LAS SINRAZONES DEL ABORTO VI
Estrategia movilizada para la defensa del aborto
Alfonso López Quintás
De la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas
“Los que defienden el aborto deberían demostrar irrefutablemente que
el feto no es una persona. No tienen que demostrarlo quienes atacan el
aborto, porque ellos respetan al feto, al que ven como un momento del
proceso hacia la vida humana plena. Y eso les basta”.
(Robert Spaemann)
El procedimiento seguido para hacer plausible ante el pueblo la legalización del aborto en ciertos supuestos presentó cuatro fases.
Las cuatro fases para la introducción artera del aborto
1. En la Primera Fase se planteó la cuestión de forma unilateral y melodramática. Se redujo la cuestión del aborto al problema de las jóvenes que sufren un embarazo imprevisto. Para impresionar la fibra sentimental de las gentes, se propalaron cifras escalofriantes de abortos clandestinos realizados en condiciones higiénicas deplorables. Pese a la contradicción palmaria que supone fijar exactamente la cifra de actos clandestinos, esta táctica de «la gran mentira» (Dr. Bernard Nathanson) tuvo un éxito clamoroso en diversos países, y los responsables celebraron jubilosos la ingenuidad del pueblo.
Seguidamente, se enardeció el afán revanchista de las capas populares menos favorecidas económicamente mediante el recurso demagógico de subrayar el drama de las jóvenes incapaces de costear una operación abortista en el extranjero.
Este tipo de planteamiento exigía a gritos unas medidas que situasen a todas las mujeres del país en nivel de igualdad respecto a la posibilidad de acudir al aborto para resolver los problemas derivados de embarazos no deseados.
2. La Segunda fase fue destinada a fundamentar la posición abortista sobre bases artificiosas. Para ello se declaró que “la mujer tiene un cuerpo y debe gozar de libertad para disponer de ese cuerpo y de cuanto en él acontezca”. Esta afirmación fue desautorizada desde hace casi un siglo por la investigación filosófica y antropológica más lúcida. Ello no fue obstáculo para que altos dignatarios la hayan movilizado en la tribuna de la televisión y prensa con objeto de otorgar a su tesis abortista ciertos visos de fundamentación intelectual. Algún profesional de la filosofía alzó la voz para delatar la falsedad de tal planteamiento, pero fue puesto fuera de juego mediante la mezcla astuta del recurso de la mofa con el complot del silencio.
Esa reducción del cuerpo humano a objeto poseíble significa un envilecimiento del ser femenino muy peligroso porque abre la puerta a toda serie de abusos manipuladores de la figura de la mujer. De espaldas a todo ello, las feministas...
(descargar artículo completo)