Un método para humanizar la empresa III
LA EXCELENCIA DE LA VIDA EMPRESARIAL
Alfonso López Quintás
Si realizamos la experiencia reversible del encuentro y nos percatamos de que en ella renunciamos a la voluntad de dominio, manejo y disfrute para tratar a otras realidades abiertas con actitud de respeto, estima y colaboración, nos disponemos para vivir por dentro la experiencia de cómo se desarrolla la vida empresarial.
Qué es la empresa
En principio, podemos convenir en llamar empresa a toda organización destinada a realizar ciertos servicios con el fin de obtener determinados beneficios. ¿De qué tipo han de ser estos beneficios y a quiénes irán destinados?
Para responder atinadamente a estas cuestiones, hemos de considerar que toda empresa nace y se desarrolla en una sociedad, y es promovida y sostenida por personas. Se debe, por tanto, a las personas que la sostienen -con su talento y su esfuerzo- y a la sociedad que la acoge y promueve, ofreciéndole diversas posibilidades. Por pequeña que sea, una organización empresarial no puede cerrarse en sí, porque es un nudo de relaciones; relaciones con materiales, personas, pueblos e instituciones de todo orden, entre las que se cuentan otras empresas. Tales relaciones han de ajustarse al modo de ser de las realidades tratadas.
• El trato con los materiales tiene un carácter de dominio, manejo y disposición. Al disponer de los materiales para ciertos fines, hemos de atenernos a la condición propia de cada uno.
• El trato con las personas ha de ser ajustado a la dignidad de las mismas. Toda persona es un ser dinámico y abierto, capaz de tomar diversas iniciativas, proponerse metas y hacer proyectos para alcanzarlas, abrigar deseos e ilusiones, sentir felicidad o amargura. Toda persona desea realizarse, es decir, desarrollar sus potencias o cualidades y dar a su vida la figura que se ha hecho de sí misma.
• Para desarrollarse, las personas configuran instituciones de diverso orden. El trato con las mismas ha de estar inspirado por la misma actitud de respeto, estima y colaboración que exigen las personas.
No adopta esta actitud la empresa que utiliza la expresión “material humano” para indicar el conjunto de las personas que tiene a su disposición. Es cierto que las personas son elementos indispensables para la empresa –como lo es el “material físico”, los llamados “materiales”-, pero tales elementos no se reducen a ser “medios para lograr los fines de la empresa”. Sabemos –por el testimonio bien fundamentado de eminentes pensadores- que la persona es “un fin en sí”, no un mero “medio para algo distinto de ella”. Si trabaja en una empresa, desea conocer el sentido de lo que hace, no sólo su significado. Lo que significa cada acción concreta que realiza en su área de competencia lo sabe bien porque es un profesional adiestrado, pero el sentido de la misma únicamente lo descubre si conoce la función que realiza dicha acción en el conjunto de la empresa. Beber un vaso de vino tiene siempre el mismo significado, pero éste adquiere sentidos diferentes en contextos distintos.
Como todo ser vivo, la empresa se desarrolla y mantiene cuando se relaciona debidamente con las realidades de su entorno vital. Es una realidad relacional, y, como tal, no ha de recluirse en sí misma, en el círculo cerrado de sus intereses; ha de atender, en todo momento, al modo de ser de tales realidades: los materiales, las personas, los pueblos, las instituciones… Es ley de vida que a mayor atención, mayor desarrollo propio; a más generosidad, más vitalidad y mayor fortaleza.
«La empresa, sin dejar de ser una entidad productiva con ánimo de lucro, constituye una privilegiada forma de encauzar la capacidad laboral, desde la creatividad, con vistas a la satisfacción de las necesidades humanas […] Puede incluso decirse que es una comunidad en la que nos integramos y en cuyo seno nos vamos desarrollando como personas, junto con otros y en estrecha relación con ellos»1.
La empresa está constituida por personas, dentro de una comunidad que la hace posible y es, a la vez, su destinataria. Debido a ello, la cual la empresa ha de realizar su actividad en el nivel 2, el propio de las personas y el encuentro. Al hacerlo, vincula espontáneamente la promoción de las personas y el aumento de la rentabilidad económica. Veámoslo, sintéticamente, a propósito de varias cuestiones clave.
El logro de una cultura de la excelencia
Por cultura se entiende cuanto realiza el hombre para crear diversas formas de unidad con el entorno. El ser humano nace un tanto distanciado de la realidad que lo rodea por cuanto puede dar diversas respuestas a cada estímulo. Si un animal tiene hambre y ve un alimento apetitoso para él, reacciona siempre igual: lo toma y lo come. Entre el estímulo y la respuesta no hay distancia. El hombre, en tal situación, puede tomar distintas medidas: comerlo, dejarlo para después, repartirlo con otros, incluso renunciar a él… Lo decide libremente con su inteligencia y su voluntad. Esta posibilidad de elección y decisión da lugar a la libertad y la creatividad. El animal, para vivir, no necesita tener creatividad, ni libertad ni inteligencia, pues no se ve requerido a crear unidad con las realidades del entorno. Tal unidad le viene dada, por cuanto su respuesta a los estímulos que recibe de las realidades del entorno es automática. Se halla como fusionado con tales realidades.
La cultura es el cultivo de diversas formas de relación y unidad con las realidades circundantes. Esas formas de relación hacen posible la vida humana, desde la selección de los alimentos hasta la construcción de las moradas más lujosas...
[1] Cf. FERNÁNDEZ, JOSÉ LUIS: “Más allá del valor económico: la ética en la gestión”, en MÉNDEZ, JOSE MARÍA (Edit.):Cómo educar en valores, Editorial Síntesis, Madrid, 2001, págs.154 -155
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