Toda fiesta lleva en sí la fecundidad, el gozo, la libertad interior, la felicidad, el amparo, la paz y la luminosidad del encuentro...
(descargar artículo completo)