LAS SINRAZONES DEL ABORTO VIII
Carácter manipulador de ciertos planteamientos proabortistas
Alfonso López Quintás
De la Real Academia Española de Ciencias Morales y Políticas
“Aunque el lenguaje convenientemente manipulado haya calado
en el subconsciente colectivo, y los mensaje subliminales se hayan apoderado
de nuestro pensamiento, el aborto no es una ´interrupción del embarazo´,
ni puede ser ético, ni terapéutico, ni eugenésico”
(Dra. María Dolores Vila-Coro,
Directora de la Cátedra de Bioética de la UNESCO, Madrid)
Vistas las cosas con serenidad y rigor, se advierte que los razonamientos proabortistas presentan demasiados fallos de tipo metodológico y filosófico para que puedan ser aceptados. Estos fallos proceden de una raíz común: la voluntad de defender la despenalización del aborto de modo indirecto, sin abordar de frente el núcleo de la cuestión. Para ello se movilizan diversos recursos estratégicos que ofrece el lenguaje cuando se lo utiliza como medio para vencer a ultranza.
1. Planteamientos unilaterales. Se presenta la despenalización del aborto como una medida que no afecta a la actitud básica del respeto a la vida, sino que viene a resolver algunos problemas graves planteados a ciertas personas por la concepción indeseada de un nuevo ser. Se confiere, así, a la medida proyectada un carácter positivo que la hace a primera vista plausible por su condición «humanitaria».
Esta unilateralidad de planteamiento produce un deslizamiento de sentido de gran eficacia estratégica porque desplaza la atención del hecho innegable de que se anula un proceso de gestación de un ser humano para fijarla en la voluntad de tornar más llevadera la existencia de las personas adultas. Tal propósito suele conmover fácilmente a personas que tienen buenos sentimientos pero poca preparación intelectual. Con esta torsión de la mirada se consigue que el tema del aborto sea analizado unilateralmente desde la perspectiva de las ganancias inmediatas, dejando de lado otros aspectos más radicales.
Tras esta delimitación estratégica del problema, es fácil dar otro giro a la atención y alterar la perspectiva en que debe ser considerado el asunto. En vez de sopesar -como sería lógico- las exigencias que plantea al hombre un proceso llamado a generar nuevas vidas humanas, se concede preferencia a la opinión de la mayoría. Si se empieza otorgando primacía al deseo de resolver ciertos problemas de los adultos, la actitud y la opinión de éstos cobra preeminencia sobre cualquier consideración de fondo que pueda y deba hacerse sobre la realidad de los seres no nacidos y la actitud que se ha de adoptar respecto a ellos. Dentro de esta óptica, las encuestas cobran un valor aparentemente decisivo. Para acrecentarlo y convertirlo en criterio orientador de las medidas legislativas sólo hace falta entender la ley -con unilateralidad positivista- como la regulación de «lo que está en la calle»...
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