LOS NIVELES DE REALIDAD Y DE CONDUCTA
Y SU IMPORTANCIA DECISIVA EN LA VIDA HUMANA1
Alfonso
López Quintás
En plena Edad Media, alguien se acercó a los canteros que trabajaban afanosamente en las obras de una catedral y les preguntó qué hacían:
"Estoy desollándome las manos con este pico para poder subsistir",
contestó uno rápidamente.
Un compañero agregó: "Ejercito mi profesión y gano un salario
para sostener la familia".
Tras pensarlo un instante, un tercero manifestó lo siguiente: "Construyo
una bella catedral para gloria de Dios y honra de la humanidad".
Los tres artesanos realizaban el mismo trabajo, pero, al hacerlo,
se movían en niveles de realidad y de conducta distintos. El primero
se movía en el nivel 1. El segundo, en los niveles 1
y 2. El tercero, en los niveles 1,2,3 y 4. Los tres
tenían razón en lo que afirmaban, pero se hallaban en planos distintos
en cuanto al sentido que imprimían a sus vidas y a la calidad creativa
de su trabajo. El primero se hallaba estancado en las tareas del nivel
1, que sólo procuran la subsistencia biológica. Los otros dos
ampliaban -en medidas distintas- el horizonte de su vida, sin desatender
la tarea que estaban realizando, antes dándole un sentido superior.
Para orientarnos en la vida, hemos de tener una idea clara de los
distintos niveles de realidad y de conducta en que podemos vivir.
Un transeúnte vio a un niño que llevaba un niño más pequeño a cuestas
y le dijo: "¿Cómo cargas tu espalda con semejante peso?" El
niño le contestó: "¡No es un peso, señor; es mi hermano!".
¿En qué nivel se hizo la pregunta y en cuál se dio la respuesta? El
niño intuía que llevar con afecto a un hermano a la espalda (nivel
2) implica cargar con un peso (nivel 1), pero no se reduce
a ello.
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[1] Este artículo complementa el publicado anteriormente con el título:
"La pedagogía de la admiración y su
fecundidad educativa".
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